El Hospital de Salamanca responde: ¿se puede sufrir un infarto por tomar viagra?

La viagra ha cumplido recientemente veinte años y en este tiempo le ha devuelto la autoestima a muchos hombres con disfunción eréctil. Según las estadísticas, la disfunción eréctil afecta a entre un 25-30% de casos por cada 1.000 habitantes y asciende a cifras de hasta el 50% a partir de los 55 años

Este fármaco, el sindenafilo, se administra por vía oral, inhibe la enzima fosfodiesterasa 5 y aumenta significativamente la producción de óxido nítrico, que es el vasodilatador natural más potente que se conoce.

Inicialmente se investigaron sus efectos frente a la hipertensión arterial, la angina de pecho y el infarto agudo de miocardio, pero pronto se puso de manifiesto que su efecto clínico más relevante era la mejoría que los hombres experimentaban en su actividad sexual. La dilatación de los vasos sanguíneos que produce es especialmente intensa en el pene, lo que potencia la erección.

Sin embargo, como todo, tiene contraindicaciones. "Todos los medicamentos tienen una acción positiva, porque a partir de ellos se descubren nuevas alternativas terapéuticas que pueden ayudar a resolver un problema de salud", afirma el doctor Francisco Gómez Veiga, jefe del Servicio de Urología del Complejo Asistencial de Salamanca. "Todos generan, evidentemente, una acción positiva, pero también cuentan con lo que conocemos como efectos adversos, derivados de las propias características del tratamiento y de los efectos que pueden producir de la interacción con otro tipo de sustancias". Ahí es donde surgen, por lo tanto, los daños colaterales.

"El tratamiento con viagra se utiliza generalmente para conseguir aumentar el flujo y la irrigación a nivel peneal, favoreciendo la erección. Sin embargo, con su consumo se pueden producir desde casos de hipertensión a dolores de cabeza y pequeños trastornos del ritmo cardiaco. El porcentaje, en población sana, es nímio, pero el problema se aguza cuando el consumo de viagra lo realizan pacientes que cuentan con alteraciones cardiovasculares o cerebrales", explica el doctor Gómez Veiga.

En ese caso, el propio mecanismo de acción del medicamento, que es un vasodilatador, puede favorecer que no llegue el riego adecuado al corazón. "Entonces, si el paciente sufre de problemas cardiovasculares, el riesgo puede ser de diferentes niveles. Si es diabético, hipertenso o ha sufrido una angina de pecho anteriormente pero en ese momento se encuentra estable médicamente, es más que recomendable realizar una valoración cardiológica que pueda decidir si el paciente es subsidiario de tomar viagra", cuenta el doctor.

"Pero si el paciente se encuentra en un periodo inestable de salud, tras haber sufrido alguno de los problemas anteriormente citados, va a tener que realizarse un chequeo cardiológico mucho más profundo para conocer los riesgos de sufrir un nuevo infarto o una arritmia grave y morir. Y si ya se suma a esos factores que el paciente ha sufrido un infarto reciente, que tiene la tensión descontrolada y que es diabético, definitivamente no es candidato a tomar estos tratamientos porque puede peligrar su vida, porque puede provocarle un infarto o un impacto cardiovascular suficiente que puede devenir en un ictus", asegura Gómez Veiga.

Medicamentos avalados y compra por Internet

Internet ha generado que sea relativamente sencillo comprar viagra en la red. La facilidad para ello también está provocando que se produzcan usos indebidos, llegando a producir una adicción. "Cualquiera puede ir ahora a Internet y hacerse con ello, por lo que los especialistas estamos viendo que en muchos casos ya no se está produciendo un uso médico del medicamento, sino recreativo y descontrolado, incluso para aumentar el posible efecto beneficioso tras abusar del alcohol en una noche de fiesta. Esto también se ha producido en Salamanca", explica el doctor Gómez Veiga.

"Estos medicamentos sólo están pensados para ser adquiridos en lugares donde quede lo suficientemente clara su composición", afirma el experto. Muchas páginas web ofrecen medicamentos que solo deberían venderse con receta. Al hacerlo, se sitúan fuera de la ley, en una tierra de nadie en la que el paciente queda desamparado. Hay razones para alarmarse: la mitad de los fármacos que circulan por la red son falsos, adulterados o incluso tóxicos, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

En España está prohibida la venta en internet de fármacos que requieran receta médica. No es una prohibición arbitraria: ciertas páginas venden productos que no han sido inspeccionados por las autoridades. No hay garantía sobre su composición ni calidad, tampoco hay ningún profesional (médico o farmacéutico) que avise de las contraindicaciones.

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