El misterio latente del silbo gomero

Entrevista a don Isidro Ortiz, leyenda viva de las tradiciones gomeras en una nueva entrega de la serie de Crónicas Atlantes

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 El autor de este artículo junto a don Isidro Ortiz y el investigador Jesús Callejo
El autor de este artículo junto a don Isidro Ortiz y el investigador Jesús Callejo

Hace ya unos años, aprovechando una de mis muchas visitas a la isla de La Gomera, tuve la oportunidad de conocer a don Isidro Ortiz Mendoza, maestro y rescatador de las tradiciones gomeras, y a quien el silbo o el tambor de esa isla le debe todo y tanto, le debe no haber desaparecido para siempre como legado cultural y antropológico. Don Isidro, un hombre de fuerte porte y grandes valores, abrió la sala de su casa, y poniéndonos de frente a los presentes una botella de vino del de verdad, del bueno, se dispuso a charlar largo y tendido con nosotros. De esa amplia y didáctica conversación, algunas pinceladas sumamente interesantes.

Don Isidro, ¿Ha cambiado mucho La Gomera?

– Aquí antes, trabajábamos en esta isla casi 35.000 habitantes, hablo de mi niñez. Las tierras de la isla estaban en manos de poca gente; los dueños de la isla vivían en los pueblos costeros del norte, mientras toda la gente de la periferia trabajábamos de medianeros. Y así vivíamos, nos multiplicábamos, las madres criaban sus hijos, los hombres los mantenían. Hasta que se abrieron las puertas de la emigración a otros lugares. Me acuerdo no ver en La Gomera más que tres o cuatro teléfonos, uno en Vallehermoso, otro en Valle Gran Rey, debía haber otro en Hermigua y otro en San Sebastián. ¡Ah!, y aquí en la periferia pusieron otro, en Alajeró, dónde estaba el teléfono. Tú querías hablar con tu pariente o tu amigo que estaba en Tenerife, y tenías que venir aquí al teléfono, desde aquí te llamaban a Valle Gran Rey, donde había una centralita, te pasaban a San Sebastián, y te comunicaban con Tenerife y desde aquí te decían aguántate, estate el día hasta que logremos conectar o vuelve a tal hora…que antes no te van a responder. De eso me acuerdo yo, y fue el primer brote de progreso que se vio aquí.

Hablaba antes de la emigración… ¿muy marcada en La Gomera, verdad?

– Se abrieron las puertas de la emigración, la gente aquí estábamos pues mire… pasando escasez de alimentación, de vestir, de educación… ¿qué hacía un maestro enseñando a cincuenta niños o a sesenta? No hacía nada. Pero aún así, todo el mundo trataba de aprender, defenderse en lo más elemental. Con eso, con las cuatro reglas, y saber comunicarse con los demás aunque fuera con todas las faltas de ortografía del mundo. Cuando se abrió la emigración, unos se fueron para Cuba -los primeros-, después otros países como Venezuela, después para Suiza, Alemania,… a los arrozales de Sevilla, a sembrar arroz allá.

Don Isidro, usted se fue pero volvió…

- Después al regresar, cuando vi todo lo que había aquí y nada quedaba, lo primero que hice fue formar un grupo folklórico que se llamó “Los magos de Chipude”. Siempre me agarré de gente que pensé que podía ayudarme, en este caso me agarré del cura del pueblo, y éste me ayudó a resurgir los tambores y las chácaras en La Gomera.

Los tambores y las chácaras estaban perdidos en el olvido, ¿también el silbo?

- Había niños de 7 años hasta gente de 80, debían silbarse para anunciar el cambio de los pasos. Se ajustaba el golpe del tambor y el romance, pero era un cuerpo aparte. ¿Por qué se ha perdido? Porque esto se ha tratado de modernizar, y dibujar cada día más bonito. Hoy es una fila como el ejército de hombres con mujeres, enfrentados unos a otros, bailando de una forma que hay que ser muy fuerte para resistir mucho tiempo. Y con el silbo ha ocurrido un poco lo mismo; se ha desvirtuado porque aquí tampoco hemos tenido la suerte de tener unos monitores que vivieran siempre en la meseta de la isla, que es donde el silbo imperaba.

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¿Usted se vio solo cuando empezaba a recuperarse el silbo gomero?

- De la meseta, solamente estuve yo, durante un tiempo, que estuve en todos los colegios a lo largo de La Gomera, impartiendo esta clase de forma optativa. Pero cuando ya esto se reconoció y se hizo oficial, hubo que buscar otros monitores, que eran de otros lugares. En La Gomera había dos sistemas de silbo: una forma en la montaña, que era un silbo que transmitía los mensajes de norte a sur, y otra forma la de los valles, los pueblos costeros, que es los que usaban para llamar cuando llegaba el agua a la parcela, para que se levantara de noche a recoger el agua y regar su parcela.

¿Podemos poner fecha de nacimiento al silbo gomero?

- Yo creo que el silbo es de tiempos inmemoriales en La Gomera. Este lenguaje silbado en La Gomera es prehispánico. Cuando los españoles llegaron aquí, ya los gomeros se comunicaban con el silbo, con este lenguaje. Perduro durante muchos, muchísimos años, y sufrió un deterioro cuando se abrieron las puertas de la emigración hacia otros lugares. La gente se fue, y con la gente se fueron sus costumbres. De tal forma, que al mismo tiempo que se fueron los habitantes de esta isla a otros sitios, empezaron a entrar los primeros signos del progreso a la isla de La Gomera, como fueron las carreteras, los teléfonos…, y estos primeros pasos de progreso empezaron a motivar que las costumbres que hasta entonces teníamos, empezaran a deteriorarse.

El Silbo gomero es Patrimonio de la Humanidad… ¿pero la lucha por su rescate continúa, verdad?

-Hoy se sigue impartiendo en los colegios, haciendo muestras de esta comunicación silbada a cualquier persona que la quiera conocer, que venga de afuera, pero para poco más, porque en La Gomera como en todas partes, para comunicarnos a distancias largas tenemos ya los teléfonos.

¿Un lenguaje con todas las consonantes y vocales?

- Son cuatro vocales y cuatro consonantes las que se necesitan para expresar los sonidos de estas comunicaciones. Que se conozca en otros sitios, hay lenguajes silbados, pero de forma convencional, no articulados como aquí.

¿Difícil?

- Que quede claro que el lenguaje silbado es para comunicarse la gente a distancias muy largas. Entonces hay que extenderlo para que llegue el mensaje, porque si no, no llegaría de viva forma. Con el silbo se puede leer todas las palabras que tiene cualquier libro, y hay otra cosa, el silbo como es un lenguaje de fonemas, es un lenguaje sustitutivo de lenguas, de cualquier lengua. Si usted me dice una palabra en francés o en inglés, yo se la silbo, va a tener los mismos sonidos de la palabra. 

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