El Pozo de las Nieves, mucho más que un nombre
La visita al nuevo atractivo turístico está lleno de sorpresas que van más allá del espectacular Pozo de las Nieves, que da nombre al trayecto. Diversas dependencias que han ido cambiando su uso a lo largo de la historia, la muralla desconocida de los Siete Picones, así como una galería subterránea con un final incierto son otras de las diversas cosas que se podrán ver en las visitas guiadas que ya ha comenzado este viernes
Ya se puede visitar un nuevo recurso patrimonial, el Pozo de las Nieves, un lugar mucho más que histórico, con un largo proceso que le ha llevado a lo que es hoy, un espacio en el que perderse a través de sus paredes, pozos, puertas que eran ventanas y suelos que se conservan. Un lugar en el que, a pesar de no ser de un tamaño especialmente grande, uno se puede perder admirando, imaginando y recordando lo que tuvo que ser la historia allá por el siglo XVI.
Y, efectivamente, hay que imaginar porque se muestra una parte remodelada de lo que fue el convento de San Andrés, al que podrían pertenecer todas las dependencias que se pueden ver ya en las visitas guiadas los viernes a las 18 horas, los sábados a las 12 y 18 horas, y los domingos a las 12 horas, siempre con inscripción previa en la Oficina de Información Turística de la Plaza Mayor.
SALAMANCA24HORAS visita este ‘nuevo’ espacio que se ha ido encontrando a través de los últimos años y que por fin ve la luz, aunque esto último no se puede decir de todo lo que se visita. Además del propio Pozo de las Nieves, con historia antigua y reciente, se puede visitar una pequeña galería subterránea en el que, precisamente, se debe imaginar por varias razones.
Quizás fuera del propio convento. Un almacén donde guardar los víveres a una temperatura baja o puede que fuera un pasadizo que va mucho más allá. De hecho, la galería, de apenas unos metros, continúa hasta un punto en el que los ojos humanos no alcanzan a ver y que, ante el peligro que puede conllevar, se ha decidido no abrirlo a estas visitas.
A él se llegó en estos dos últimos años a base de picar hasta donde la piedra permite y de restaurar para hacer de los paseos por allí algo agradable de ver y sentir, de convertir, como se decía antes, huecos opacos en puertas con la colaboración vecinal. Todo un logro, a veces peligroso, pero gratificante a 5 de mayo de 2015.
Mucho más allá de la historia que cuentan las paredes, como relata una de las arqueólogas participantes en su remodelación, Elvira Sánchez, tiene también curiosidades recientes. De hecho, en 2005 se descubre parte de este Pozo, aunque todavía era inimaginable en sus dimensiones y complejidad, gracias a denuncias de los vecinos de que ‘okupas’ se encontraban en este lugar ruinoso que, eso sí, eran dependencias de una casa. El propio Pozo de los Nieves estaba escondido bajo un comedor con su mobiliario, mientras que los accesos a la parte subterránea, una casa habitada hasta hace poco que, muestra, más allá de sus paredes, a qué nivel se encontraba la carretera que llevaba desde Villacastín a Vigo.
En 2009, después de un pequeño abandono, se volvieron a retomar las obras, aunque ya en otras dependencias, también después de los avisos de los vecinos de otros ‘okupas’. Y así hasta que en 2015 se inició definitivamente el proyecto que le ha llevado a lo que se puede ver durante los fines de semana en visitas guiadas en grupos reducidos y con el uso del casco de protección de manera obligatoria.
Una pequeña aproximación
La historia de cada dependencia y del conjunto de todas se explicarán de la mano de una arqueóloga en una visita que incluye un completo e interesante recorrido que se iniciará en el Pozo, para salir a los jardines, donde se podrán contemplar los Siete Picones de la Cerca; entrada en las dependencias hasta los túneles y de nuevo, para finalizar, el Pozo, visto desde abajo.
El recorrido permite descubrir uno de los monumentos más peculiares y desconocidos de la Salamanca del siglo XVIII. Junto a la Cerca Nueva de la ciudad se conservan los restos de uno de los más importantes conventos de la Salamanca renacentista, el de San Andrés, conocido como el ‘Escorial salmantino’ por sus grandes dimensiones y adusto estilo arquitectónico, levantado en el siglo XVI por la Orden del Carmen Calzado. Fue uno de los centros conventuales más importantes de la ciudad hasta su destrucción a mediados del siglo XIX.
De él nos han llegado la capilla de la Orden Tercera del Carmen y unas pequeñas dependencias de servicio anexas al cuerpo principal consistentes en una casa de oficios con tenadas y un magnífico pozo de nieve construidos durante el siglo XVIII.
El Pozo de Nieve constituye una asombrosa construcción en la que nuestros antepasados almacenaban y conservaban la nieve que traían sobre mulos desde las Sierras de Francia y Béjar para convertirla en hielo, que luego aprovechaban para fabricar helados o sorbertes, como conservante o con fines terapéuticos.
El espectacular pozo de más de siete metros de profundidad cubierto por una bóveda de pizarra es otro de los atractivos de la visita, que permite, además, admirar parte de la antigua muralla medieval de Salamanca, las caballerizas y tenadas del convento, parte de la torre nordeste del complejo… Las misteriosas galerías subterráneas, de origen y función inciertos, añaden también singularidad a la visita.
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