Una acción tan cotidiana para muchos como es fumar está relacionada con dieciséis tipos de cáncer, siendo responsable del 84% de los tumores malignos de laringe y del 82% de los de pulmón, tal y como alerta la AECC. Por suerte, los efectos nocivos y letales del consumo de cigarros son prevenibles y esa es precisamente la razón por la que la OMS decidió promulgar el 31 de mayo como el Día Munidal Sin Tabaco, una jornada de concienciación y de persuasión.
Pese a los esfuerzos de la OMS y a toda la información que existe hoy en día sobre los daños para la salud que provoca el tabaco, en España hay más de 8 millones de personas que reconocen fumar a diario, según datos facilitados por EpData hace tan solo un año. Entre ellos, se encuentran los jóvenes que se inician en la práctica en torno a los 16 años (la edad media de inicio es de 16,1 en Castilla y León, una de las comunidades con mayor precocidad), tal y como alertó la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES) a principio de año.
"Yo me inicié en el tabaco a los 14 años y fue haciendo el tonto con mi primo. No fui influenciada por nadie. De hecho, la mayoría de mis amigos no fumaba", reconoce Tamara, una joven salmantina que actualmente tiene 30 años. Durante todo este tiempo, nunca ha intentado renunciar al tabaquismo: "No me lo he propuesto. Cuando tengo faringitis, puedo pensar en dejarlo, pero desecho la idea en cuanto me encuentro mejor". Respecto a si le preocupa desarrollar alguna enfermedad como consecuencia de su vicio, mantiene que: "No querría tener una, pero tampoco pienso en ello".
Reducción de los puntos de venta de tabaco

Para facilitar que quienes sí quieran abandonar el tabaquismo tengan los incentivos para hacerlo, la asociación Nofumadores.org pidió al Gobierno hace tan solo dos semanas que excluyera de la venta de tabaco a bares, restaurantes, hoteles y a gasolineras para reducir el número de máquinas expendedoras en un 85 por ciento, algo que ya se ha planteado de forma similar en países como Portugal o Nueva Zelanda. Esa disminución drástica de los puntos de venta facilitaría el control y sería un "aliciente para dejar el tabaco como para no comenzar a fumar", defiende la presidenta de la asociación, Raquel Fernández Megina.
Esta propuesta no convence del todo a parte de la población salmantina, sea o no fumadora. "Lo veo un poco tontería, porque ya se ha reducido bastante el número de expendedoras y porque la gran mayoría adquirimos el tabaco en los estancos", sostiene Tamara, aunque, de aplicarse, reconoce que podría constituir un inconveniente en determinadas situaciones para quienes fuman, como estar de fiesta, necesitar un paquete de cigarrillos, que el estanco esté cerrado y no contar con ninguna alternativa. "Habrá que estar prevenida y comprarlo antes", añade.
Ana, charra no fumadora de 31 años, considera que la propuesta de la asociación Nofumadores.org "servirá de algo" pese a que "casi todo el mundo va al estanco y quien quiera tabaco lo va a tener comprándolo en otro sitio". Por el contrario, sí ve eficiente la medida para que los jóvenes no puedan comprar cigarrillos tan fácilmente, ya que solo pueden hacerlo a través de las máquinas expendedoras colocadas en bares o discotecas. "Son un punto negro por el que los menores de edad adquieren tabaco, muchas veces porque los mandos a distancia no están controlados o simplemente los responsables están muy ocupados para estar revisando DNI", señala Raquel Fernández Megina.
Exposición pasiva al humo en terrazas

El Día Mundial Sin Tabaco no solo se creó con el objetivo de concienciar sobre los efectos nocivos del consumo de cigarrillos, sino también para informar de lo que supone estar expuesto pasivamente a su humo. De hecho, según un estudio, la exposición al mismo de forma ambiental se asocia con el 1,5% de las muertes por cáncer de pulmón. Por ello, la Ley antitabaco planteada por el Ministerio de Sanidad contemplaba la regulación del tabaquismo en espacios públicos como terrazas. Dicha norma ha quedado en el limbo hasta después de las elecciones del 23 de julio, pero no deja de ser motivo de controversia.
Frente a aquellos que celebrarían que se prohibiese fumar en terrazas, se encuentran numerosos hosteleros y consumidores de tabaco que lo verían como un perjuicio econónico y una limitación de sus derechos, respectivamente. Ángel, de 39 años, defiende que la clave está en respetarse unos a otros: "Mientras se pueda, yo seguiré fumando al aire libre sentado a la mesa de un bar o caferería. Eso sí, pongo el cigarro hacia atrás o hacía un lado y, si el humo va hacia delante, me cambio de sitio o me levanto. También lo hago si estoy rodeado de bebés, de niños pequeños o si alguien me lo pide. No me importa. Entiendo que hay gente a la que no le guste, porque a mí me pasa lo mismo con el olor de los puros".
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