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​Los psicólogos alertan de la posibilidad de agorafobia entre la población a raíz del confinamiento

Muchos niños han sufrido trastornos de conducta y pesadillas durante el estado de alarma y, ahora que vuelven a la normalidad, les está costando volver a relacionarse presencialmente

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Ahora toca irrecuperando la vida que habíamos dejado confinada: salir a la calle, ver a losamigos, coger el autobús... Sin embargo, algunos niños y jóvenes ‘se hanconectado’ virtualmente con videojuegos y con amigos, se han acostumbrado avivir encerrados y ahora les está costando salir.

Igualmente, haygente mayor que es muy consciente de su vulnerabilidad y que ahora vive conmiedo. Se detectan casos de ansiedad, angustia y agorafobia o, por elcontrario, gente que vive sin ninguna prudencia. Cada persona es un mundo, perolos psicólogos recomiendan parar un momento y hacer una reflexión sobre qué nosha pasado y qué sigue pasando.

“Por mucho que ahorallamen ‘nueva normalidad’ a lo que vivimos, es nueva pero no es normalidad”,asegura María del Carmen Rodríguez, tutora del grado de Psicología y directorade un centro de psicología. Tras estos meses encerrados, volvemos a las callesy, por ende, a tener contacto con gente. Según esta psicóloga, “será necesariotener muy en cuenta las agorafobias (por el confinamiento) y los cuadros deansiedad, tanto por los efectos sanitarios como por la repercusión económica ysocial”. Rodríguez trabaja mayoritariamente con niños, pero justamente durantela vuelta “se ha encontrado con nuevas consultas de adultos con cuadros deansiedad, de parejas afectadas por el confinamiento y de niños con fobias,pesadillas y problemas de conducta”.

Según Rodríguez, “aescala personal, debemos parar un momento y hacer una reflexión. Han sido tresmeses, pero parece un instante, una pesadilla. Debemos hacer un poco de memoriay mirar qué hemos hecho y qué no hemos hecho durante estos meses, a fin de norepetir errores. La gente que ha hecho consultas y que ha pedido ayuda estáhaciendo este proceso, pero no todo el mundo puede permitírselo o es conscientede que lo necesita”.

Esta pandemia hatenido efectos muy diferentes según la edad. También a la hora de vivirla, laspersonas se han enfrentado a ella de forma diferente: “las personas mayores hansido disciplinadas, han hecho un esfuerzo para seguir el confinamiento. Hansufrido soledad (especialmente los que no dominan las nuevas tecnologías, comopor ejemplo móviles, tablets o videollamadas); han vivido el confinamiento contristeza y añoranza, pero con resignación”.

Varias formas de afrontar el confinamiento

En cuanto a losniños, Rodríguez hace dos distinciones de cómo se ha vivido esta situación,tanto de confinamiento como de desconfinamiento. ”Algunos han necesitado apoyoemocional durante el confinamiento, hecho que se ha manifestado en trastornosde conducta y pesadillas. Hay otros que al principio lo soportaban bastantebien y que, justamente en el momento de volver a cierta normalidad, están másnerviosos. Muchos de ellos se han conectado a las redes sociales y a losvideojuegos más de lo que ya es habitual y, ahora que tienen que salir, lesestá costando mucho. Han tenido una falsa sensación de estar conectados con susiguales y ahora tienen dificultades para volver a relacionarse presencialmente.No debemos olvidar que pueden salir pero con muchas precauciones, y eso les recuerdaque el virus aún está entre nosotros. Ahora es cuando tienen realmente lapercepción del peligro; quizás antes no habían sido plenamente conscientes deello. Esto ocurre mayoritariamente con los niños más pequeños. Y es ahoracuando salen los síntomas de ansiedad, las agorafobias y los miedos engeneral”, señala.

Por el contrario,los adolescentes “han salido a la calle con la necesidad de encontrarse con susamigos y realmente no tienen conciencia de la situación, por lo que se estánponiendo en peligro. No respetan la distancia de seguridad, entre otrosincumplimientos”.

“La gente joven olvida más rápidamente que la gente mayor”

Montserrat Lacalle,profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educacióny experta en atención a personas mayores, afirma que si hablamos de estecolectivo —y sabiendo que no nos referimos al 100 % de la población—, “hablamosde miedo”. Por ello, los que tenemos personas mayores cerca, “podemosacompañarlos y podemos ofrecerles espacios donde puedan hablar. Garantizarestos espacios significa compartir, darles la oportunidad de explicar cómo sesienten, si están tristes... ¡Hay que escuchar, no aconsejar! Cuando hayanexplicado lo que necesitaban explicar, si quieren salir, que salgan. Si vemosque pasan los días y no lo hacen, tenemos estrategias: su nieto puede ir ydecirles "¡Vamos a salir juntos!", sin forzarlos y sin obligarlos;poco a poco y a su ritmo. Necesitamos mucha paciencia y acompañamiento”.

La gente joven,aunque quizás también ha tenido miedo, “olvida más rápidamente que la gentemayor. Esto se ve por el riesgo al que ya se están exponiendo. Las personasmayores observan las medidas y se exponen menos, por un lado, porque su saludes más precaria y, por el otro, porque su vivencia de esta pandemia esdiferente: han perdido a amigos de su edad, familiares... Les decíamos que eranpoblación de riesgo y la realidad lo ha demostrado. Los medios de comunicacióny las estadísticas han hecho su trabajo explicándolo”. Las personas mayoressiguen las noticias en la prensa o ven los informativos, seguramente más quelos más jóvenes.

De repente, nosencerramos y ahora hay que volver a salir. Se trata de muchos cambios en untiempo relativamente corto. Lacalle explica que “a las personas mayores laadaptación les cuesta más que a los jóvenes. La conciencia de su vulnerabilidadhace que ahora vayan con prudencia y que se anticipen a situaciones negativas”que no se han producido y que tal vez no se producirán, aunque es cierto que“el reencuentro con la familia y el hecho de ver a sus nietos ha sido muy importantepara ellos y lo han vivido muy positivamente. Algunos lo han pasado muy mal conla soledad y el aislamiento, pero ahora esto puede revertirse”. Sin duda,encontrarse con los suyos ha sido un aliciente para salir de nuevo a la calle ytratar de hacer una vida más “normal”.

No será tan fácilcambiar otros sufrimientos de estos meses

No será tan fácil cambiar otros sufrimientos de estos meses.Lacalle afirma que “sabemos que hacerse mayor implica más riesgo de enfermedad:las personas son más frágiles y el cuerpo no tiene la misma resistencia, perola sensación de vulnerabilidad ha sido mucho mayor con la COVID-19. Ha sido unmensaje muy acusado. De hecho, si ahora miramos las estadísticas,aproximadamente el 80 % —o más— de las personas muertas tenían más de setentaaños. Hay gente mayor que se para y dice "¡el riesgo es real!"“.

Rodríguez añade una reflexión en torno a estos datos, queson más que eso: “se hace muy presente la percepción de que las personasmayores son un estorbo, que si enferman se las puede dejar morir. Ante lapérdida de muchos de sus congéneres, les ha quedado esa sensación”.

A pesar de todo esto, Lacalle puntualiza que “laagorafobia es un trastorno y que para producirse debe cumplir unos criteriosdeterminados. Podemos encontrar personas más tocadas, pero no tenemos que hacerdiagnósticos rápidos e inmediatos. Como decíamos, la gente mayor necesita mástiempo; hay gente y gente. Además, algunos toman medidas adaptativas y eso noes malo”, señala. 

Comentarios
anónimo Hace 3 años (05/07/2020 20:47)
Que se den una vuelta por el rastro y las terrazas <br/>70
anónimo Hace 3 años (06/07/2020 10:25)
lo que produce efectos secundarios es el uso prolongado dela mascarilla <br/>13
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