Salamanca, hogar de cientos de refugiados: "Se les da cobertura a sus necesidades más básicas y herramientas para que busquen empleo"

Repasamos la labor de asociaciones como ACCEM y conocemos la historia de superación de Darwin, un hondureño que tuvo que huir de su país tras ser amenazado de muerte, por el Día Mundial del Refugiado

ACCEM Salamanca
ACCEM Salamanca

Miles de personas alrededor del mundo se ven obligadas cada año a huir de sus hogares tras el estallido de un conflicto armado o debido a otras circunstancias violentas o de pobreza extrema. Ejemplo de ello son los millones de ucranianos que han abandonado su país desde que Rusia lo invadiera en febrero de 2022, provocando el mayor movimiento de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. La protección que se les niega en sus lugares de procedencia la encuentran a cientos de kilómetros gracias a la labor de organizaciones sin ánimo de lucro como ACCEM Salamanca, que contribuyen a su inclusión social y económica en su nuevo destino al tiempo que promueven soluciones para su difícil solución.

“Trabajamos con personas en riesgo de exclusión social, aunque nos centramos especialmente en dos colectivos: los inmigrantes y los refugiados. Tratamos de que no se vulneren sus derechos”, reconoce María José Pérez, trabajadora social de ACCEM Salamanca. La labor de la organización se ha intensificado a raíz de la Guerra de Ucrania: “Muchos necesitaron salir de su país de origen y viajar a sitios seguros como Salamanca. Inicialmente, se da cobertura a sus necesidades más básicas: alojamiento y manutención. Luego, si no son hispanohablantes, reciben clases de castellano para que aprendan el idioma y así facilitar su inserción sociolaboral lo más pronto posible. En esto último es fundamental el servicio de empleo por el cual les apoyamos y damos las herramientas necesarias para que busquen por ellos mismos, sepan cómo hacer una entrevista, un currículum… Hay quien viene con mucha cualificación, pero el problema es que aquí no está valorada y tiene que hacer formaciones ocupacionales”.

ACCEM Salamanca atendió a un total de 1.048 refugiados a lo largo de 2022, 349 de los cuales procedían de Ucrania (114 hombres y 235 mujeres), ya fueran nativos de dicho país o personas de otras nacionalidades viviendo en el mismo. No obstante, la mayoría de migrantes que precisan la ayuda de la organización provienen de Venezuela, Colombia, Perú o Marruecos. También ofrecen apoyo a ciudadanos de Honduras, Mali, Senegal, Cuba e incluso Afganistán, donde los derechos humanos se han visto gravemente afectados por el régimen talibán. 

La primera dificultad a la que se enfrenta la mayoría de migrantes que llegan a Salamanca o a otras provincias de España es la del idioma. “De Ucrania ha llegado sobre todo gente más mayor y les cuesta aprender o insertarse laboralmente, mientras que los jóvenes que vinieron de África se hicieron con el lenguaje y encontraron trabajo relativamente rápido”, mantiene María José Pérez. “Parte de nuestro trabajo también es contextualizarles el lugar en el que estamos, que conozcan la ciudad. Otros problemas son que no tienen o vienen con muy bajos recursos económicos y la falta de cualificación profesional aquí en nuestro país”, añade.

Respecto a la cuestión del racismo, María José Pérez pide más empatía. “Esas personas salen de su país de origen porque tienen una necesidad, dejando atrás a su familia y su vida. Algunos incluso se ponen en peligro. Es importante ponerse en su lugar. Además, nos aportan muchas cosas buenas: juventud a una sociedad envejecida como la de Salamanca, riqueza cultural o mano de obra. Trabajan bien y muy duro, sobre todo en la hostelería y en el sector agrario”.

Huyendo de la muerte en Honduras: la historia de Darwin y su familia

Darwin tras la barra de su bar
Darwin tras la barra de su bar

Darwin Vallony Hernández es uno de los muchos migrantes que recibió la ayuda de ACCEM Salamanca cuando tuvo que huir de Honduras junto a su mujer. “La situación social allí era muy difícil. Las maras y pandillas empezaron a cobrar el dichoso impuesto de guerra. Yo era presidente de la asociación de transportistas de la zona sur del país y, al igual que otros dirigentes, me negué a pagar. Entonces, amenazaron con matarnos. No era ninguna broma; asesinaron a un secretario y nos mandaron una nota a cada uno de nosotros con información sobre dónde estudiaban nuestros hijos, dónde trabajaban nuestras mujeres… Tenían controlados todos nuestros movimientos”, relata. 

Darwin y su mujer, pedagoga y por entonces directora de un colegio privado, tomaron la dura decisión de abandonar su país y de mandar a cada uno de sus tres hijos con familiares asentados en distintas partes de Honduras. “El mayor se quedó con mi madre, el menor con sus abuelos maternos y nuestra hija, la mediana, como ya iba a entrar a estudiar Medicina en la universidad, fue a la capital con un tío hermano de mi esposa. Y así, por situaciones sociales, toda la familia se separó hace unos cuatro años”, recuerda.

El hondureño aterrizó primero en Granada, pero a los pocos meses decidió trasladarse a Salamanca. “Me gustaba la ciudad, pero vi que las oportunidades eran pocas. Luego, cuando vine aquí, me di cuenta de que era lo mismo, porque uno cuando no tiene documentos no puede trabajar”, admite. ACCEM fue de gran ayuda en el terreno laboral, ya que le agregó a su programa de empleo. Después de pasar por la construcción o por una empresa de servicios a domicilio, Darwin consiguió montar incluso su propio negocio: un bar en una de las calles aledañas a la avenida de Portugal. La ONG también le facilitó el acceso a un piso de acogida y le formó para que se insertara más rápido en la sociedad española al tiempo que convivía con otras personas en su misma situación: “Te sirve como apoyo y para ver que no eres el único”.

El hostelero coincidió por entonces con otros hombres procedentes de otros países de Latinoamérica como Venezuela o Colombia. Todos ellos, al igual que él, han logrado salir adelante y están empleados en distintas empresas o creado la suya propia: “Un compatriota de Honduras ha montado un pequeño negocio de limpieza en Barcelona”. Aun así, el camino no ha sido fácil y lo que han conseguido es “fruto del esfuerzo, del sacrificio, porque cuando tú llegas a un país que no es el tuyo tienes que adaptarte a las circunstancias que estás viviendo”. El siguiente paso es que la familia vuelva a reunirse en Salamanca en unos meses, cuando los hijos de Darwin acaben sus respectivas carreras universitarias en el país que él tuvo que abandonar junto a su esposa por obligación hace unos cuatro años.

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