El 20 de abril de 1999 a los 103 años de edad fallecía Wenceslao Moreno Centeno en su apartamento del Upper West Side de Nueva York. Lo hacía en el lugar donde vivió más de 50 años tras llevar sus espectáculos de ventrículo por todo el mundo y donde más reconocimiento logró, muy lejos de su Peñaranda natal, donde después fue enterrado. Pero ¿Quién era este señor tan conocido en América y tan desconocido en España? El Sr. Wences, nombre artístico que uso durante toda su carrera, es el único salmantino que tiene una calle en Nueva York, un tramo de la calle 54 entre la Octava Avenida y Broadway, justo junto a los estudios donde se emitía el show de Ed Sulllivan, con quien realizó cuarenta y ocho actuaciones que hicieron que su popularidad en el continente americano se disparara. La historia de su vida fue recogida por Jorge San Román Villalón en su libro “La extraordinaria vida del señor Wences”.
Aunque el Sr. Wences logró su mayor éxito en Estados Unidos era español, concretamente de Peñaranda de Bracamonte. Wenceslao Moreno Centeno nació el 17 de abril de 1896 en la localidad salmantina. Fue uno de los 19 hijos que tuvieron Antonio Moreno y Josefa Centeno, de los que solo 7 sobrevivieron. Su facilidad para hablar con el estómago le animó a formar un dúo con su hermano Felipe y comenzaron a actuar por los pueblos de Salamanca. De ahí pasaron a recorrer España actuando con artistas como Pastora Imperio, Celia Gámez o Imperio Argentina. Actuó incluso en el circo Price.
En 1934, tras reunir 9.000 pesetas, se fue a Buenos Aires y allí comenzó su periplo internacional. Desde 1935 el Sr. Wences actuó en Nueva York y ahí comenzó a crecer su carrera y trabajar en los mejores teatros y espectáculos incluso actuar junto a su hermano Felipe en 1937 ante los reyes de Inglaterra o varios presidentes de Estados Unidos. Participó además en la II Guerra Mundial como teniente de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos actuando con sus muñecos en las enormes carpas que el ejército americano habilitaba para animar a los combatientes en el frente. Fue el show de Ed Sullivan quien le dio su mayor popularidad y lo convirtió en uno de los rostros más conocidos de la televisión americana.
Sus voces y su maravillosa y cuidada técnica lo hicieron famoso. Una de sus marionetas era su propia mano, a la que dibujaba una cara y colocaba una película. Era Johnny. Otro de sus personajes era Pedro, una cabeza de muñeco metida en una caja que hizo famosa su frase “It´s all right!”. También tenía una gallina que hablaba llamada Cecilia o un médico francés Monsieur Lafouret. Hablaba ocho idiomas y era capaz de hacer once voces diferentes. Tal era su fama en el país americano que hay referencias a sus frases y sus muñecos en Los Simpsons, Scooby Doo, La Familia Monster o películas de Disney como Aladdin, donde en esta escena el genio imita a su muñeco Johnny con sus manos.
Sus éxitos eran recogidos por la prensa salmantina, donde se hacían eco de la resonancia que tenía su carrera en Nueva York. También se hacían eco de las visitas que realizaba a Salamanca o incluso cuando actuaba en Peñaranda.
A finales de los años 60 empezó a pasar largas temporadas en Alba de Tormes. Con su famoso Mercury Marquis Station Wagon, que ha llegado a exponerse en el Museo de Automoción de Salamanca ya que forma parte de sus fondos, paseaba por las calles de la villa durante varios meses al año. Al principio se alojaba en el Hotel Benedictino, pero una vez que este cerró el Sr. Wences se alojaba en la casa de una vecina con quien había trabado gran amistad durante los años que veraneaba en la villa, Mercedes. Allí se dedicaba a pescar, una de sus grandes pasiones y también actuó en varias ocasiones, normalmente para causas benéficas. En 1996 fue pregonero de las fiestas de agosto, las de la Transverberación de Santa Teresa.
En 1998 Wences le regaló sus muñecos a la artista Michelle LaFong para que sus personajes siguieran teniendo una vida en el mundo del espectáculo. Murió un año después, tres días de haber celebrado su 103 cumpleaños.
Wences Moreno, además de su calle junto a Broadway, tiene otras tres calles en Salamanca. Una en la capital que cuenta con un monolito de piedra en recuerdo al ventrílocuo, otra en su Peñaranda natal y la última en Alba de Tormes, en el Barrio de San Miguel en cuyos bancos pasaba buena parte de sus tardes estivales.
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