Después de dos años, este miércoles, 8 de febrero, ha supuesto el fin de la obligatoriedad de llevar mascarilla en el transporte público. En Salamanca, basta con dar un paseo para comprobar que hay quien decide seguir portándola por precaución, aunque un gran número de usuarios ha preferido deshacerse de ella.
"Solo van con mascarilla los clientes que acercamos al Hospital Universitario de Salamanca", mantiene uno de los taxistas de la ciudad. Su compañero añade que, a pesar de que la medida ha desaparecido este miércoles, muchos de sus clientes no la respetaban desde hacía tiempo: "La llevábamos únicamente nosotros, pero, si nos oponíamos a que subieran al vehículo sin ella, no trabajábamos".
El mismo taxista ve acertada la decisión del Gobierno: "España era el único país de la Unión Europea que mantenía la mascarilla en el transporte público. Además, ¿por qué en los taxis sí y en los bares no? No tenía sentido, como si el virus se escondiera en determinados sitios...". Aun así, continúa llevando el cubrebocas en el vehículo: "Si sube alguien tosiendo, hay que tener un poco de precaución".
Respecto a los usuarios del autobús urbano, hay disparidad de opiniones. "No pienso ponerme la mascarilla, porque ya estamos haciendo vida normal, pero sigo respetando la normativa existente", sostiene uno de los pasajeros que ha hablado con este medio. "Si el autocar viene con gente, sí me la pondré. Hay que tener un poco de sentido común", afirma otra viajera.
El uso de la mascarilla solo continúa siendo obligatorio en los centros y servicios sanitarios, en los sociosanitarios, así como en las oficinas de farmacia y en los botiquines, tal y como recoge el Boletín Oficial del Estado.