Jack el destripador, uno de esos personajes icónicos en el universo de lo siniestro, y sobre el que se han centrado kilómetros de cinta de película, miles de horas de radio y televisión, y no pocos libros. Hace unas pocas semanas, ha caído entre mis manos un libro que marca un antes y un después en lo escrito sobre este asesino en serie, y es que “Jack el destripador: caso abierto”, es quizá la obra mejor documentada y más transparente que se ha escrito sobre este intrigante asunto.

Bajo el siempre acertado sello de Editorial Odeón, sus autores Yvan Figueiras y Tamara Mingorance se adentran en un especial dossier de investigación, en el que los crímenes y las pesquisas policiales se tornan protagonista para poner luces y taquígrafos sobre uno de los asesinos más famosos de la historia. Precisamente hace unos días, he podido hablar con Yvan Figueiras, sobre este interesantísimo asunto.

¿Qué motiva a dos autores a meterse de lleno en la investigación sobre las andanzas del afamado asesino?

- Es un tema que conocía más o menos en profundidad desde hace muchos años, y es un tema que cada vez que oyes hablar a alguien en un programa de radio o documental, escuchas como repiten una y otra vez las mismas ideas falsas, las mismas leyendas urbanas. Lo que se hace es repetir una y otra vez lo mismo, como pasaban en los años 80 ó 90, que se dedicaban a copiar las ideas de Von Däniken…

Con el tema de Jack el Destripador, pasaba básicamente lo mismo, que si repetir una y otra vez la conspiración real, que si tal o cual sospechoso, que resulta absolutamente imposible, se da como si fuera el auténtico asesino. Se olvidaba mucho también a las víctimas. Para nosotros era muy importante tener a las víctimas en cuenta, y sobre todo teniendo en cuenta que había mucha desinformación. La gente realmente interesada en el tema de Jack el Destripador, se merece tener algo en castellano, con lo que pueda empezar a investigar y convertirse en un Ripperólogo o una Ripperóloga.

¿Era el Whitechapel de finales del siglo XIX, el escenario idóneo para los “crímenes perfectos”?

- Los crímenes de Jack el Destripador no sucedieron en Whitechapel, sucedieron en el East End y en la City londinense. El East End es un barrio gigantesco, Whitechapel es una parroquia dentro de ese barrio. Dos de los crímenes tuvieron lugar en Whitechapel, otros dos tuvieron lugar en Spitalfields y el cuarto de ellos tuvo lugar en la City, muy cerca del famoso huevo de cristal de Foster, el que se ve ahora en todas las películas. Por eso me refería a las leyendas urbanas que te estaba comentando antes, no son los crímenes de Whitechapel, son los crímenes del East End.

Y sí, como contestación a la pregunta, sí que era el escenario idóneo, mal iluminado, un smoke, una mezcla de niebla y contaminación muy abundante por las noches, baja visibilidad, un altísimo índice de prostitución, de manera que el destripador podía encontrar víctimas allá donde fuera, una presencia policial relativamente alta, pero también unos medios policiales muy precarios, aunque fue variando con los meses, la policía no contaba con los medios necesarios para detener a este nuevo tipo de criminal.

Pero sí, fue el escenario idóneo, como hubiera sido cualquier otro barrio similar en cualquier otra ciudad. La suma de calles intrincadas, niebla, baja iluminación, alta tasa de víctimas y una policía con muy pocos medios, es lo que le permitió salir libre y actuar con alta impunidad. Aunque tuvo mucha suerte, estuvo a punto de ser atrapado en varias ocasiones, y se escapó por pocos segundos.

¿El sobrenombre de “destripador”, es merecido?

- Muy merecido, porque especialmente en dos de los casos, en el segundo, en el de Annie Chapman, y en el cuarto, el de Catherine Eddowes, que es el que tuvo lugar en la city, extrajo varias vísceras, y además sacó los intestinos, y los situó sobre el hombro derecho de las víctimas, para, aunque suene fuerte, seguir escarbando y seguir extrayendo más cosas. Probablemente no buscaba nada en concreto, sino destripar y sacar las vísceras de las víctimas, llevarse pequeños trofeos.

También hay que decirlo, se llevó por ejemplo el corazón de Mary Jane Kelly, un riñón en caso de Catherine Eddowes, se llevó el útero en el caso de Annie Chapman… un coleccionista, pero sí que destripaba. Fue de menos a más; en el primer caso no extrajo ninguna víscera, y en el tercero tampoco seguramente porque le pillaron en el acto. Pero cuando pudo actuar libremente, está claro que su finalidad no era asesinar, sino la de destripar a sus víctimas y extraer vísceras, y también la de llevarse algún trofeo.

¿Qué ha supuesto para vosotros recibir el prestigioso Premio Juan Antonio Cebrián en su 7ª edición?

- Pues imagínate, para una persona que se dedica a esto por culpa de Fernando Jiménez del Oso y de Juan Antonio Cebrián, única y exclusivamente. Fernando fue más bien un maestro, del cual tuve la suerte, aunque durante poco tiempo de aprender directamente, pero Juan Antonio Cebrián fue una inspiración, porque él no era historiador, era periodista, y supo divulgar la historia como nadie.

¿Cómo íbamos a creernos que los godos iban a resultar interesantes para alguien? Esa forma de escribir, de hacer que las cosas sean divertidas, con un toque irónico, eso yo lo aprendí de él. Yo escribo gracias a Juan Antonio Cebrián. Imagínate cómo puede resultar recibir un premio con su nombre. Que Silvia Casasola -que es la que ha estado durante años y años trabajando codo a codo con Juan Antonio, pasando a limpio todo su texto-, sea la que te entregue el premio -Silvia que como ella dice ya es mi hada madrina-, para mí y también para Tamara, ya es algo increíble, algo que le contaré a mis nietos.

¿“Jack el destripador: caso abierto”, es un libro escrito para que tipo de lector? - En principio, en parte era para Tamara y para mí, pues conforme íbamos escribiendo, necesitábamos tomar notas para tener todo claro, lo que era cierto y lo que no. Cuáles eran las noticias de prensa más fiables, los informes policiales, los resultados de las autopsias… en dos palabras, queríamos tenerlo al alcance de la mano. Yo creo que cada vez que escribo un libro lo hago de la misma manera. Es una especie de cuaderno de notas.

Cuando algo interesa mucho, resulta que si lo escribes de forma decente y divulgativa, como hacía Juan Antonio, para que todo el mundo lo pueda entender, pues eso ya lo puedes convertir en un libro. Y este libro, realmente es para toda aquella persona a la que le interese el tema de Jack el Destripador, poder utilizarlo como pequeño manual. Es un resumen de todo; cómo era la época, cómo eran los métodos policiales, cómo eran las víctimas, una de las cosas más importantes, cómo fueron cada uno de los delitos, en qué lugar ocurrieron los hechos, algunos de los sospechosos.

Es un pequeño manual para la gente que sobre todo no habla inglés, que no tiene la oportunidad de acceder a las fuentes oficiales, hemos hecho un pequeño resumen para que todo el mundo pueda empezar desde cero, y a partir de ahí poder investigar por sí mismo. Que cualquier lector novel pueda convertirse en un Ripperólogo o Ripperóloga.

Me gustaría destacar a la Asociación Cultural Juan Antonio Cebrián, que mantiene vivo el legado del maestro, y al Ayuntamiento de Crevillente, que no solo ha patrocinado nuestro premio y los anteriores, sino que además nos ha hecho sentir especiales cuando hemos estado allí. Da gusto, tal cual estamos hoy en día, que haya instituciones públicas que aún se preocupen por la Cultura. 

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