​Rocío Rodríguez, investigadora de la Universidad de Salamanca: “En poco tiempo habrá mujeres en posiciones más altas”

Perteneciente al grupo HEVEFARM del IBSAL, su grupo de investigación está formada por 18 mujeres y cuatro hombres. Cree que las mujeres jóvenes tienen que ver como normal que no tendrán un techo de cristal que las limite y que podrán llegar “donde quieran”

 Foto de grupo HEVEFARM
Foto de grupo HEVEFARM

Este martes, como cada 11 de febrero desde 2015, el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Una jornada que tiene como objetivo dar visibilidad el trabajo y la importancia de las mujeres en un campo que, históricamente, ha estado masculinizado. Así, poco a poco van logrando ese reconocimiento que durante siglos se les negó gracias a la persistencia y el trabajo.

Uno de esos ejemplos de mujeres investigadoras que llevan ‘toda la vida’ y que poseen un reconocimiento más que merecido es Rocío Rodríguez, investigadora de la Universidad de Salamanca. Pertenece al Grupo de Investigación HEVEFARM (Hepatología experimental y vectorización de drogas) del IBSAL (Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca), y su trabajo se centra en el cáncer hepático.

Concretamente, “en la búsqueda de marcadores de diagnóstico tempano e identificar los fármacos más útiles en cada paciente en cada momento”, tal y como ella misma cuenta en una entrevista para SALAMANCA24HORAS, aclarando que sus investigaciones permiten avanzar hacia una “medicina personalizada”.

Además, desde hace más de 10 años es docente adscrita al Departamento de Fisiología y Farmacología de la USAL -de la Facultad de Medicina-, si bien su campo de enseñanza es la fisiología. Su experiencia como docente e investigadora le capacita de manera más que suficiente para hablar de cómo, con el paso del tiempo, las mujeres se han ‘hecho hueco’ en la ciencia.

“En mi área, que es biomedicina, a lo mejor hace años había pocas mujeres, pero ahora somos mayoría”, relata, poniendo como ejemplo su grupo de investigación, donde de 22 personas “contando plaza fija y doctorandos” apenas hay cuatro hombres. “Es un reflejo de lo que hay alrededor en los laboratorios y en la biomedicina en general”, afirma, aunque también reconoce que “hay menos mujeres en los puestos altos”.

Sí que hay más mujeres en los puestos intermedios así como catedráticas. “Vamos llegando”, asegura Rocío, a quien tampoco se le escapa el famoso ‘efecto tijera’ que se produce en las carreras de ciencias al igual que otros tantos ámbitos de la vida: “Es llamativo, porque ocurre en casi todas las carreras, también en biomedicina. Una vez que pasas determinados escalones y vas ascendiendo, el número de mujeres es mucho menor que el de hombres”.

Eso sí, la investigadora del IBSAL insiste en que “hay mujeres jefas de grupo y cada vez siendo más”. Unas mujeres que sirven como ejemplo frente a una diferencia “que es muy grande, sobre todo teniendo en cuenta cómo está la otra parte de la tijera”.

La gente joven que entra ahora tiene que ver como normal que puedan llegar a donde quieran

Sobre ese techo de cristal y las causas que lo provocan, Rocío Rodríguez considera que el tema es “un poco complejo” y que todo puede influir. Para empezar, sabe que las de ciencias son “carreras bastante competitivas”. Es ahí cuando sale uno de los grandes temas que siempre se saca a la palestra: los hijos.

Sin embargo, la investigadora del IBSAL cree que “no es sólo eso” ya que “hay muchas mujeres con hijos que son jefas de grupo y están en la etapa más alta de su carrera investigadora o profesional”, y pone como ejemplo a la vicerrectora de Investigación y Transferencia, Susana Pérez.

Así, Rocío Rodríguez llega a pensar si el techo de cristal se lo pueden llegar a poner, en ocasiones, incluso las propias mujeres, que a veces demuestran “menos ambición”. “A veces nos conformamos con un determinado puesto, pero eso ya está cambiando”, continúa, recordando que todas las mujeres que ahora están en puestos intermedios irán dando el salto hacia las posiciones más altas.

De hecho, la situación es muy diferente a la que ella se encontró cuando empezó. Por aquel entonces “había muchas menos mujeres. Había alguna, y claro que me habían abierto el camino”, recuerda Rocío, sabedora de que hoy en día “hay muchas más mujeres y empiezan a estar en posiciones elevadas”, por lo que cree que “la gente joven que entra ahora tiene que ver como normal que puedan llegar a donde quieran”.

Un techo de cristal que existe en toda Europa y el mundo pero que se está resquebrajando

Rocío Rodríguez también confirma que ese techo de cristal se da en toda Europa y el mundo. “A nivel de los puestos altos es un poco parecido, porque vas a congresos o a laboratorios y hay muchísimas mujeres, pero la mayoría de los que están en puestos de responsabilidad, como jefes de grupo o en las organizaciones de congresos son hombres”.

También hay mujeres, aunque ese cambio, al igual que en España, se produce de forma lenta, si bien se va resquebrajando ese techo de cristal. “Hasta hace un tiempo no había tantas mujeres científicas y la mayoría no eran conocidas. Incluso ahora, si se pregunta por científicas saldrá el nombre de Marie Curie, a la que conoce todo el mundo, y en España igual te podrían mencionar a Margarita Salas. Pero además de ellas, hay muchas científicas y muy buenas”, recalca la investigadora del IBSAL, quien ve necesario que se les dé visibilidad para que sean un “modelo más de futuro” para las jóvenes, porque “si no, a lo mejor muchas ni se lo plantean”.

Incidir en los niveles educativos más bajos para que las chicas “tengan opciones de futuro”

Sobre en qué niveles de la educación centrar los esfuerzos para dar visibilidad a las mujeres científicas, Rocío Rodríguez cree primordial incidir en los niveles educativos más bajos, como Infantil o Primaria. “A la universidad llegan muchas mujeres y, de hecho, predominan en algunas carreras como farmacia, medicina o biotecnología, que tienen las notas de corte más altas”.

Es decir, “ya existe ese interés en la ciencia”, continúa la investigadora, quien explica que hoy en día todo el mundo tiene mayor acceso a la información y de manera más sencilla. “Pero si no se les da esta información, no será una opción que puedan plantearse para coger en el futuro”, concreta.

“No puedo decir que me haya sentido discriminada por ser mujer”

Una de las grandes reivindicaciones que tuvieron las mujeres científicas, poco a poco, se va cumpliendo. Y es que se ha conseguido que muchos contratos de investigación -o antiguas becas- ya incluyen la opción de que la baja por maternidad no cuente como tiempo. Es decir, que las mujeres pueden quedarse embarazadas “sin perder nada del contrato”, algo que era clave para potenciar sus carreras investigadoras y que “quizás pueda evitar que se siga retrasando se va retrasando cada vez más el tiempo en el que las mujeres se quedan embarazadas”.

Además, en el tema de conciliación, la carrera investigadora, aunque laboriosa, es “relativamente sencilla” de compaginar ya que “puedes organizarte cuándo trabajar y ya dependen más las cuestiones personales de cómo se organice en casa”, indica la investigadora, quien también piensa en una corresponsabilidad necesaria.

Rocío Rodríguez, de igual manera, asevera que no puede decir que se haya sentido discriminada por el hecho de ser mujer. “Desde un inicio te seleccionan por las notas, y entras en las mismas condiciones que cualquier chico, por lo que no puedo decir que haya una situación en la que por ser mujer me haya sentido discriminada respecto a otro compañero”.

“Parece tan evidente lo necesario de un Pacto por la Investigación que no sabes cómo no lo han hecho ya”

Toca ahora charlar sobre el problema de la financiación a la investigación. Rocío es clara y rotunda: “Demasiadas cosas se hacen con la poca financiación que hay”, asegura, explicando que se aprovechan de los científicos porque “saben que nos gusta el trabajo que hacemos y que hacemos un gran esfuerzo para hacer cosas con lo poco que tienes”.

Eso, a su parecer, demuestra que “con un poco más de medios se conseguirían muchas cosas”, y pone como ejemplo que, si bien España está a la cola de financiación en comparación con otros países, no está a la cola ni en las publicaciones ni en los logros conseguidos. Además, hay investigadores españoles participando en proyectos de gran calado, lo que indica que es aún más necesario “invertir más dinero y más medios humanos.

Porque además, como recuerda, sin esas becas ni contratos los investigadores, a los que el sistema educativo ha formado, terminarán yéndose fuera. “Pagas por ofrecer una formación para que se vayan sin posibilidades de volver. Es una inversión malísima”, califica.

Así, piensa que un Pacto por la Educación sería “lo ideal”. “Parece tan evidente y necesario que no sabes cómo no lo han hecho ya”, y cree que es porque, aunque todos los políticos dicen estar de acuerdo, “llega alguien y empieza a cambiarlo porque todos tienen su manera de pensar”.

La investigadora del IBSAL tampoco ve positivo que el nuevo Gobierno haya separado los ministerios de Universidades y Cultura. “Dicen que trabajarán de manera coordinada, pero está tan ligado que la separación, seguramente, lleve a la descoordinación. No parece lo más operativo y no sé si será positivo”.

Por último, a la hora de invitar a las y los jóvenes a cursar una carrera de ciencias, si bien sabe que se trata de “gustos personales”, explica que son carreras “bonitas, formativas y que producen mucha satisfacción personal” además de tener muchas salidas. “La investigación es un trabajo realmente motivador, y los que trabajamos en ello tenemos la suerte de que nos encanta nuestro trabajo, que no todo el mundo puede decir lo mismo”.

Rocío, además, destaca que se trabaja con gente joven y motiva “que te hacen disfrutar de ello, ya sea ayudándoles o enseñándoles. “Es una suerte que tenemos todos”, finaliza.

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