Dos décadas de trabajo contra las drogas, brindando apoyo y una segunda oportunidad a personas y sus familias y poniendo luz a una realidad que sigue creciendo: las adicciones. Proyecto Hombre Salamanca celebra su 20 aniversario con la misma ilusión con la que arrancaron en 2004, apostando por cada hombre y mujer que necesita ayuda al igual que han hecho en estas dos décadas con los cientos de personas a las que han ayudado a salir del pozo de las adicciones para poder dar un giro de 180 grados a sus vidas.
Veinte años en los que los consumos han cambiado, al igual que la sociedad, aunque no dejan de crecer. “Han cambiado los perfiles, las necesidades y hay que dar respuesta a esas nuevas necesidades y para eso hay que adaptarse” segura Manuel Muiños, presidente de la ONG Salamanca. “Proyecto Hombre no se ha quedado en los años 70 u 80, hemos evolucionado y estamos a la vanguardia de los tratamientos”, añade.
Pero, ¿qué es lo que más ha cambiado en estos veinte años? Pues nada más y nada menos que la salud mental, que ahora está asociada fuertemente a los consumos ya que cada vez ingresan más personas con problemas de patología dual (pacientes que sufren de manera simultánea o a lo largo de su vida una adicción y otro trastorno mental) Esperanza González, terapeuta de Proyecto Hombre Salamanca, asegura que cada vez tienen más ingresos en la comunidad terapéutica de personas que tienen problemas de salud mental asociados a los consumos y, de hecho, cuentan con una línea de tratamiento específica para estos perfiles. Son personas que, aunque consigan el alta terapéutica y sean jóvenes, “tienen unas secuelas que les acompañarán toda la vida y que tendrán que seguir tratando”.
Otro de los cambios importantes está en el tipo de consumo que se hace y en la aparición de adicciones sin consumo. De la heroína de los años finales del siglo XX se ha pasado al alcohol y la cocaína, con una alta presencia del cannabis. Así lo asegura Ana Rodrigo, terapeuta del centro. “Los consumos empiezan antes y eso también influye en la salud mental, empiezan a consumir más jóvenes. Se suele empezar por el alcohol, que es la droga reina de todo, también los porros, pero el alcohol está muy normalizado, tiene un consumo social y está presente en cualquier circunstancia de la vida diaria”, asegura Espe González.

Las principales sustancias que han generado, durante estos 20 años, las demandas de tratamiento en el centro salmantino son cocaína en un 38,14 % de los casos, alcohol en un 23,72%, heroína y cocaína un 15,87%, cannabis 10,86%, heroína 2,95%, alcohol y cocaína un 2,39%, benzodiacepinas-anfetaminas un 2,23% y adicciones comportamentales un 2,17%.
Otro cambio es la aparición de nuevas adicciones, sin sustancias de por medio y totalmente comportamentales. Es el caso, por ejemplo, de las adicciones a las nuevas tecnologías. “Va a llegar un momento en el que la tecnología desborde, sobre todo el tema de los móviles, de vivir a través de una pantalla. El problema no es la pantalla, es que hay educación respecto a esto y ya se dan casos de niños que viven a través de las pantallas y de las redes sociales, que te hacen vivir una vida irreal, que no es la tuya y eso acarrea problemas distintos y complejos, es un trabajo conjunto”, añade Ana Rodrigo.
Un trabajo en continua evolución. De hecho, Proyecto Hombre Salamanca ha atendido en estos veinte años de vida a 2,971 personas en sus diferentes programas de tratamiento de adicciones. A estos hay que añadir el trabajo que se realiza con sus familiares, que sumarían otros 6.000 y con los que se trabaja de forma transversal, ofreciéndoles información y apoyo terapéutico.
Proyecto Hombre ha atendido a casi 3.000 personas en estos 20 años de vida en Salamanca
Raúl con tan sólo 20 años y David con 34 son dos de las personas que en estos momentos siguen su tratamiento en la comunidad terapéutica de Proyecto Hombre. En el caso de Davíd fue su familia quien insistió para que entrara en el centro. Asegura que le costó mucho confiar, pero que "es la única manera de cambiar". Dar pasos adelante en un proceso duro, que conlleva muchos meses de trabajo. David afirma que una de las cosas más difíciles para él ha sido convivir con tantas personas, aunque sus once meses en el centro hacen que terminar su proceso está cada día un poco más cerca. "Aquí te sientes protegido, aunque siempre hay ganas de salir", asegura. Por su parte David afirma que su mayor reto es "superarte a ti mismo y las limitaciones de la calle, romper con los hábitos negativos". Reconoce que el proceso es duro "sobre todo al principio" ya que "hay que cambiar de mentalidad", pero tiene esperanza en lograrlo "aunque cueste". Es su segunda oportunidad.
Además del trabajo de 24 horas que Proyecto Hombre realiza en su comunidad, también cuenta con programas de prevención familiar universal y selectiva en la provincia de Salamanca, como el programa Moneo y el programa Dédalo. En ellos, la ONG ha llegado a 2.300 personas. A eso se añaden las diferentes acciones orientadas a la prevención con talleres y charlas informativas sobre la problemática de las adicciones llegando a 7.924 personas.

Números tras los que hay personas y sus familias que han pasado por un duro proceso. Personas que dejan huella tanto en los terapeutas como en los voluntarios que colaboran con la ONG. Todos ellos, luchan por conseguir el alta terapéutica que les brinda una segunda oportunidad. Las cifras que maneja la ONG indican que el 97 por ciento de los usuarios que consiguen el alta no recaen tras finalizar el dilatado proceso de rehabilitación. Tienen una segunda oportunidad que les permite volver a tener una vida normalizada, recuperar a sus familias y, en definitiva, vivir. Algo que para Espe González es “muy satisfactorio” ya que “siempre hay que pensar que hay una esperanza, que hay un objetivo y que vamos a intentar conseguirlo, con mucho esfuerzo y cueste lo que cueste, porque cuesta mucho sacar adelante a las personas y a las familias”. Lo peor de este trabajo es ver que algunos no lo consiguen. “Cuando sabes de alguien que abandonó el programa y recae o hay fallecimientos por consumos es lo peor”, asegura. Algo que va también implícito en el trabajo pero que no les hace perder la ilusión de seguir trabajando para que la mayoría consiga tener una vida sin adicciones.
Un proceso en el que los voluntarios son muy importantes. De hecho, la ONG sigue necesitando manos altruistas que quieran echar una mano. Algo que pueden hacer con múltiples tareas, desde el área médica, ocio y tiempo libre, apoyo y acompañamiento, labores de recepción,… A lo largo de estos 20 años la ONG ha contado con la ayuda de 315 personas que han realizado algún tipo de voluntariado. Algunos de ellos tan fieles que llevan colaborando con la entidad desde el primer día. La figura del voluntario en Proyecto Hombre cumple además un papel de referencia para las personas que se encuentran en tratamiento por un problema adictivo. Sirven como modelo con el que poder identificarse, como ejemplo de personas comprometidas y solidarias, que ofrecen un ejemplo de escucha activa y, además, representan una normalización para las personas que están en tratamiento, mostrando otras formas de vivir sin adicciones. “Tenemos que dar las gracias a los voluntarios, a la sociedad salmantina que nos acogió”, asegura Muiños. Una sociedad que tiene que entender “la necesidad de la reinserción más allá del centro terapéutico y que entiendan que las personas puedan cambiar y tienen derecho a ese cambio”.

A la hora de hacer balance de estas dos décadas el presidente de Proyecto Hombre Salamanca asegura recordando los inicios de la ONG que en aquel momento “no sabíamos cómo íbamos salir adelante, pero se fue haciendo realidad aquella ilusión y aquel sueño gracias a mucha gente que se ha implicado a lo largo de todo este tiempo. Aunque había dudas y miedos, hemos visto con el paso del tiempo que acertamos con la decisión”.
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