‘Scala Coeli’, una subida al cielo de Salamanca

La subida a las torres de la Clerecía permite ver cualquier punto de la ciudad. Inaugurada hace cinco años, permite contemplar todos y cada uno de los monumentos charros, en especial la Catedral Nueva. Además, durante los meses de verano, se puede visitar de noche, lo que convierte la subida en algo mágico

 

‘Scala Coeli’, una subida al cielo de Salamanca
‘Scala Coeli’, una subida al cielo de Salamanca

‘Scala Coeli’ es algo más que una visita a las torres de la Clerecía. Es la posibilidad de contemplar Salamanca en su totalidad. Inaugurada el 30 de marzo de 2012, esta subida recibe tanto a turistas como a gente de la propia ciudad, que siempre se llevan una grata sorpresa de la panorámica salmantina.

El edificio, que tardó en construirse 150 años, inicialmente fue construido como colegio de jesuitas y su nombre era Real Colegio del Espíritu Santo de la Compañía de Jesús. Pero tras la expulsión de España de los jesuitas pasó a pertenecer  a la Real Clerecía de San Marcos, de ahí su nombre actual.

Lo primero que llama la atención nada más iniciar la visita es el pasillo que comunica el edificio con la iglesia, sin necesidad de salir al exterior. Hasta hace 5 años, que se hizo la reforma para abrir las puertas al público, era usado como almacén de las carrozas y figuras de las procesiones que desfilan desde la Clerecía en Semana Santa, como explica a SALAMANCA24HORAS la coordinadora de ‘Scala Coeli’, María del Puerto.

Además, en el momento de picar para realizar la restauración, se descubrió que tras las paredes había arcos construidos en piedra de Villamayor y que no aparecían en los planos con los que los arquitectos trabajaban. Cada arco se corresponde con cada uno de los altares de la iglesia de la Clerecía, y no se sabe en qué momento se produjo el tapado, pero fue una grata sorpresa. 

Dentro de esa sorpresa destaca que en uno de los arcos, el más próximo a las escaleras, se puede encontrar una lápida boca abajo, que data de 1627. No se ha podido localizar el motivo de por qué la lápida está puesta así, y se ha decidido no trabajar en ella por si en sucesivas obras de restauración se descubre por qué la piedra está así.

En el inicio de este pasillo comienza la subida a la torre del campanario, que se realiza por la por la escalera original, del siglo XVIII y que hasta la restauración sólo servía para subir al coro de la iglesia. Es una escalera de madera, estrecha, que cruje al pisar, lo que confiere a la subida un carácter más histórico.

Al terminar la escalera se llega a una planta, que sirve como “pequeño descanso antes de continuar la subida”, como explica María del Puerto. Este piso, que estaba destinado a que los novicios jesuitas siguiesen las celebraciones religiosas, se divide en tres salas en las que se pueden encontrar tres temas diferentes. Además, los suelos que se pisan también son los originales, de barro.

La primera sala, la que nos recibe tras terminar esa pequeña subida, está dedicada a la historia de la iglesia y su vinculación con los jesuitas, desde el inicio de la construcción del edificio como colegio para ellos hasta su expulsión. También se habla de su ocupación en la Guerra de Independencia tanto por tropas francesas y españolas o su ocupación en la Guerra Civil.

La segunda, más alejada de la subida, está dedicada a la historia del edificio, pudiendo ver así su creación y todas las ampliaciones hechas por cada uno de los arquitectos. Así, en esta sala se puede descubrir que las torres, diseñadas por García de Quiñones, inicialmente estaban destinadas a completar la fachada del Ayuntamiento, por lo que no tienen la estructura típica de un campanario; o que el edificio iba a tener forma de águila, pero finalmente sólo se construyó la mitad, quedando inacabado. 

Además, esta sala tiene unos balcones que dan a la iglesia, y era donde los jesuitas escuchaban la misa sin recibir las miradas de la gente que acudía a la Clerecía. Desde estos balcones se pueden apreciar muchos más detalles del altar que desde la planta, especialmente los escudos que completan el techo.

La tercera sala, justo antes de continuar la salida, “representa un nuevo renacer” del edificio, muy castigado y maltratado durante años, llegándose a pensar durante el siglo XIX que lo mejor era derribarlo. Así lo explica María del Puerto, que detalla que piedras de los muros se cogieron para terminar la espadaña del Ayuntamiento. Destaca que la bóveda que apuntala el techo está cortada, es decir, que no termina en la propia sala. El motivo es que un muro se construyó en el siglo XVIII cuando comenzaron a construirse las torres para hacer las escaleras que subiesen al campanario.

Esta escalera, que sirve para continuar la subida, también es del siglo XVIII, aunque ya hay algunos escalones restaurados. La subida es muy austera y está acompañada, para hacerla más llevadera, por una pequeña proyección audiovisual con la vida y frases de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Quien recita sus frases es Ramón Langa, actor de doblaje que habitualmente presta su voz a Bruce Willis.

Y, al llegar arriba, se alcanza el momento esperado por todos los visitantes. Una visión de toda Salamanca que asombra después de esa subida tan angosta. Las vistas, “que son espectaculares”, permiten observar la ciudad salmantina en sus cuatro puntos cardinales.

Al ser dos torres y estar abiertas por los cuatro lados, se puede visualizar cualquier punto, como la Hospedería Fonseca, la cúpula de la iglesia de San Juan, la Torre del Clavero, el patio de la Universidad Pontificia, el Palacio de Monterrey o el patio de la Casa de las Conchas, “que parece una casa de muñecas”, como nos explica la coordinadora de ‘Scala Coeli’. Aunque, como confirma María del Puerto, la vista donde la gente más tiempo pasa y fotografía es la que da a la Catedral Nueva y a la Plaza de Anaya.

Por ello, ‘Scala Coeli’ se convierte en un punto clave en la ciudad, ya que las torres están situadas en pleno casco histórico y permiten ver cualquier punto de la ciudad, por lo que también se ha utilizado como punto estratégico de seguridad ante visitas importantes, como la de los Reyes. 

También se puede subir hasta las campanas, que ya no suenan. Un total de 198 peldaños que nos hacen alcanzar una altura de 38 metros sobre la calle Compañía. Las escaleras, que están integradas con la estética de la torre y permiten subir al campanario con facilidad, son de nueva construcción, ya que las originales eran inseguras.

Desde estos campanarios las vistas son igual de impresionantes, Todos los visitantes pueden disfrutar de la ciudad y de parte de la provincia. Incluso en invierno se pueden ver la Sierra de Francia o la Sierra de Gredos nevadas.

Unas redes se han puesto en los lugares que antes ocupaban las campanas, ahora en el interior del campanario, para que la gente no tenga la tentación de asomarse por el hueco, así como para que no entren las aves. Pero estas redes están agujereadas para fotografiar Salamanca entera.

Además, desde arriba del campanario no sólo se puede contemplar los monumentos salmantinos, sino que también se pueden visualizar detalles de la propia iglesia de la Clerecía, como figuras que remachan columnas y que fueron construidas por los jesuitas. De igual manera se puede ver la cúpula de la iglesia, también construida en piedra de Villamayor y torcida ligeramente desde el terremoto de Lisboa de 1755. También se pueden encontrar inscripciones de canteros que marcaban sus piedras.

Y, si las vistas impresionan de día, lo hacen aún más de noche. Y es que ‘Scala Coeli’ tiene visitas nocturnas durante los meses de julio, agosto y septiembre, donde los visitantes pueden disfrutar de toda la iluminación de la ciudad charra, que la hace aún más bonita, ya que resalta los edificios históricos aún más como la aguja de la iglesia de San Juan de Sahagún, detalle que destaca María del Puerto. Además, cuando se inician las visitas nocturnas en el mes de julio se puede vislumbrar el anochecer, lo que hace de las vistas algo mágico.

El horario varía. De marzo a noviembre, ‘Scala Coeli’ abre desde las 10:00 hasta las 19:15. En los meses de diciembre a febrero, de 10:00 a 17:15 horas. La entrada tiene un precio de 3,75 euros, aunque hay entrada de grupo por 3,25 euros.  La visita nocturna se realiza durante los meses de verano, de 22:00 a 24:00, y tiene un precio de 5 euros. Además, al ser una subida tan alta, aunque no lo parezca, encarna cierto peligro, por lo que cuando la meteorología es mala o hace mucho viento, la subida se cierra. Si no, está abierta todos los días del año salvo Navidad y Año Nuevo.

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