En estos meses, a Luis Delgado, que nació en la localidad zamorana de Corrales del Vino, le ha tocado meterse en casa, como a todo el mundo. Sin embargo, desde su domicilio del Barrio Antiguo su actividad no se ha detenido en absoluto. No ha fallado casi ningún día a su envío diario a los medios de comunicación de la ciudad de una carta que él titula “Al pueblo Soberano de España” para que se la publiquen. Más de un centenar de envíos en los que Delgado no ha dejado títere sin cabeza ni situación sin criticar. Ni la oposición ha sido más cañera con el Gobierno que Luis Delgado, el presidente de Fauba. Las palabras de Santiago Abascal o Pablo Casado son prácticamente alabanzas comparadas con las de este jubilado salmantino.
Por ejemplo, sobre Podemos, en su escrito 99 al Pueblo Soberano de España, Delgado afirma que “su propósito es que, una vez destruida la Unidad de España, impongan el comunismo rancio”. “El líder podemita, habiendo introducido ya aquí el comunismo totalitario, está imponiendo sus tesis revolucionarias y totalitarias en el Gobierno de Coalición”, dice en una de sus misivas.
Sobre Pedro Sánchez, Luis Delgado asegura que “es un muñeco de Pablo Iglesias cuyo ego es estar de okupa en el Palacio de la Moncloa”. Sobre el Gobierno en general, el jubilado lo apoda de “indigno” que busca “destruir la Constitución de 1978”.
A Pablo Echenique, en su escrito 104, le dedica un lapidario “es una persona sin escrúpulos y sin moralidad alguna, ruin, rastrero y falto de principios dignos”. A José Luis Rodríguez Zapatero, en su escrito número 77, le llama “rencoroso resabiado” y sobre el resto de políticos de España asegura, en su escrito número 75, que son personas “sin escrúpulos para hacerse ricos fácilmente”.
Y todo eso pese a que Luis Delgado fue político, aunque por muy poco tiempo. Formó parte de la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez durante su vida en Madrid. A la capital de España se marchó a principios de los años sesenta del siglo pasado y, tras regentar un fallido negocio hostelero, pasó a trabajar como administrativo en la histórica factoría Pegaso. Católico practicante, en San Fernando de Henares comenzó su labor vecinal y sus reivindicaciones. Fue un verdadero hombre de la Transición.
Hace tres años, eso sí, le dijo al periodista Antonio Marcos, en El Día de Salamanca, que desde que cobran la entrada no ha vuelto a pisar la Catedral.
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