Una caja de sorpresas: así es Salamanca capital a ojos de los turistas y de los propios salmantinos. Su belleza traspasa fronteras locales, nacionales e internacionales. Rica en patrimonio monumental, con una amplia diversidad de fauna y flora pendiente de explorar. Para descubrir la riqueza de esta ciudad y sobre todo sus entresijos más recónditos hay que tener tres cosas principalmente: curiosidad, ganas y prismáticos.
Las dos primeras, la curiosidad y las ganas, son imprescindibles, un impulso, para aferrarse a los anteojos y comenzar la aventura sin salir de la capital, poniendo los cinco sentidos a merced de la naturaleza y del patrimonio cultural. En este sentido, la Catedral de Salamanca es el refugio, la vivienda o el hábitat de numerosas especies, tanto de fauna como de flora, que conforman un exuberante patrimonio vivo y pétreo.
Con el fin de conocer esta riqueza “desconocida” de nuestra ciudad, Salamanca24horas ha recorrido junto a Raúl de Tapia, director de la Fundación Tormes, uno de los mayores “exploradores” de la ciudad, con “hambre” de conocimiento y enseñanza, los alrededores de la Catedral para divisar las diferentes especies que aquí habitan.

A través de una visita naturalística, artística y/o arquitectónica aprendemos a renaturalizar Salamanca, una actividad que forma parte del proyecto ‘Live Vía de la Plata’ donde desde el Consistorio salmantino se lleva trabajando desde hace tres años, luchando para que Salamanca sea una ‘Ciudad Patrimonio’.
La fachada de la Catedral de Salamanca está compuesta por numerosas imágenes talladas en piedra de Villamayor, donde se pueden observar diferentes especies de animales y plantas plasmadas hace cuatro siglos atrás, fruto de la observación de los canteros: “La Catedral para la fauna es un hábitat rocoso, para las aves fundamentalmente es un acúmulo de altura de piedras, como un roquedo que invita a especies como los cernícalos, las grajillas o las cigüeñas a nidificar, estableciendo su hogar en la capital, en lugar de en el campo”, revela Raúl de Tapia.
El uso de este monumento como lugar de reposo, de refugio o incluso de reproducción se intensifica en estas fechas, casi primaverales, según manifiesta De Tapia: “Los cernícalos utilizan las estructuras de la Catedral, tanto para nidificar como para el descansar, usando también las cúpulas de la Clerecía durante este tiempo para las reproducciones”. El cobijo de la ciudad en esta época de reproducción aporta a las aves una importante fuente de alimentación, según detalla Raúl, quien asegura que “cuando comienza la iluminación nocturna han adaptado sus hábitos y salen a cazar polillas porque suponen una fuente de alimentación muy voluminosa”.

Además de los cernícalos o las cigüeñas se observan otras aves también como los vencejos “que forman carruseles grandes que van girando alrededor de la plaza de Anaya o en el entorno del convento de San Vicente porque están alimentándose de insectos que están volando”. A ellos los acompañan las golondrinas, otra especie de ave, con la que a menudo son confundidos y que se diferencian, según explica Raúl, porque “los vencejos se van a desplazar sobre todo en grupos, mientras que las golondrinas lo hacen de manera individual”.
Las aves mencionadas hasta ahora, junto a otras especies de fauna son las que “visten” la fachada de la Catedral de Salamanca, repartidas por diferentes espacios: “En la parte de la Puerta de Ramos hay tallada una cigüeña, y en la Puerta del Obispo hay tallada de manera histórica el cuerpo de un vencejo que ve perfectamente por la manera que tiene de posarse y de cruzar las alas, aunque también se pueden encontrar especies nocturnas que viven en las cúpulas de la Catedral o de los edificios históricos como son las lechuzas que aparecen también reflejadas en otra de las tallas”.
Respecto a los elementos de flora y de fauna que se pueden encontrar en el conjunto de los recursos arquitectónicos, Raúl de Tapia asegura que “nos dimos cuenta de que había varios de ellos que estaban muy asociados a estos hábitats del patrimonio que seguramente los artistas que tallaron todas estas obras convivían de manera natural con ellos.

Hay una talla preciosa de una planta en una de las Puertas del Obispo, que está tallada en tres dimensiones, está tallada por delante, está tallada por detrás y está tallada a lo largo de todo el crecimiento, se trata de una nueza, una brionia dioica, una planta que suele crecer en el entorno de las canteras, de las zonas donde hay rocas sueltas y lugares un poco removidos. Ese cantero convivía con esa planta y la refleja a unos niveles de precisión tremendos porque incluso en las venas de los pétalos en la flor aparecen reflejados los botones florales que es la flor antes de salir, y eso implica que ha tenido que tener una observación constante de esa planta para reflejarla con esa verosimilitud”.
Al mismo tiempo reconoce que “hay otras especies que son más comunes en el arte porque tienen una simbología clásica, como puede ser el acanto que aparece por todos los lados, y luego hay plantas que pueden estar más asociadas a simbologías religiosas cuando aparece el racimo de uvas, por ejemplo. Entonces cuando lo analizas en su conjunto termina siendo muy interesante el ver, el tratar de descubrir qué hay tallado, qué pudieron ver los ojos de los canteros, de los constructores, y luego hay elementos un tanto pizpiretos como la talla de un pavo real.

Hay jabalíes, galgos, liebres que son muy comunes y que aparecen con mucha intensidad porque ya en aquella época eran abundantes. Aparecen zorzales, y un animal que a mí me dejó muy impresionado como es un lirón careto, que es un micromamífero que se alimenta de bellotas muy singular, y además se le reconoce perfectamente porque tiene en la cola una especie de pincel en una zona más algodonosa y que está a una altura perfectamente visible, pero el encontrarte en la época del siglo XVI-XVII con un pavo real en España, no creo que abundaran mucho fuera de las galerías aristocráticas o de los Reyes en el sentido de que tener a veces pajareras inmensas como ocurría en Aranjuez o en La Granja porque disfrutaban. Las pajareras para ellos no eran una especie de jaula grande, eran lugares donde los pájaros cantaban para ellos, y de hecho en ocasiones se llevaban a músicos para que tocaran con los pájaros como fue el caso de Boccherini, que lo invitaron a tocar varias veces en una de estas pajareras”.
También hay reflejadas otras esculturas como un lince, un toro, un águila o un cangrejo.

Todo ello se trata de un tesoro escondido y sobre todo desconocido para los propios residentes que son los salmantinos. Al respecto Raúl de Tapia considera que “los salmantinos se sorprenden porque nunca se han parado a mirar, nadie se ha parado a mirar, muchas veces pasamos por los lugares sin leerlos, solo los vemos, y es interesante el poderlos conocer bajo esas lecturas. Creo que hay que hacer un cierto ejercicio de interés por tratar de conocer la ciudad más allá de lo que vemos habitualmente en una postal, hay que tratar de profundizar un poco, y de que se caiga el “velo”, y conocer qué es lo que quiere decir cada uno de los elementos que tenemos y de los que podemos disfrutar. Es el caso, por ejemplo, de las dos secuoyas que hay plantadas en frente una de la otra en la plaza de Anaya, plantadas una en 1872 y la otra en 1971 por dos parientes de la familia Onís que se empezó a entender cuando se puso la placa que ahora hay debajo”.

Finalmente, gracias a estas visitas que se están llevando a cabo desde el proyecto ‘Live Vía de la Plata’, en concreto tres ya, el director de Fundación Tormes confiesa que “a partir de escenarios que ya están renaturalizados hay que entender que no es un concepto ajeno a nosotros, sino que es un concepto que ya existe y que lo que tenemos que tratar es de expandirlo, de generar nuevas infraestructuras a lo largo de la ciudad que mejoren esa renaturalización, pero partiendo de que no es algo que vaya a incomodar o que vaya a generar algún tipo de situación discordante con la ciudadanía”. Así, De Tapia explicó que “’todos estamos acostumbrados a ver las aves en la Catedral, donde algunas causan daños y otras no: las que causan daños ya se están trabajando, y las que no, van a seguir conviviendo.
También hay aquí otras especies como la instalación del halcón peregrino, la caja halcón peregrino que se instaló hace unos años permite controlar en cierta manera la población de palomas, y la idea que tenemos de Ciudad Patrimonio hay que entenderla con toda esta circunstancia, es decir, no es lo mismo vivir una ciudad patrimonio que en una ciudad que no es patrimonio. Vivir en una ciudad patrimonio genera el poder visibilizar todas estas especies. En el caso, por ejemplo, de Segovia que todo su conjunto histórico tiene mucha caliza, la cantidad de vegetación que sale sobre los monumentos multiplica varias veces la que sale aquí, es decir, la caliza es muy amiga de tener vegetación, causando daño, a veces no, pero a veces sí, por ello hay que ver qué puede causar daño y qué no, y tratar de controlar esas situaciones”.
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