Durante el verano las piedras o cálculos renales son más frecuentes que en otras épocas del año. Según revela a Infosalus el urólogo del Hospital Gregorio Marañón Igor Blaha, estos son producto del metabolismo del propio funcionamiento del cuerpo.
"Son productos de desecho que se acumulan en la vía urinaria, en el riñón. Básicamente son minerales que el cuerpo elimina y que, de alguna forma, se quedan estancados en las vías urinarias y producen esas piedras. Estos episodios se manifiestan en cólicos y dolores de riñón", revela el experto.
Las causas son muy diversas, según prosigue el experto, debido a que también la composición de las piedras puede ser distinta. En general hay tres grandes grupos de piedras o cálculos urinarios, según concreta el doctor Blaha: las piedras cálcicas, las de ácido úrico, y las piedras infectivas.
Generalmente son piedras cálcicas, es decir, que están compuestas a partir de calcio; después se encontrarían las piedras de ácido úrico; y las piedras infectivas, que son consecuencia de infecciones repetidas del aparato urinario.
También, aunque de forma menos frecuente, pueden producirse piedras más raras de origen genético o hereditario, o bien las ocasionadas por fármacos, "que son muy infrecuentes", según precisa.
Sus causas, según prosigue el especialista del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, son diversas, si bien concreta que existen ciertos rasgos comunes a los tres grupos: "La causa que se considera más importante es la insuficiente hidratación. Es una causa común a casi todos los tipos de piedras".
En cuanto a los síntomas de piedras renales, el urólogo precisa que el dolor es la manifestación más frecuente, siendo el cólico un "dolor brusco, repentino, bastante intenso". Dice que ahora en verano estas son más frecuente, "generalmente debido a que en esta época la gente bebe menos agua y eso puede precipitar con mayor facilidad el cólico".
Ahora bien, Igor Blaha subraya que no siempre el tener piedras en el riñón conlleva dolor, y éstas pueden encontrarse por casualidad en pruebas de imagen que se realizan por otra circunstancia, o bien por una sepsis urinaria, una infección severa y repentina que cursa con dolor, mal estado general, fiebre, y náuseas, "que también puede poner en peligro al paciente".
"Cuando se trata de un cólico de riñón seguramente los pacientes acuden a Urgencias porque se trata de una urgencia. Sufren un dolor intenso brusco, que es tan intenso que no queda otra opción. Otras veces es un dolor más leve, crónico incluso. En ese caso se debe siempre consultar primero con el médico de cabecera", apostilla.
Nadie se libra de las piedras en el riñón
Con todo ello, el urólogo manifiesta que "prácticamente cualquier persona y de cualquier edad" puede vivir esta serie de episodios, incluso desde la infancia, aunque en los niños son poco frecuentes.
"En los niños suelen tener lugar las piedras en el riñón las que son hereditarias o debidas a enfermedades metabólicas concretas. Pero las personas adultas de cualquier edad, etnia o sexo pueden tener piedras. Entre sexos puede haber diferencias entre el tipo de piedras pero no suele haber diferencias en cuanto a la edad o a los grupos de población", prosigue el doctor Blaha.
Sobre el tratamiento, el especialista del Hospital Universitario Gregorio Marañón mantiene que hay que distinguir el cuadro agudo o cólico, en cuyo caso debe solventarse con un tratamiento urgente que suele consistir en controlar el dolor, mediante medicación analgésica, y escalonada según la intensidad de dolor.
"Si el cólico viene acompañado de fiebre, de sepsis, o de signos de infección aguda entonces puede ser necesario hacer una derivación urgente de la vía urinaria. La sepsis suele venir causada por una obstrucción total de la salida de la orina de uno de los dos riñones. Incluso puede ser necesario el catéter para desobstruir el riñón y asegurar así la salida de la orina infectada. Aparte, por supuesto, de tratamiento antibiótico para esa infección aguda", agrega.
Eso sí, el tratamiento propiamente de las piedras suele desarrollarse más adelante, e indica que depende de la composición de las mismas. En general, el doctor Blaha apunta que las cálcicas, que como hemos mencionado son las más frecuentes, por su localización habitual y tamaño pueden tratarse con litotricia o ondas de choque, o bien mediante cirugía.
"A veces si la piedra es pequeña, está en el uréter y ha recorrido la mayor parte de la vía urinaria hacia la vejiga, es el propio paciente el que la acaba expulsando de forma espontánea", agrega.
Por otro lado, y si el dolor está bien controlado, sostiene que a veces hasta un 70% de las piedras que son de 5mm o menos salen solas, añadiendo un tratamiento expulsivo. En definitiva, remarca que si no salen por sí solas, las opciones son la ureteroscopia o la litotricia, así como otras cirugías.
Mientras, indica que las piedras de ácido úrico, más frecuentes en obesos o en personas con diabetes, pueden disolverse con medicación. "En este caso, lo idóneo es disminuir la acidez de la orina de forma que se disuelve la piedra y ésta sale sola con la orina", precisa el experto.
Con todo ello, este especialista mantiene que la prevención es lo más importante, pero durante todo el año, no solo en el verano. "Casi la mitad de los pacientes con cólicos en su vida tienen riesgo de volver a tener piedras en el futuro y en general casi un 10% de la población tiene el riesgo de volver a sufrir de piedras en algún momento de su vida", agrega.
Para ello, el doctor Blaha, urólogo del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ve fundamental la hidratación, preferiblemente beber agua, pero insiste en que realmente cuenta casi cualquier líquido (leche, sopas, frutas, infusiones) porque a muchas personas mayores el agua les sienta mal, o no les gusta, y siempre hay alternativas, según celebra.
En este ámbito dice que sí es importante evitar bebidas gaseosas o azucaradas, así como reducir el consumo de sal con la comida, procurar no superar los 3-5 gramos de sal al día, intentar evitar carnes rojas, y en aquellas personas diagnosticadas con problemas metabólicos o enfermedades intestinales con propensión a formar piedras, o pacientes con historia familiar de piedras, estos necesitan un seguimiento o prevención más especial.
En última instancia, llama la atención sobre una creencia muy común entre los pacientes que en las piedras de calcio se debe reducir la toma de productos lácteos. "Esto no es verdad, incluso el calcio de las piedras procede del metabolismo del cuerpo y por eso no se debe dejar de tomar productos lácteos si los suelen tomar porque incluso tienen un papel protector. El calcio de la dieta puede arrastrar el oxalato, que es uno de los componentes de las piedras cálcicas", concluye el especialista.
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