​‘Pani’, un salmantino scout en Suiza que “disfruta y ayuda a los demás a disfrutar” en un entorno idílico como los Alpes

Subdirector de uno de los departamentos del Centro Mundial Scout que está en Kandersteg, cree que el estar allí le ha ofrecido una oportunidad profesional “que no creo que ni siquiera exista en España”, y asegura que en el futuro se dejará “llevar por el corazón”, como ha hecho hasta ahora

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Hay personas que deciden que su hogar no está necesariamente donde nacen, sino donde les marca el corazón. Es lo que le pasó a Javier Paniagua Petisco, o ‘Pani’, como le conoce todo el mundo. Este charro, nacido hace 27 años, sintió que su lugar estaba en un pequeño pueblecito de Suiza cercano a su capital (Berna) llamado Kandersteg.

Allí fue por primera vez para colaborar como voluntario en el Centro Mundial Scout. “Al principio fui con una actividad organizada desde España, y después el centro me ofreció quedarme para verano de 2015”, recuerda. Tras ello volvió a España, pero sabía que en Kandersteg tenía cosas pendientes, por lo que retornó en cuanto pudo, y allí lleva de manera continuada desde 2017.

Ese lugar le permite desarrollarse de una manera profesional “que no creo que ni siquiera exista en España”, a lo que se une que está en el sitio “idílico” para poder hacer lo que le gusta en su tiempo libre. “Me ofrece el máximo potencial tanto en mi vida profesional como personal”, asegura, motivos más que suficientes como para vivir allí.

Además, el idioma que usa tanto para trabajar como para vivir es el inglés, por lo que nunca tuvo ningún problema. “Vine aquí con un nivel bastante alto, y desde luego he mejorado mucho”, si bien insiste en que eso nunca fue una motivación para vivir.

De hecho, Kandersteg está situado en la zona germanófona de Suiza, y su intención es aprender, aunque al vivir y trabajar en inglés “es más complicado progresar en un idioma tan complejo como el alemán-suizo” (que guarda diferencias con el alemán de Alemania).

“La adaptación fue muy, muy fácil. Me gustaría tener más relación con la gente local, pero no es sencillo.”

‘Pani’ recuerda los primeros días como “muy, muy fáciles”, ya que tanto el alojamiento como las comidas, el seguro, la visa de trabajo y el resto de trámites fueron gestionados por el centro donde trabaja. “En ese aspecto fue soy un privilegiado, porque no me tuve que preocupar de nada más que de adaptarme a mi trabajo y de hacer amigos”, admite. Por ello, la adaptación, tanto al entorno como al trabajo, es plena, aunque reconoce que le gustaría tener más relación con la gente local, algo que “no es fácil”.

En el Centro Mundial Scout son, dependiendo de la época del año, entre 45 y 100 trabajadores de todas las partes del mundo, y todos entre 18 y 35 años, “así que socialmente lo encuentras todo”. Así, asegura entre risas haber sido “un poco vago” y no haber puesto mucho esfuerzo a la hora de adaptar las costumbres de la gente o del pueblo, si bien sí que mantiene buenas relaciones con algunos habitantes locales.

Actualmente, ‘Pani’ es subdirector del departamento que ofrece actividades educativas ‘outdoor’. Ofertan desde talleres interculturales hasta travesías por glaciares, así como cursos de escalada, de esquí o la posibilidad de hacer rutas de dos días por encima de los 3000 metros de altitud.

“Mi trabajo está muy relacionado con la formación de todos los guías que trabajan aquí, con la revisión de la seguridad en nuestras actividades y con el contenido educativo que tienen”, amplía detalladamente. Hoy en día, sobre todo, está realizando labores de planificación “más a largo plazo” con el objetivo de que “los grupos que vengan tengan una experiencia inolvidable”.

La sensación de disfrutar de un entorno idílico en vez de trabajar e incluso esquiar antes de comenzar la jornada laboral

El día a día de ‘Pani’ comienza temprano, ya que empieza a trabajar a las 8 horas. Eso sí, dependiendo de la temporada, “algunos días a las 6:30 horas se me puede encontrar entrenando o corriendo o, incluso, esquiando antes de empezar mi jornada”, ya que el lugar donde vive le permite hacer todo eso.

Su horario va de 8 a 18 horas, con un descanso para comer de 12 a 14 horas. El resto de la tarde y noche lo suele dedicar a irse con sus amigos a tomar algo. Eso si está cansado, porque si está “motivado” suele irse a escalar, correr o esquiar, algunas de sus actividades favoritas.

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“Eso en un día normal de oficina, que viene a ser el 80% del tiempo aproximadamente”. Porque cuando le toca guiar a grupos o cuando se encuentra en semanas de formación de guías, la película cambia “y es entonces cuando siento de verdad el privilegio que tengo”. Durante esos días que dura la actividad, ‘Pani’ suele encontrarse en los glaciares o en las montañas. Y arriba “no tengo la sensación de trabajar, sino de disfrutar de un entorno idílico y ayudar a otras personas a disfrutar también”.

Esa “inspiración” que generan tanto él como sus compañeros se debe a varias cosas, según su opinión. Una es el paisaje, que “ayuda, desde luego”. Pero lo que de verdad piensa es que “cuando haces algo desde el corazón, llegas mucho más a las personas, y eso es lo que intentamos aquí”.

La libertad, la gran diferencia de Suiza respecto a España

La comparación de Kandersteg con Salamanca es odiosa. Para empezar, porque es un pueblo de 1.200 habitantes, lo que hace que la capital del Tormes, aunque sea una ciudad pequeña, cuente con “semáforos, discotecas, y otras cosas que llevo dos años sin ver”, asegura entre risas.

Pero la gran diferencia llega a la hora de hablar de “libertad”. ‘Pani’ explica que Suiza es un país que confía mucho, en todos los aspecto, en la responsabilidad ciudadana, y no hay tanto control por parte de entidades a nivel de permisos, certificados o títulos, puesto que “valoran mucho más la experiencia y el interés por aprender que una nota o un examen”.

‘Pani’ sí que considera “esenciales” y una forma excepcional de formación los títulos, pero recuerda que no es la única y que tampoco están al alcance de todos, algo que los suizos sí entienden.

Por eso, no quiere decir que el país helvético es mejor o peor, sino diferente. Además, cada persona “es un mundo”, y los intereses de cada uno deben llevarlo a donde se encuentre más cómodo. “Salamanca es una ciudad excepcional donde no he oído a nadie quejarse de vivir allí”, y pide que si su futuro está en España, “que por favor sea en Salamanca”. 

“Somos más sanos cuando nuestro cuerpo y mente se convierten en utensilios”

Respecto a conocer el resto de Suiza, ‘Pani’ explica que ha podido visitar muchas zonas, especialmente el cantón de Berna, que es en el que vive. Ahí hay ciudades como la propia capital, Interlaken, Thun, Grindelwald o Adelboden que recomienda, y otros como la del norte de Eiger “que los vi por primera vez en ‘Al filo de lo imposible’, que ponía mi padre los domingos por la tarde, y ahora esquío ahí casi una vez por semana”, lo que no quita que le siga impresionado “incluso más”.

Lo que más le ha llamado la atención de su experiencia, y para mal, es “la dejadez de la juventud”. Tanto por el desempeño como por la pasión que tiene, está en constante contacto con jóvenes, y ‘Pani’ tiene claro que el cuerpo “no está hecho para ver la televisión o salir de fiesta varios días por semana y no movernos”.

Cree que “somos más sanos cuando nuestro cuerpo y mente se convierten en utensilios”, e insiste que cuanto más leemos, más comprendemos, y cuando más estudiamos, más nos interesamos. Por ello, no deja de sorprenderle que en los grupos que guía haya chicos y chicas de 20 años que estén cansados a la media hora de anda. “Creo que entre los años 90 y los 2000 algo falló en términos educativos”.

Eso sí, cree que esta tendencia se está revirtiendo. “El auge de las actividades ‘outdoor’ trae consigo mucha gente descubriendo pasiones y disfrutando de la naturaleza, por lo que, tras tocar fondo, “todo va a mejor”. Aunque reconoce que siempre ha sido demasiado optimista, como le dice su madre.

“Sé apreciar lo que tenía en Salamanca”

De Salamanca echa de menos “todo”, lo que no implica que quiere volver. Eso sí, asegura que siempre ha sabido apreciar lo que tenía en su ciudad natal: “un trabajo en un colegio que me apasionaba, amigos de por vida, el ‘terraceo’ desde primavera hasta otoño, el olor de La Aldehuela cuando cortaban el césped, las calles adoquinadas del centro…”

Así, cada vez que viene de vacaciones, no se le quita la sonrisa de la boca, y no descarta volver en un futuro, aunque hoy en día “no siento la necesidad de volver a España”. Tampoco sabe si seguirá mucho tiempo en Kandersteg, porque no le importaría moverse, pero el volver a Salamanca “ahora no sería mi primera opción”.

Respecto a su futuro en Suiza, de momento tiene todo este año por delante asegurado, y a principios del 2020 será el momento de buscar “nuevos retos, nueva vida y nuevos proyectos”. No sabe dónde, pero sí tiene claro que le gustaría que fuese algo “que me despierte tanto dentro como lo hace esta etapa aquí en los Alpes”.

Sí que le gustaría seguir relacionado con las actividades ‘outdoor’, pero no tiene claro ni en qué área ni en qué país. “EE.UU., Canadá, Nueva Zelanda o Islandia, uno de esos será mi siguiente destino, seguramente”, afirma sentenciando que se dejará “llevar por el corazón”, como ha hecho hasta ahora. 

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