La historia de José García, salmantino en Holanda: "Te sientes algo desarraigado pero es el precio que pagas por otros grandes beneficios"

Este joven ya acumula cinco años fuera de Salamanca en el que ha trabajado en diferentes lugares del centro de Europa. Ulm le abrió la puerta a una nueva vida que no ha abandonado y en Ámsterdam ha encontrado su lugar donde desarrollarse. "Es un sitio que me gusta mucho. Tiene una gran multiculturalidad y siempre hay que hacer algo"

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José García es otro joven salmantino que, debido a las decisiones personales y la suerte, ha acabado fuera de su ciudad y de España. Él estudió Informática en la Universidad de Salamanca y antes de que acabara la carrera ya le salió la oportunidad de expandir su mente y carrera. Fue a través de un trabajo que le ofrecieron en la localidad alemana de Ulm y no se lo pensó dos veces. “Fue un poco precipitado. Tenía 23 años y era un reto bastante considerable. Fue un cambio muy radical el pasar de ser un estudiante en casa de tus padres a un trabajador en Alemania sin saber el idioma pero siempre me lo tomé como un desafío”.

Y así fue cómo empezó un periplo que hoy, más de cinco años después continúa, sin que piense si quiera el hecho de regresar algún día pese a que confiese que el estar lejos de casa pueda producir un desarraigo. En Ulm estuvo seis meses antes de regresar a España, la que pisó casi por casualidad de nuevo ya que poco después volvió para ser contratado.

Sin embargo, aquel no era su sitio y, siempre pensando en crecer, encontró otro trabajo en Stuttgart donde estuvo dos años antes de asentarse en su destino actual: Amsterdam. Allí, cuenta, ha podido desarrollarse como más, también debido al idioma ya que el inglés es mucho más aceptado. Además, más allá de que profesionalmente sea un lugar donde puede desarrollarse debido a la gran cantidad de buenas empresas existentes y su cultura tecnológica, como ciudad también ha encontrado su espacio en la vida de José. “Es un sitio que me gusta mucho. Tiene una gran multiculturalidad y siempre hay que hacer algo. Es manejable en bici y es de las pocas ciudades donde tienen la prioridad”.

Así, junto con la ayuda que le dan los foráneos en la propia ciudad, ya que los propios holandeses “no suelen juntarse con gente de fuera”, ha encontrado un lugar que no quiere abandonar. “Es difícil estar lejos de casa pero siempre me lo he planteado como algo que me va a dar dividendos no solo en lo económico sino también en lo personal”.

De hecho, siguiendo el consejo de que viajar aporta cultura, ha aprovechado su situación geográfica para recorrerse la mayor parte del centro de Europa ya sea con gente conocida en Alemania u Holanda, su familia o como excusa para ver a sus amigos salmantinos.

Por ello, asegura que en su mente se encuentra el quedarse unos años más antes de que “quizá cambie de país”. Lo que es seguro es que a medio plazo no hay intención de regresar a España. “Es la cruz también del vivir fuera, el sentirse lejos de casa. Donde he crecido es en Salamanca y te sientes algo desarraigado pero es el precio que pagas por otros grandes beneficios”. 

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