Los traficantes se dedican a comprar el medicamento en España para trasladarlo a Marruecos y en el país africano se combina con otros productos como el hachís, aunque los más pobres lo combinan con alcohol o pegamento. El resultado, el karkubi, una droga que se vende por pastillas y cuyo precio es muy asequible para los jóvenes marroquíes. La caja de 2 miligramos -la preferida de estas mafias- cuesta casi 3 euros, pero con receta médica se reduce a solo 1 euro, por lo que se busca la máxima rentabilidad falsificando recetas médicas.
Una caja de 60 comprimidos de 2 miligramos —la preferida en el mercado negro, al ser la que más principio activo contiene— cuesta en la farmacia poco más de un euro con receta, mientras que en Marruecos lo venden por entre 200 y 300 euros, según la Guardia Civil.
El karkubi, al contener rivotril, produce efectos hipnóticos si se mezcla con alcohol, por lo que viene siendo utilizado también para cometer delitos sobre terceras personas mediante el procedimiento de la "sumisión química", con el objetivo de manipular la voluntad de estas o modificar su comportamiento con fines delictivos como el robo o la agresión sexual, ya que los efectos farmacológicos de la sustancia administrada evitan que la víctima se encuentre en condiciones de prestar su consentimiento legal o de presentar resistencia a su atacante.
El Colegio de Farmacéuticos de Salamanca ya colaboró con la Policía hace unos meses en una intervención realizada en la ciudad con respecto al rivotril. Sin embargo, el Colegio de Médicos de Murcia ha solicitado al Servicio Murciano de Salud (SMS) esta semana que refuerce la vigilancia en los centros de Atención Primaria ante la acumulación de agresiones y amenazas por parte de algunos usuarios que acuden a las consultas exigiendo recetas de rivotril.
El problema del rivotril en España parece lejos de haber concluido.
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