La increíble evolución de los dispositivos para controlar la diabetes, pero con la importancia de “buscar la mejor herramienta para cada persona”

Desde la Unidad de Educación Diabetológica del CAUSA destacan la importancia de una “buena educación”, “formación” y adaptar cada uno de estos avances a las necesidades de cada persona: “lo último no tiene porque ser lo mejor para cada paciente”

Ana Calvo, Alicia Manzano, Nuria Natal, Ana María Martín Carabias e Irene Gaite, forman el equipo de Unidad de Educación Diabetológica
Ana Calvo, Alicia Manzano, Nuria Natal, Ana María Martín Carabias e Irene Gaite, forman el equipo de Unidad de Educación Diabetológica

Hasta que no se echa la vista atrás, no se es consciente de la increíble evolución de los tratamientos contra la diabetes. El bolígrafo de insulina, que comenzó a aplicarse en el 1985, ya supuso un importantísimo avance para mejorar el día a día de las personas con diabetes, que antes de esa fecha utilizaban inyecciones para suministrarse insulina. Sin embargo, ese avance ha evolucionado aún a mayor velocidad en los últimos años con la aparición de los sensores medidores de glucemia, las bombas de insulina y los sistemas integrados de infusión de insulina (combinación entre sensores y bomba).

Todo para hacer más cómodo el día a día para los pacientes con diabetes. “Hay un antes y un después en la diabetes con la aparición de los sensores”, afirma la enfermera de la Unidad de Educación Diabetológica del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, Ana Calvo.

Estos medidores ofrecen a la persona la posibilidad de conocer sus niveles de glucosa a través de un dispositivo que envía información en tiempo real y constantemente a un teléfono móvil: “el mayor avance que supone es que esa persona va a tener a su disposición cómo está en el momento en que lo necesita y poder tomar decisiones”. No obstante, no solo sirve para los pacientes, también es una herramienta muy importante para los sanitarios porque “todos esos datos quedan recogidos en un informe”.

 
Ana Calvo, Alicia Manzano, Nuria Natal, Ana María Martín Carabias e Irene Gaite, forman el equipo de Unidad de Educación Diabetológica
Ana Calvo, Alicia Manzano, Nuria Natal, Ana María Martín Carabias e Irene Gaite, forman el equipo de Unidad de Educación Diabetológica

Sin embargo, desde la unidad donde desarrolla su labor profesional Ana Calvo, junto a otras cuatro enfermeras (Alicia Manzano, Nuria Natal, Ana María Martín Carabias e Irene Gaite) que forman este equipo, destacan la importancia fundamental de una educación diabetológica que ayude a que el paciente conozca la enfermedad, pero también para un buen funcionamiento de estos dispositivos: “Las personas tienen que estar formadas para usar bien el sensor. La gente se piensa que es algo igual que la medición de glucemia capilar y no es así. Cuando tienes que sustituir un sensor agotado no puedes ponerte otro inmediatamente, tampoco lo puedes colocar cuando acabas de comer...”.

Algo similar sucede, tal y como cuenta la enfermera Calvo, con las bombas de insulinas o los sistemas integrados, dispositivo que administran insulina de manera autónoma en función de las necesidades de la persona y que suponen un avance importante a la hora de la independencia de los pacientes con diabetes tipo 1: “Todo lo relacionado con esta enfermedad se actualiza mucho. Con las bombas de insulina y los sistemas integrados pasa como con los sensores que muchas personas vienen preguntando y se creen que es ponerlo y ya. Sin embargo, el paciente necesita tener una formación más específica y una buena educación diabetológica básica”.

Se necesita más tiempo para atender a cada paciente, porque cada uno tienes sus propias necesidades y tratamientos

Desde el equipo de Educación Diabetológica aprovechan este Día Mundial de la Diabetes para pedir más tiempo para cada paciente, puesto que según afirma Ana Calvo, cada uno tiene una situación personal diferente y un tratamiento.

“La diabetes avanza muy rápido, tienes muchos cambios y necesitamos tiempo. El personal tiene que estar formado, pero también tener ese espacio temporal mínimo para atender a los pacientes. Por suerte aquí en la unidad conseguimos que tuviéramos para una persona con diagnostico nuevo una hora y para la revisión, media. Esto es importante porque necesitamos conocer mucho de cada paciente, como qué ha comido, qué se puede mejorar, el ejercicio que ha hecho…”, reconoce la enfermera Calvo, aunque le gustaría un futuro con todavía más tiempo para cada paciente: “lo ideal sería para que todas las personas con bomba o sistema integrado pudieran venir, como mínimo, dos veces al año al endocrino y dos a la Unidad de Educación”.

El aspecto mental y psicológico y su influencia en pacientes con diabetes

El apartado mental cobra también un papel importante en los pacientes con diabetes. Aceptar la nueva situación con la enfermedad es uno de los primeros pasos, pero también surgen otros a lo largo de los años e incluso relacionados con los nuevos dispositivos: “Nos pasa más con la gente joven, porque hay chicos que no se los quieren poner por tema físico”.

Para Ana Calvo el aspecto psicológico también es fundamental y por ello pide la incorporación “de un psicólogo como apoyo en la unidad. Hay barreras muy importantes o fobias que en ocasiones impiden a los pacientes realizar las actividades que tienen que hacer para manejar bien la diabetes”.

“Esta enfermedad tiene una carga psicológica muy importante porque ese paciente tiene que contar las raciones de comida que va a ingerir, luego pensar en si se va a sentar o va a hacer ejercicio… porque la cantidad de insulina no es la misma para unas cosas u otras. Al final son muchas decisiones y mucha responsabilidad y no todas las personas las afrontan igual”, explica la enfermera Calvo.

“No todos los avances tecnológicos funcionan bien con todos los pacientes”

Para poder acceder a los dispositivos que se ofrecen desde Sacyl y que se proporcionan a través de la Unidad de Educación Diabetológica, los pacientes tienen que tener un endocrino de referencia y este, “junto a la unidad, valora a cada persona que sería candidata a diferentes tecnologías”.

Sin embargo, Ana Calvo reconoce que no todas las personas reaccionan igual a cada dispositivo: “Hay personas que han tenido el sistema integrado y prefieren volver al bolígrafo de insulina, que además han evolucionado mucho y se conectan con un móvil a través de un App. Hay muchos pacientes que con este sistema tienen un excelente control y otros que con sistemas más avanzados no logran estar tan bien controlados”.

Por ello, quiere destacar que “hay que buscar la mejor herramienta para cada persona, no lo último es lo mejor para cada paciente, pero es indispensable que para cada dispositivo que se elija se realice una profunda formación”.

Por último, y preguntada sobre cuál es el futuro inmediato en tratamiento para mejorar la calidad de vida de los pacientes con diabetes, Ana Calvo reconoce que “cada vez habrá más bombas, más sistemas integrados, más sensores y más modelos, pero lo que yo espero es que se nos permita tener un gran abanico de diferentes dispositivos para que se pueda escoger lo mejor para cada personal.”

 

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