La previsión de heladas es una herramienta fundamental a la hora de plantear los cultivos de temporada. Y es que no todas las heladas son iguales, pues, como recuerdan los expertos, el viento y la nubosidad también influyen en la percepción del frío y sus efectos sobre el terreno.
En primer lugar están las heladas de advención, cuando una zona es invadida por una masa de aire frío cuya temperatura es inferior a cero grados, con vientos con velocidades o superiores a quince kilómetros por hora. Mientras, la variación de la temperatura con la altura, el denominado gradiente, es negativo, sin inversión térmica, y las plantas se enfrían por contacto.
También está la helada por radiación, que se produce por el enfriamiento de las capas bajas de la atmósfera y de los cuerpos que en ellas se encuentran debido a la pérdida de calor terrestre por irradiación durante la noche. Se produce en condiciones de viento en calma o escaso, y con cielo despejado. La pérdida de calor es mayor cuando las noches comienzan a ser más largas y el contenido de la humedad del aire es menor.
Por su parte, las heladas por evaporación se producen por la evaporación del agua líquida desde la superficie vegetal. Cuando hay disminución de la humedad relativa atmosférica, el rocío formado sobre las plantas se evapora. El paso del agua líquida al estado gaseoso requiere calor, que aporta la planta con su consiguiente enfriamiento.
Las heladas mixtas son aquellas que se producen simultáneamente por el vuelco de aire frío y la pérdida de calor del suelo, por irradiación, generando bien las denominadas heladas blancas, formando hielo sobre la superficie de las plantas con masas de aire húmedo, viento en calma y cielos despejados; o bien las heladas negras, sin hielo y con una coloración oscura en los vegetales cuando la masa de aire es seca y el cielo está cubierto o semicubierto.
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