Una religiosa pide más peso para las mujeres en la Iglesia: "Es una institución patriarcal y a veces machista"

Reclama una igualdad en la palabra y en los dones y poder sentirse "hermanas de nuestros hermanos en la fe"

 Casa de la Iglesia
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El 8M ya está próximo y a este se quieren sumar desde diferentes ámbitos de la sociedad salmantina. También las religiosas. Y es que una de ellas, Carmen Soto Varela, de las Siervas de San José, también ha alzado la voz para pedir más para el género femenino en la religión. 

Así, llama en una carta escrita y enviada a los medios por la Diócesis, se refiere a la Iglesia como una "institución patriarcal y a veces machista", por lo que reclama "equidad y dignidad para todas las mujeres, "porque queremos poder vivir sin miedo a padecer cualquier tipo de violencia y porque en nuestra sociedad la pobreza sigue teniendo nombre femenino. Pero también porque somos mujeres creyentes y vivimos nuestra vocación dentro de la gran familia que es la Iglesia, y podamos sentirnos hermanas de nuestros hermanos en la fe, ofreciendo en igualdad nuestra palabra y nuestros dones".

Además, anima a las mujeres a luchar por ser protagonistas ante el momento actual y reclama atención para las monjas y religiosas. "En esta red de sororidad participamos también muchas mujeres que somos monjas o religiosas y lo hacemos porque somos mujeres, pero también porque nuestro compromiso con la causa de Jesús de Nazaret y nuestra fe en un Dios liberador que nos impulsa a llevar liberación y transformación allí donde existe injusticia, violencia o negación de la dignidad de cualquier ser humano. Sin embargo, somos un colectivo bastante invisible en los medios de comunicación y también en muchos espacios sociales y con frecuencia la mirada que la sociedad tiene hacia nosotras está cargada de estereotipos que apenas responden a lo que somos ni a lo que estamos haciendo".

En su caso, comenta, lacongregación de las Siervas de San José desde sus inicios se comprometió con la promoción y dignificación de las mujeres trabajadoras pobres en el contexto de la naciente revolución industrial. "Nuestro proyecto nació también de la mano de una mujer pionera y profundamente creyente, Bonifacia Rodríguez. Ella impulsó el comienzo y hoy seguimos empeñadas en esa misma causa buscando junto a las mujeres trabajadoras pobres respuestas que cambien su vida; por eso para nosotras el 8M es importante".

"Como monjas, nos compromete a denunciar las desigualdades, la violencia, los abusos que afectan especialmente a las mujeres más pobres porque ellas llevan el doble peso de ser mujeres y pobres. Ellas siguen padeciendo la mayor precariedad laboral, porque ellas son las que han de asumir los cuidados, las dobles jornadas para sacar adelante la familia muchas veces rota, impotentes ante la injusticia y el desamparo".

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