La reapertura de la hostelería y el levantamiento de las medidas restrictivas para frenar el avance del COVID provocaron un descenso del consumo de alimentos en los hogares de Castilla y León del 14,01 por ciento, dado que de los 64,4 kilos media por habitante durante marzo, abril y mayo del pasado año, se ha pasado a los 54,91 kilos registrados en los mismos meses de este año.
Esta caída del consumo de alimentos en los hogares en la Comunidad, se tradujo también en reducción del gasto per cápita del dinero destinado a la cesta de la compra. En este caso el descenso fue del 11,2 por ciento, al pasar de los 156,13 euros de media de los tres primeros meses del estado de alarma a los 138,72 de este ejercicio.
Este descenso del consumo de alimentos en Castilla y León ha sido inferior al registrado en el conjunto de España, donde la caída fue de un 14,9 por ciento, hasta los 54,4 kilos, mientras que el gasto per cápita descendió un 13,7 por ciento para situarse en los 136,4 euros, según se desprende del Panel del Consumo en los Hogares que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
No obstante, los niveles previos a la pandemia no se han alcanzando todavía en este periodo en la Comunidad, dado que la media de marzo, abril y mayo en 2019 fue de 53,04 kilos de alimentos y un gasto per cápita de 126,94 euros.
En total, el valor medio mensual de los alimentos adquiridos por los castellanos y leoneses durante el confinamiento ascendió a 372,8 millones de euros, frente a los 332,7 millones de este año. Además de los 153.020 toneladas adquiridas durante los peores tres meses de la pandemia se ha pasado a 131.715 toneladas.
Dieta mediterránea
Pero además de un incremento del consumo de alimentos en los hogares, el confinamiento también provocó un cambio en los hábitos alimentarios de la sociedad española. El presidente de la Unión de Consumidores de Castilla y León, Prudencio Prieto, argumentó que además de incrementarse el valor de la cesta de la compra, también se ha producido una vuelta a algo “tan nuestro” como la dieta mediterránea, dado que el confinamiento provocó que muchas personas tuvieran tiempo para cocinar en sus casas y se olvidaran de la comida procesada.
No obstante, Prieto también apuntó que se trata de un cambio coyuntural, aunque espera que después de este reencuentro con la cocina de muchas personas, “algo tan arraigado en nuestra cultura y que tanto beneficios tiene para la salud como la dieta mediterránea, resurja y se quede en muchos hogares”.
En este sentido, el presidente de la UCE-Castilla y León lamentó que el estilo de vida actual esté acabando con un hábito alimenticio que se ha mantenido durante generaciones en España y que ahora, entre los más jóvenes, esté dejando paso a la comida procesada.
Esta vuelta a la cocina en muchos hogares también se pone de manifiesto en un informe de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), realizado entre finales de abril y primeros de mayo del pasado año, pone de manifiesto una tendencia clara hacia un mayor consumo de frutas, verduras, legumbres y pescados y un menor consumo de productos bollería, dulces, aperitivos salados, bebidas azucaradas y bebidas con alto contenido alcohólico. En el estudio también se evidencia un incremento de más del 14 por ciento de la práctica de cocinar en casa.
Los cambios más frecuentes se refieren a mayor consumo de fruta (27 por ciento), huevos (25,4 por ciento), legumbres (22,5 por ciento), verduras (21 por ciento) y pescado (20 por ciento) y reducción en el consumo de carnes procesadas (35,5 por ciento), cordero o conejo (32 por ciento), pizza (32,6 por ciento), bebidas alcohólicas destiladas (44,2 por ciento), bebidas azucaradas (32,8 por ciento) o chocolate (25,8 por ciento).
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