Recorrerse el mundo a cambio de inglés

Sandy Beach es una estadounidense que ofrece sus conocimientos en inglés para conocer nuevas culturas y experiencias basándose en la página web de workaway. Así ha llegado también a Salamanca, donde ha estado conviviendo con una familia a cambio de clases de inglés. En España, además, ha estado en Pamplona y Betanzos del mismo modo. En el mundo, por su parte, suma 67 países a sus espaldas. “La vida pasa cuando estás haciendo planes”

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El mundo de la tecnología ha avanzado a marchas forzadas en los últimos años. Nuevos nichos de negocio han aparecido a raíz de ello y solo el más listo y el que ha conseguido que todas las partes salgan beneficiadas, ha conseguido triunfar. Es el caso de la página web de workaway, un nuevo modelo de trueque en el que recibes cobijo y alimento a cambio de una destreza, “una buena manera de viajar”, como defiende Sandy Beach.

Ella es una norteamericana, de Miami, a la que el estatismo nunca le ha gustado. Su curiosidad y las ganas de conocer nuevas culturas, sumar nuevas experiencias y aprender de cada una de las personas que conoce, le llevó un día a probar este nuevo modelo. De la mano de sus amigos, quienes se lo comentaron, decidió probar. Hoy ya lleva diez años haciéndolo y a sus espaldas guarda 67 grandes experiencias en países distintos.

La última ha sido en Salamanca, concretamente en Villamayor, donde una de las pocas familias salmantinas que se encuentran en esta página web se fijó en ella para que sus hijos aprendieran inglés. En total han sido dos semanas de cobijo y clases en las que Sandy ha aprovechado para seguir sumando el patrimonio artístico e histórico de la capital charra.

Su experiencia, cuenta, ha sido buena en la ciudad, aunque no se ‘cuela’ entre las mejores. Y es que, al final, visitar 67 países en diez años da para mucho. Nepal y Nueva Zelanda, dice, son los países de los que guarda mejor recuerdos, si bien reconoce que el primero es solo para visitarlo.

Todos los continentes… Salvo África

Si se hace un repaso de todos los países con los que cuenta el globo terráqueo siempre habrá discrepancias pero en cualquier modo ronda los 190. Sandy ya ha podido recorrerse un tercio del mundo, aunque hay un pero en su haber: África, precisamente el continente con un mayor número de países.

Ninguno de los 54 ha podido visitar todavía debido a que los vuelos desde Estados Unidos son excesivamente caros. Así, debería hacerlo a través de otro viaje a Europa, lo que no es tan fácil debido a los problemas de visado que tienen los americanos al llegar, al igual que al modo inverso.

Es esta la única espina con la que cuenta actualmente si bien su juventud todavía da para mucho. Apenas tiene 34 años y lleva diez viajando. De hecho, a este ritmo podría recorrerse el mundo en apenas 30 años.

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Trabajar y trabajar para viajar y viajar

El método que utiliza es claro. Más allá del trueque que le permite viajar de una manera barata, alterna la vida en Miami con la del resto del mundo. Ella habla de dividir el año en dos para trabajar y hacer dinero para después poder visitar en seis meses lo que sus piernas y bolsillo le permitan. Eso sí, ella debe pagar por estar disponible en la página web, los ‘host’ no.

Una vez que consigue el suficiente dinero, vuelve a su pasión, viajar. Lo hace con el inglés como hilo conductor en la mayoría de las ocasiones, pero el abanico de opciones es amplio. De hecho, Jordania, por ejemplo, lo visitó a través de una ONG medioambiental.

Primero, eso sí, es ponerse en contacto con la familia de acogida mediante correo electrónico. “Hay que ser valiente y sobre todo, hay que querer hacerlo. Todo el mundo puede”, insiste. De hecho, el miedo se abandona en el momento en el que en 67 países, Sandy todavía no puede contar una mala experiencia. Cierto es que las hay mejores y peores, pero ninguna debido a pasajes complicados de superar.

Así, afirma, en seis meses puede gastarse lo mismo que una persona en sus vacaciones de dos semanas. “Es coger un avión y moverte lo más económico que puedas luego. En dos semanas de vacaciones, los estadounidenses cogen un avión e intentan ver varias ciudades con el pago de los hoteles… A mí me gusta aprender, conocer nuevas cosas, nueva gente…”.

No en vano, el castellano lo maneja con cierta elegancia y aunque debe preguntar en ocasiones si las formas verbales son las correctas, en lo que no balbuceó fue en explicar su forma de disfrutar y ampliar conocimientos: “La vida pasa cuando estás haciendo planes”, concluyó.  

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