El placer femenino "estaba mal visto” porque “se educaba en que el orgasmo era algo sucio y reprobable”

Los succionadores de clítoris o la separación entre la educación sexual y la ideología religiosa han contribuido a la liberación de la sexualidad femenina, sin embargo, tan solo el 30% de mujeres logran alcanzar el clímax actualmente

Orgasmo femenino | Foto INFOSALUS
Orgasmo femenino | Foto INFOSALUS

Durante décadas la sexualidad femenina ha quedado en segundo plano, siendo castigada y calificada como algo perjudicial. Por ello, la mayoría de las mujeres han evitado exteriorizar esta práctica durante años, aunque en los últimos tiempos las cosas han cambiado en favor del colectivo femenino gracias a la revolución de los succionadores de clítoris o el movimiento feminista.

Además, la información e investigación han sido muy escasas sobre esta materia debido a la connotación negativa que ha arrastrado como herencia de la Iglesia católica, en la situación concreta de España, unas barreras que se van superando poco a poco destinando cada vez más recursos para conocer el cuerpo femenino.

“La capacidad orgásmica de la mujer es bastante más variada”

Entre el orgasmo masculino y femenino existen “bastantes” diferencias, ya que el hombre lo consigue “con la estimulación del glande” y en el caso de la mujer “tiene bastantes más”, explica Ángel Luis Montejo, psiquiatra del Hospital Universitario de Salamanca y director científico de la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental.

Ángel Luis Montejo, psiquiatra del Hospital Universitario de Salamanca y director científico de la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental (1)
Ángel Luis Montejo, psiquiatra del Hospital Universitario de Salamanca y director científico de la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental

Las mujeres pueden llegar al clímax a través del “clítoris, la vagina, los pezones” o mixto, que combina las partes mencionadas anteriormente.

Según apunta el experto “la mayor parte de las mujeres tienen un orgasmo clitoriano” ya que el vaginal “no todas son capaces de tenerlo” porque “en la penetración se tiene que contactar con el clítoris, que tiene una zona externa y otra interna, que se puede estimular desde dentro de la vagina” y si no se estimula, dificulta el objetivo de alcanzar el orgasmo.

La revolución de los succionadores de clítoris: “Han ayudado mucho”

Los succionadores de clítoris revolucionaron el campo de la sexualidad para las mujeres “ayudando mucho” a combatir una “tremenda lacra” que se arrastra a causa de la ideología católica que ha marcado a generaciones anteriores.

“Todo el placer de la mujer estaba mal visto” ya que “se educaba en que el orgasmo era algo sucio y reprobable” y aunque actualmente el sexo “se sigue considerando tabú”, lo es “mucho menos” porque ahora “la educación sexual no está asociada con la ideología religiosa”.

Hoy en día “el feminismo ha sido una parte importante” para cambiar la mentalidad de la sociedad, contribuyendo a que más mujeres alcancen el orgasmo, al cual solo llegan en torno al 30% de ellas porque “requiere más educación sexual, más conocimiento y una actitud diferente”.

De igual modo, Montejo asegura que “no hay ningún dato que nos diga que tener un orgasmo es malo, al contrario, es una manera de tener satisfacción y una liberación de hormonas y neurotransmisores positivos para nuestra vida”.

Más educación y formación afectivosexual: la falta de información "genera patologías"

El acceso a Internet “ha cambiado mucho la cosa”, sin embargo, no ha sido precisamente a mejor ya que existe una gran cantidad de información que “se busca por curiosidad”, pero sin la formación adecuada los niños y niñas “son incapaces de asimilar lo que ven porque no lo comprenden”.

El psiquiatra considera que se debe poner el foco en la formación de los menores cuya educación afectivosexual “es más importante que otras materias que aprenden para olvidar al día siguiente” y que se debe formar en los centros educativos en conjunto con las familias porque “es algo con lo que se van a encontrar sí o sí”.

Actualmente, los pequeños acceden a Internet a partir de los 7-8 años, por lo que “si no les explicamos” pueden “encontrar contenido que les desinforma, les hace daño y les genera confusión”.

Esta desinformación “puede provocar patologías” que se evitan enseñando a los jóvenes “cómo funciona su aparato genital, cómo es su sexualidad o sobre los valores, el enamoramiento, la dependencia y el deseo”.

Igualmente, la pornografía “ha incrementado los complejos y las dudas” porque “hay mucho afán por imitar lo que uno ve”. No obstante, estos contenidos reproducen actividades sexuales que están pensadas y creadas “para impresionar y atraer público”, pero no es la realidad. Todo ello genera confusiones en las prácticas sexuales entre los jóvenes, quienes normalizan conductas y comportamientos tales como la duración de la relación sexual, el tamaño o la forma de los genitales: “He tenido pacientes en la consulta que venían porque no tenían erecciones de 2-3 horas”, cuenta Montejo.

Sexo y salud mental

A menudo no se relaciona el sexo con la salud mental, sin embargo, juega un papel “tremendamente importante” a la hora de mantener relaciones sexuales satisfactorias y plenas.

Los psicofármacos que se emplean para tratar algunas patologías como “la depresión, la psicosis o los trastornos obsesivos” provocan “un descenso del deseo y de la excitación” afectando como consecuencia última “al orgasmo en mujeres”.

Esta situación “ayuda poco” porque “se deteriora la vida sexual” y además “no es un tema que suele hablarse en consulta” ya que existen “pocos expertos en estas competencias”.

No obstante, las nuevas generaciones han resignificado el concepto del sexo siendo “más activos” y viviéndolo “con menos miedo”, desmitificando “las primeras veces o la virginidad”, lo que también tiene una parte negativa a la que se suma la desinformación y la falta de formación que se comprueba “en el aumento de las enfermedades de transmisión sexual”.

Montejo insiste en que la solución es “educar” porque “si no enseñamos nosotros le va a enseñar cualquier circunstancia u otra persona que no esté cualificada y va a ser muchísimo peor”.

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