Una hazaña en ADAVAS: luchar contra el tema tabú de los abusos sexuales a menores, una lacra que hace mella en nuestra sociedad

El año pasado, más del 55% de los casos registrados en la asociación fueron sufridos por menores, de los cuales 25 eran niños pequeños, siendo 20 niñas las afectadas y cinco los niños afectados. Todos ellos tenían entre 3 y 17 años

Altibajos emocionales, ansiedad, la tendencia a distanciarse de la gente y a estar distraída, el tener miedo a estar sola con gente desconocida o en un lugar determinado, el hecho de utilizar comentarios denigrantes hacia su físico hasta el punto de no querer ni mirarse a un espejo y el cambiar de forma brusca los hábitos alimentarios. Esto es lo que sufre una persona víctima de una de las lacras más comunes de nuestra sociedad: la de las agresiones y los abusos sexuales a niños pequeños.

Desafortunadamente, esta es una realidad que parece seguir escondiéndose en el marco del entorno familiar llegando a afectar a la víctima hasta el punto de que se sienta culpable por la situación tan violenta sufrida y llegue a hacerse numerosas preguntas sobre lo que podría haber hecho para evitarla, manteniendo el tabú que aún hoy existe sobre este tema y renunciando a cualquier tipo de ayuda psicológica. Porque el miedo a contarlo hace verdaderos estragos en una sociedad que tiende a estigmatizar un problema del que se llega a pensar que es toda una invención de la víctima, que únicamente ha de ser tratado por profesionales del ámbito judicial o ante el que, simplemente, la gente comenta sin saber los detalles que hay detrás de él.

En la actualidad, por desgracia, son muchos los psicólogos que tratan a diario este drama y que aseguran que es en el ámbito más directo del pequeño donde se producen la inmensa mayoría de agresiones, las cuales suceden a edades muy tempranas. Así mismo lo aseguran también desde ADAVAS, una ONG formada por profesionales y voluntariado que trabajan codo con codo para intervenir ante casos de violencia sexual o de malos tratos y que nos abre sus puertas después de haberse celebrado el Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión el pasado 4 de junio, siendo un problema contra el que tienen que luchar de forma más continua a la que de verdad gustaría, teniendo en cuenta que son muchos los casos que ya han abordado y que “ponen la piel de gallina”.

Una de las terapeutas de la asociación, Elena Hermo Fernández, y su coordinadora, Charo de Castro Galván, advierten que la gran mayoría de casos se dan en el ámbito familiar, algo que facilita que los delitos queden escondidos por mucho tiempo, si es que llegan a ver la luz, con el consiguiente trauma que eso supone para el menor que lo sufre: “Siempre hacemos hincapié en que, normalmente, las víctimas de agresiones y abusos sexuales son ‘atacadas’ por personas de su entorno. El año pasado, todos los casos registrados fueron provocados por personas conocidas del menor o de la menor”.

“El año pasado, más del 55% de los casos registrados fueron sufridos por menores, de los cuales 25 eran niños pequeños, siendo 20 niñas las afectadas y cinco los niños afectados. Todos ellos tenían entre 3 y 17 años”, aseguran desde ADAVAS Salamanca, donde coinciden en que los abusos sexuales a menores conforman un tema que todavía sigue viéndose afectado por la desinformación que existe entre la sociedad hasta el punto de que puede ser difícil que se detecten, incluso llegándose a ignorar. Estos datos son respaldados por la Organización Mundial de la Salud, que, en más de una ocasión, ha destacado que uno de cada cinco niños son víctimas de la violencia sexual y que, al menos, siete de cada 10 casos son cometidos por personas cercanas a los pequeños.

Tiene que normalizarse el hablar del tema de los abusos. Es algo en lo que coinciden la mayoría de asociaciones e instituciones que luchan contra este problema. Pero hay que hacerlo con sumo tacto para no asustar, para que la víctima afronte la situación y para que el niño o la niña pueda expresarse con facilidad.

Para conseguirlo, en ADAVAS Salamanca primero contactan con el entorno más cercano de la víctima, que, normalmente, suele verse incluso más afectado que la persona que ha sufrido los abusos por la repercusión que esa agresión tiene en su entorno a nivel psicológico: “Desde ADAVAS, abordamos la recepción de los casos con entrevistas a las personas que rodean al menor o a la menor afectada para no victimizar a la víctima y que la situación le afecte. Se hace una valoración del caso, de la urgencia y de las necesidades que se requieren para tratarlo y para poner a disposición a todos nuestros profesionales. Es interesante que se apoye al menor, pero también a los familiares, que, mayoritariamente, suelen ser los más afectados. Hay veces en las que también se presta ayuda a los amigos de las víctimas, que también han vivido ese caso de forma cercana”.

Ante estos casos, también es importante “no traumatizar ni decirle a la víctima que lo que le sucede no es normal, porque sí lo es”. De hecho, en ADAVAS Salamanca existe la premisa de que este tema debería darse a conocer más a menudo en la sociedad con talleres de prevención y otras iniciativas que hagan que este tema deje de ser tan silencioso entre las familias, pero también en los centros educativos, de donde muchas veces se han recibido alertas por parte de profesores al observar distintos cambios de conducta en algunos niños que han sido o que están siendo víctimas de abusos.

“Para nosotras, es muy importante el momento de la revelación del abuso. La víctima cuenta cómo se ha producido la situación. Si la víctima se encuentra entre los más pequeños, se requiere un abordaje de expresión emocional que únicamente puede ser tratado por una musicoterapeuta como lo es nuestra Vanessa Vannay. Cuando pasamos a adolescentes, el abordaje se realiza a nivel psicológico. Ahí hay una sintomatología más común. Por un lado, existe la sensación de culpabilidad. En las situaciones vividas por niños de 12, 13 o 14 años, una de las cosas que siempre está presente es la culpabilidad por lo que creen que ha contribuido a que esa agresión se haya producido. De hecho, a día de hoy, en el entorno, a nivel social, se sigue dando esa responsabilidad a la víctima por un posible ligero consumo de alcohol o por su posible presencia en algún descampado con alguien a solas, entre otras situaciones y no debería ser así”, recalcan, afirmando, además, que “el estigma social de ‘lo que yo he podido generar para que esto pase’ se manifiesta con una ansiedad brutal en las víctimas”.

En muchas ocasiones, la sensación de culpabilidad y el oscurantismo que se da al tratar este tema hacen que las víctimas se echen atrás a la hora de denunciar las situaciones de violencia que han vivido o que están viviendo y eso es algo que debe acabarse porque, a raíz de ello, pueden darse consecuencias como la de que la víctima manifieste cierto miedo a salir a la calle, siendo algo que le perjudica claramente. Por ello, en ADAVAS Salamanca tienen como alegato el que es muy necesario que se quite esa percepción a los menores agredidos. Readaptar sus vidas y aproximarlas a la normalidad todo lo posible es clave porque que se queden recluidas en sus casas les condena a vivir una situación de desengaño en la que empiezan a pensar que se encuentran más protegidas cuando no es así. “El problema no es la calle. El problema es el agresor”, asegura la terapeuta Elena Hermo Fernández.

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