Aunque se pueda circular con un vehículo sin impedimentos hasta que alcanza la reserva del depósito de combustible, e incluso hasta apurar la misma, lo que sucede en el interior de la máquina y los probelmas que pueden derivarse de esta práctica si se convierte en habitual no son menores.
Una vez se llena el depósito de combustible, una bomba eléctrica lo succiona para llevarlo hasta el motor. Cuanto más vacío esté el depósito, más deberá trabajar la bomba que, además, utiliza el propio combustible para refrigerarse. Si hay poca gasolina, pueden formarse burbujas de aire que disminuyen este efecto.
Finalmente, también cabe la posibilidad de que existan sedimentos en el fondo del depósito del vehículo, aunque esto dependerá, principalmente, de la calidad de los combustibles que se hayan repostado y, también, del momento en el que se hayan realiado (no es recomendable hacerlo justo después del rellenado de los tanques). Esas impurezas pueden entrar en el motor si se apura la reserva hasta el final.
Por lo tanto, es importante planificar los viajes de forma que el depósito no se vacíe demasiado, tomando como referencia la cantidad de 1/4 como señal de que debe llenarse de nuevo.
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