​De Santa Marta a la India con escala en Australia, el largo viaje de Eva Villardón

Esta joven de Santa Marta se marchó en diciembre de 2015 fuera de España para aprender idiomas. Su destino fue Sídney, ciudad en la que trabajó durante año y medio. Ahora reside en Bombay, urbe en la que ultima sus estudios de máster. Afirma que su periplo le ha transformado como persona. Este es su largo trayecto

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Eva Villardón tiene 27 años y es de Santa Marta. En diciembre de 2015, tras haber concluido sus estudios de Derecho en la Universidad de Salamanca, decidió que debía poner remedio a su punto débil: hablar inglés. Así que se marchó al extranjero para aprender y practicar el idioma. Sin embargo, su destino no fueron las islas británicas, como el de tantos otros; ni siquiera Estados Unidos. Eva aterrizó en las antípodas. Concretamente en Sídney, la ciudad más poblada de Australia. Muy lejos de casa.

Rizando el rizo y casi tres años después, Eva Villardón atiende a SALAMANCA24HORAS desde Bombay —o Mumbai, como se conoce a esta ciudad en la India— gran urbe asiática a la que se trasladó hace casi tres meses para realizar su trabajo final de máster. “Me encuentro en la India acabando un máster Erasmus Mundus que he cursado en tres destinos: Rotterdam, Gante y, ahora, Mumbai”, explica la joven. “Aquí será donde pase más tiempo, ya que tengo que realizar mi trabajo final, y además he solicitado unas prácticas”, indica.

Cuando decidió marcharse de Salamanca para aprender inglés, la idea de Eva era la de estar seis meses fuera. “Acababa de terminar la carrera y no sabía muy bien qué hacer. Pensé que debía proponerme mejorar mucho mi inglés, por lo que me lancé a la aventura”, cuenta. Una aventura que, por el momento, no ha terminado. “Llegué a Australia sin trabajo, en pleno verano en Oceanía, y fue bastante complicado porque no entendía nada y tampoco era capaz de hacer entrevistas. Finalmente, conseguí un empleo de niñera y la propia familia de acogida me facilitó un lugar en el que vivir independiente del suyo, ya que allí los precios son muy elevados y es difícil costearse una vivienda decente. Al final, estando tan lejos de casa, se convirtieron casi en mi familia. ¡No quería irme!”, explica la salmantina.

Tras un año en Sídney y perfeccionar mucho su inglés. Eva decidió que, aunque era muy feliz en Australia, debía de hacer algo más para ir escalando en su carrera profesional. “Llegaba el momento de centrarme en mi carrera. por eso me planteé realizar un máster en el extranjero. Fue así cómo conocí Erasmus Mundus, que me permitía estudiar en muy buenas universidades y poder viajar y establecerme en la India, algo que me llamó poderosamente la atención”.

Hace justo un año que Eva abandonó Australia, y tras un periodo de tiempo en Filipinas, país que también pudo conocer mientras se preparaba para realizar el examen de inglés que le pedían para acceder al máster, volvió a Salamanca, casi dos años después, para reencontrarse con su familia.

Tras vivir unos meses en Rotterdam y Gante, Bombay no tiene nada que ver con el modo de vida europeo ni australiano. “Resido en el campus de la universidad, que está muy bien, porque si no estuviera ahí creo que sería mucho más complicado. Es una ciudad caótica y muy ruidosa. Llegué en abril y ya he pasado varios días de 45 grados con una humedad altísima. Además, pronto comenzará la temporada del monzón. Dicen que se inunda todo, literalmente… va a ser toda una experiencia”, afirma sin ningún reparo. “Lo que peor llevo es ver toda la basura que hay por las calles. De hecho, mi tesis versa sobre ese tema, por eso creo que la suciedad me afecta aún más”, confiesa.

Pero la gente es encantadora. “La verdad es que, en todos los países de Asia que he conocido, siempre me he llevado esa sensación. Suena a tópico pero es cierto. Te ofrecen todo lo que tienen, aunque tengan muy poco; te invitan a sus casas, te dan de comer… quieren que conozcas su cultura. Tengo pensado viajar un poco por el país cuando termine la tesis. Espero conocer aún más la parte más caótica de la India, que es Calcuta y Delhi”, exclama.

“Aprender idiomas y vivir otras culturas es una buena forma para desprenderse de los prejuicios”

“En este tiempo en el que he estado muy lejos de Salamanca he tenido la suerte de conocer siempre a muy buena gente por el camino. He hecho buenos amigos en todos los lugares pero, al fin y al cabo, se está bastante solo mucho tiempo; y aunque la gente te ayuda mucho cuando puede, no es lo mismo que si estuvieras con tu familia, amigos, o los vecinos de tu ciudad de origen”, explica Eva. “En muchos momentos uno se siente muy solo, aunque tuve la suerte de que mis padres me visitaron en Australia una vez, y también en Holanda y Bélgica, que son destinos bastante accesibles desde Salamanca. Pero a la India no vendrán. Y ya no te digo nada con el resto de mis familiares. Intento no pensarlo pero, a veces, es inevitable sentirte triste al perderme tantos eventos que celebran tus seres queridos, o cuando mi prima me llama para decirme que va a tener un bebé…”, rememora la joven.

Tras la India, Eva no cree que será el momento de volver a casa. “Tengo pensado buscar trabajo en el extranjero. Me encantaría ir a Sudamérica pero también es cierto que llevo tanto tiempo lejos que estoy pensando en algo más a mano en Europa, así que creo que buscaré un poco por todas partes y será la suerte la que decida”.

“Soy una persona completamente nueva”, afirma sin rodeos. “Creo que es muy importante aprender idiomas pues es la única manera de poder comunicarse con personas de otras culturas y curarse de tantos prejuicios, especialmente respecto a personas de otras religiones o culturas completamente distintas a la nuestra”, explica. En este tiempo, Eva considera que ha aprendido a ser más independiente y, sobre todo, a tener “mucha más seguridad en mí misma” y a valorar “mucho más” lo que tenemos en Salamanca. “Cuando se ve aquí en la India tanta pobreza y, a pesar de todo, la gente te sonríe, te quedas boquiabierto. En este país he visto personas con muchísimo potencial pero que no tiene oportunidades para prosperar simplemente por el lugar en el que han nacido”, dice. “Bueno, pasando tiempo en Asia también he aprendido a tener más paciencia. Antes era muy nerviosa, pero aquí no queda otra que tomárselo con calma”, ríe Eva antes de despedirse.

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