Si se mantienen en un futuro las actuales tendencias demográficas, la propia estructura de la población de Salamanca llevará a un escenario de pérdida progresiva de habitantes en las próximas décadas, regresando a cifras del siglo XVIII. Así lo recogen las últimas proyecciones de población publicadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) para el año 2031.
La provincia charra perderá en torno a 20.000 habitantes en la próxima década, para quedarse en unos 313.000 habitantes (el último padrón cifra en 333.300 los habitantes y la población residente es de 336.000), sobre todo menos niños y jóvenes, ganando mayores de 65 años. Una situación a la que se une un saldo migratorio negativo. En el año 2031, incluso, la situación será peor, pues las previsiones apuntan a 302.000 habitantes, cincuenta mil menos en apenas tres décadas transcurridas.
La reducción de la población residente se debería, principalmente, al progresivo aumento de las defunciones y a la disminución de los nacimientos, fenómeno que sería especialmente acusado a partir del año 2040. Se produciría así un saldo vegetativo negativo en todos los años de la proyección, lo que supondría una disminución total de casi ocho millones y medio de personas en los 50 años proyectados. Este saldo negativo no se vería compensado con el saldo migratorio, que sería positivo en el mismo periodo con algo más de tres millones de migraciones netas con el exterior.
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