Local

​El lado más duro de la Navidad: “Llevo dos meses en la calle y mis hijos no lo saben”

SALAMANCA24HORAS cuenta la historia de aquellos que van a pasar las navidades al raso, durmiendo en un cajero o en algún sitio donde puedan refugiarse y comiendo lo que buenamente puedan. Porque estas fechas son muy bonitas para los afortunados, pero son duras y angustiosas para los que menos tienen

julio sintecho

No es poca la gente que esta Nochebuena, cuando se sentó enla mesa a compartir cena con sus seres queridos, tenía una sensación de apatíaen el cuerpo. Gente a la que le invadía una especie de pesadez en el cuerpopensando que era una cena más como la que ya habían vivido el año anterior, yque probablemente pensaba que podrían estar en otro sitio mejor que viviendouna convención social establecida.

Toda esa gente, sin embargo, no pensaba en quienes peor lopasan durante estas fechas y que, con los ojos cerrados, se habrían cambiadopor ellos. Se trata de los sintecho. Esas personas que durante estas fiestas vana comer lo que puedan y dormir donde puedan, pero siempre en la calle.

SALAMANCA24HORAS conversa con dos de esas personas que,durante estas fiestas, dormirán, comerán y, en definitiva, vivirán en la calle.Dos historias que dejan claro que, al igual que para los que son agraciados,son fechas estupendas, para los que menos suerte tienen la Navidad es una épocadura y angustiosa.

Uno de los ejemplos es Julio. Él lo tiene claro: “Nochebuenay Navidad los paso solo, en un cajero”. Desde hace un año, la calle es su casa,y no se avergüenza de ello. Pero sí reconoce que estas fechas son “muy duras”,ya que echa de menos a su familia, a la que no va a ver, y a su gente.

Durante este año, ha pasado mejores y peores ratos. Pero,sin dudarlo, la Navidad es una de las perores épocas. Y ya no por el frío quesuele hacer por estas fechas, sino por todo lo que conlleva.

Respecto a sobre si el espíritu navideño se refleja en lasolidaridad salmantina, Julio considera que “al 50%” porque, según explica, haygente “buena y noble” como también la hay “muy reacia y muy facha”. Eso sí,reconoce que es esta sociedad salmantina la que le ayuda a salir hacia adelantecon la limosna que le dan.

“Hay gente que sepone de todo y te tira gasolina”

Según cuenta Julio, lo peor de vivir en la calle es eldesamparo. Sobre todo cuando se está solo. Y es que lamenta que, cuando está enel cajero, hay “mucho maleante que se pone de todo” y, cuando pasa por dondeduerme, lo maltratan hasta el punto de que “te tiran gasolina y cualquier cosay te jode”.

Este sintecho no ha dudado en ir a varios de los recursosque ofrece la ciudad de Salamanca, como Cruz Roja o Espacio Abierto (Cáritas),pero los considera insuficiente, sobre todo por la gente que lo frecuenta, ycree que los mismos deberían de ser “un poquito mejor”.

Mientras conversa con el periodista, Julio recibe la visitade una señora a la que conoce porque siempre le deja una propina. Cuando estale pregunta que dónde y el qué va a cenar, el sintecho le responde que “en elcajero y un bocata”, para sorpresa de la mujer. Julio explica después queprefiere cenar sólo y “a gusto” porque muchos de los recursos se llenan estanoche de “delincuentes y expresidiarios que siempre están liándola” y con laque no prefiere juntarse.

“Mis hijos no sabenque llevo dos meses en la calle”

Distinta pero parecida es la situación de José. De 49 años,él lleva dos meses en la calle. Dos meses que están siendo los más duros de suvida. Y tampoco duda en afirmar que estas serán, con total seguridad, laspeores navidades de su vida, ya que las vivirá lejos de su familia, sobre todode sus hijos, que “no saben” que está en la calle.

Este hombre acabó sin un hogar por diferentes situaciones yahora trata de sobrevivir como buenamente puede. Junto a él está Estrella(nombre inventado, ya que prefiere mantenerse en el anonimato), que lleva seismeses en la calle y cuya familia tampoco sabe que actualmente es una sintecho.

Ambos han ido a recursos como Padre Damián (Cáritas) o CruzRoja, pero José guarda malas experiencias, sobre todo de este último lugar: “elprimer día que fui me robaron el móvil”. Al igual que Julio, también lamentaque frecuenten estos recursos “mucha gente ‘taleguera’” además de extranjerosque se unen en clanes y que maltratan a los que acuden solos.

“Me falta un día decontrato para poder cobrar el paro”

La historia de José es más desgarradora si cabe por susituación personal. Propietario de una empresa, se arruinó y se quedó sin nada.También sin ningún tipo de ayuda que cobrar, ni siquiera el paro. Y es que aeste hombre le falta “un día de cotizar” para cobrar un subsidio que le permitiríapoder recuperar gran parte de su vida.

Porque precisamente lo que más echa de menos es tener unahabitación donde poder refugiarse o poder pasar el tiempo. O un baño dondepoder acudir. Dos aspectos considerados mundanos pero que, cuando no se tienen,pasan a ser realmente vitales.

Además, ha intentado por todos los medios encontrar untrabajo que le permita ganar dinero y, posteriormente, cobrar ese paro. Sinembargo, por culpa de su situación, nadie se atreve a contratarle, lo quesupone entrar en un bucle del que sólo cree que saldrá el próximo 16 de enero,cuando podrá solicitar una ayuda  pordesempleado de larga duración.

Lo primero que hará será alquilar una habitación donde poderdescansar -a sus casi 50 años, sufre mucho al dormir en la calle-, poderasearse y buscar un trabajo “de lo que sea”. Le da igual de friegaplatos que derepartidor de Glovo, reconoce. Él lo que quiere es trabajar y poder salir de lasituación en la que se encuentra.

Esa habitación también supondrá que podrá tener suspertenencias a salvo, ya que en la calle es habitual que haya robos entre lossintechos, algo que José no llega a comprender, puesto que cree que deberíanayudarse entre ellos. Pero, sin ir más lejos, hace unos días le robaron lamaleta con varias chaquetas con las que pasaba el invierno.

“La gente no nos dauna limosna por desconocimiento, y piensan que estamos aquí por gusto. Perodeberían verse en nuestra situación”

“La gente a veces piensa que estamos aquí de cachondeo y queno queremos trabajar. Pero hay que estar sentado y que hay que sufrirlo”,explica José, quien reconoce que la primera vez que se puso a pedir estabamuerto de vergüenza, pero que no le quedaba otra solución.

De hecho, este hombre señala que “la gente no nos da una limosnapor desconocimiento”, ya que en la mayoría de ocasiones, a quien pide, se lecalifica de “borracho” o “drogadicto”. “Pero deberían verse en nuestrasituación”, apunta, aclarando que en su caso no es ni una cosa ni la otra, sinouna persona con mala suerte.

Sobre si hay mafias que se dedican a pedir limosna de maneraorganizada, José desconoce si sucede en Salamanca, aunque sí observa que hayciertos sintecho que se mueven juntos. No sabe si esto crea un estigma social,ya que “el que es solidario, lo es sin importarle con quien”. “El que colabora,lo hace; y el que no, suele ser por desconocimiento”.

Por ello, José pide a toda la gente que tenga un pocode conciencia y de comprensión. Porque él, que ha estado a punto de caer en unadepresión varias veces, recuerda a todos los salmantinos que la suya es “unaexperiencia que ojalá no hubiera vivido. Porque hasta que no se está dentro, nose sabe lo que es. No es lo mismo verlo desde fuera que sufrirlo”. 

Comentarios
anónimo Hace 4 años (25/12/2019 08:33)
Pues se van a enterar... <br/>811
Hip Hace 4 años (25/12/2019 10:55)
Totalmente desgarrador. Vaua país, que abandona a sus conciudadanos y a los delincuentes de otros países de abajo, les brinda TODO. CENSURA <br/>3537
Ver más