El teléfono es para muchos un elemento esencial en su día sin el que no podrían vivir. Lo usamos para hablar con la familia, para guardar datos de nuestro trabajo y para socializar también. Al usarlo para todo, sin desprendernos de él prácticamente las 24 horas del día es lo que hace que tengamos ese gran apego.
La necesidad de sentirlo cerca es aun más fuerte cuando queremos comunicarnos con nuestros seres queridos, nuestra pareja o esos amigos que tenemos a una gran distancia. Ahí lo requerimos para poder estar en contacto con los nuestros.
Hablar por teléfono, escribir WhatsApp y usar determinadas aplicaciones hace que sin querer nos definamos, volcando toda nuestra información (nuestros gustos, adicciones e incluso sentimientos) en nuestro teléfono móvil. Tanto es así que muchas veces seguramente has pensado que alguien más escucha tus conversaciones telefónicas, pero ¿quién?
Como bien hemos dicho usar el teléfono diariamente convierte a este aparato en un intermediario que usa la red para conocernos mejor. Por ello muchas veces hemos mantenido una conversación telefónica con nuestra mejor amiga o nuestra madre sobre un precioso bolso que hemos en tal tienda y a los pocos minutos cuando navegamos por la red empiezan a inundarse todo de publicidad con bolsos.
Esto sucede continuamente porque nosotros, a veces sin darnos cuenta, permitimos a determinadas apps de nuestro móvil que hagan un “rastreamiento”. Esto significa justamente lo que hemos señalado anteriormente, estamos dando permiso para acceder a nuestra intimidad.