La despoblación, bien se sabe, es uno de los principales problemas de los que se aqueja Salamanca. Y los hechos se encuentran en cada dato que aparece. El último, este jueves, ha sido el del Instituto Nacional de Estadística, que ahonda en la profunda herida de la pérdida poblacional.
Así, según las estadísticas avanzadas por el INE, a comienzos de 2019 la población ya había descendido de los 330.000 habitantes en la provincia. Lo hace por primera vez desde que existen datos aportados por el propio INE y tras diez años consecutivos de caídas.
La última ha sido de cerca de 1.500 personas en solo un año. Desde los 331.473 hasta los 329.866, dato muy lejano de lo que solo hace poco eran más de 350.000. En 2012, de hecho, después de ya tres caídas, la cifra todavía se encontraba por encima.
Solo siete años después el dato es demoledor. Efectivamente, todavía hay provincias con mucha menos población que Salamanca, incluso que, porcentualmente, hayan perdido más población. Pero en siete años, son más de 20.000 personas las que ya no están, bien por un envejecimiento de la población que amenaza con seguir esta imparable dinámica, bien porque deben emigrar.
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