Leandra, la curandera del barrio; María ‘La Canaria’ intentando evitar que la Guardia Civil derruyera esas primeras casas ilegales que después serían el barrio de Pizarrales, así como otras muchas mujeres amas de casa, madres de familia o trabajadoras silenciosas son las protagonistas de un proyecto que dará voz a las ‘invisibles’ de Pizarrales. Mujeres olvidadas cuya memoria ha sido rescatada por otras mujeres que pisan las mismas calles que las primeras y siguen luchando por el barrio y sus gentes con años o décadas de distancia.
En Pizarrales nada ha sido fácil, ni siquiera lo fueron sus orígenes. Allí el barrio se construyó al revés que en otras zonas residenciales donde lo primero que hay son casas que, poco a poco, se van llenando de gente hasta formar el barrio. En Pizarrales, primero llegaron las familias que se asentaron de forma irregular en el teso entre Salamanca y Villamayor a principios del siglo XX. De esos asentamientos surgió un barrio de casas de pizarra, de ahí su nombre. Casas que tiraban y se volvían a levantar dando lugar a un barrio obrero y trabajador, forjado en la lucha y en el carácter duro de sus habitantes. Entre ellos, sus mujeres que, relegadas siempre a un segundo plano, hicieron nido, compartieron puchero y forjaron las raíces de lo que es hoy el barrio.
Mujeres valientes, amas de casa que lograron crear un barrio de la nada. Eso es otro aspecto del que los vecinos de Pizarrales se sienten muy orgullosos, de todo lo que han conseguido por su barrio.
Es a ellas, a esas mujeres, a quienes homenajea este proyecto que pretende volverlas visibles. Darles un espacio público que siempre debieron tener. Contar su historia. Pilar, Mercedes, Soraya y Vanesa son quienes nos cuentan en qué consiste ‘Las invisibles de Pizarrales”. Ellas son vecinas del barrio, pasaron su infancia en él y se sienten orgullosas de ser de Pizarrales. Las cuatro, acompañadas por otras seis vecinas, alumnos de la Universidad de Salamanca y responsables de Asprodes son quienes han arrancado un proyecto que buscar recuperar la memoria del barrio.
Cada miércoles se reúnen en la biblioteca popular del barrio. Ya tienen hechas tres de las trece entrevistas de la lista inicial, aunque esperan que esta crezca porque “hemos ido proponiendo a gente de aquí, del barrio de toda la vida y según íbamos haciendo la lista o nos acordábamos de más o la gente del barrio nos hablaba de otras. También a quienes entrevistamos nos hacen propuestas”, aseguran. Una de estas entrevistas es a la familia de la señora Leandra. Su nieta ha sido la encargada de contar la historia de su abuela, muy conocida en el barrio ya que ejercía como curandera.
“La mayoría son vidas cotidianas, de mujeres que han tenido que sacar a sus hijos adelante y sus maridos trabajando y, sobre todo, con mucha la fortaleza en un momento tan malo, después de una guerra y de estar ahí luchando por crear también el barrio” aseguran. Su objetivo es “recoger la memoria principalmente de ellas, porque sus maridos se iban a trabajar y ellas se quedaban cuidando del resto. Ponían el cocido y se compartía, bajaban al mercado y se cuidaban unas a otras, las puertas de las casas estaban abiertas, … Fue una generación muy guerrera en unas condiciones muy malas, con una postguerra dura y fueron ellas las que contribuyeron a que el barrio sea como es ahora”.
Mujeres valientes, amas de casa que lograron crear un barrio de la nada. Eso es otro aspecto del que los vecinos de Pizarrales se sienten muy orgullosos, de todo lo que han conseguido por su barrio. “Todo lo que se ha logrado aquí lo han hecho los vecinos. Nuestros padres tuvieron que picar desde el teso de la Chinchibarra y atravesar tres carreteras para que llegara el agua al barrio. La guardería, el centro de salud, los jardines, la biblioteca, nadie nos ha regalado nada”, afirman.
Un proyecto que les está dando alas para revitalizar el asociacionismo con el reto de llegar a los más jóvenes. Ese es el siguiente objetivo “dar a conocer lo que ha ocurrido en el barrio a quienes no conocen su historia, que puedan conectar con el lugar donde viven y saber quiénes eran estas personas mayores, cómo han trabajado y cómo han vivido”. Una iniciativa que a las estudiantes de la Universidad de Salamanca les parece “maravillosa” ya que “da la posibilidad de dar a conocer lo que hacían esas mujeres que han salido adelante frente a tantas dificultades”.
Un trabajo que continuarán haciendo en la calle, preguntando a la gente del barrio, haciendo entrevistas, recopilando fotografías antiguas y reuniéndose cada miércoles para coordinar todo el trabajo en la biblioteca popular, un espacio muy del barrio ya que esta biblioteca es una realidad gracias al trabajo de los vecinos y a las donaciones que han recibido.
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