En primer lugar, resulta preciso comenzar por el principio, ¿qué es el ‘mobbing’? Para quien no lo sepa ‘mobbing’ viene siendo el significado de acoso laboral. Normalmente es un maltrato psicológico que se prolonga en el tiempo y que supone continuos desprecios y vejaciones que pueden venir por parte de los compañeros o de los propios jefes.
El principal objetivo de hacer ‘mobbing’ es empujar a los trabajadores a marcharse del lugar: esto por parte de los jefes. En el caso de los compañeros, el principal motivo del acoso laboral puede ser para quedarse con el puesto de trabajo.
Si estás en el trabajo y sientes que el resto te presiona continuamente, día sí y día también, que te hablan mal, que se ríen de ti, que te dan la espalda por los pasillos, y un largo etcétera seguramente seas víctima de ‘mobbing’.
Según un estudio de la Asociación contra el Acoso Psicológico y Moral en el Trabajo, en España un 15% de los trabajadores es víctima de acoso laboral. También revela que, en la mayoría de los casos, las empresas no toman ninguna medida.
En el caso de creer ser víctima de ‘mobbing’ lo primordial es recopilar pruebas con las que poder justificar esto, ya que el acoso laboral está reconocido como un delito penal.
Las pruebas pueden ir desde los mensajes de correos electrónicos, WhastApp, redes sociales a imágenes, grabaciones o informes médicos. Aunque hay que distinguir entre el acoso laboral, lo que viene siendo el ‘mobbing’ del que llevamos hablando a lo largo de toda la noticia, del ‘burnot’, que es estar quemado por la saturación del trabajo o porque no estamos a gusto en el ambiente laboral.
Otro dato importante que hay que tener en cuenta es que el sistema judicial ante estos casos actúa con mucha lentitud, pero este no es motivo ni mucho menos suficiente como para no ser denunciable, porque si eres una víctima real, la espera habrá merecido la pena.