El síndrome de Tourette, mucho más que proferir palabrotas de manera descontrolada: "El estigma y los estereotipos siguen siendo un problema"
La unidad de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del hospital de Salamanca realiza un seguimiento de unos quince pacientes, aunque esta cifra "está infraestimada"
Muchas personas asocian el síndrome de Tourette con proferir insultos y palabrotas de manera descontrolada. Este síntoma llamado coprolalia, no obstante, solo afecta a un 10-15 % de los pacientes. "La mayoría de las personas presenta tics motores o vocales simples, como parpadeos, carraspeos o movimientos de hombros", señala Guilherme Carvalho, neurólogo del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, al que hemos acudido para conocer más sobre el trastorno neurológico por su Día Mundial.
La unidad de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del hospital de Salamanca realiza un seguimiento de unos quince pacientes. "Esta cifra está infraestimada dado que la mayoría no llega al ámbito hospitalario". Si lo hacen, son valorados inicialmente por neuropediatría, ya que los primeros síntomas suelen aparecer entre los 5 y 7 años, "con un pico de máxima intensidad alrededor de los 10-12 años".
Los síntomas principales del trastorno neurológico que nos ocupa son los tics motores y los vocales. Los primeros "incluyen movimientos rápidos y repetitivos como pestañear, encoger los hombros o hacer muecas". Los segundos, en cambio, pueden ser palabras, frases o sonidos simples como carraspeos, gruñidos o ladridos. "Suelen fluctuar en intensidad y pueden empeorar con el estrés o la fatiga. En muchos casos, los síntomas disminuyen en la adolescencia o adultez temprana, aunque no siempre desaparecen por completo", afirma el doctor.
Es frecuente, además, que las personas con síndrome de Tourettepadezcan otros trastornos como déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ansiedad y depresión. El más común es el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). "Hasta un 50-60% de los pacientes lo presentan". El motivo por el que conviven varias afecciones a la vez se debe a que implican alteraciones en los mismos circuitos cerebrales, especialmente en el sistema dopaminérgico.
Se desconoce cuál es la causa del síndrome de Tourette, pero todo apunta a que existe "una fuerte base genética". "Se han identificado varios genes implicados, aunque ninguno por sí solo explica todos los casos", admite Guilherme Carvalho. También influyen factores neurobiológicos, ambientales y disfunciones en neurotransmisores como la dopamina y la serotonina.
Avances en tratamientos
El síndrome de Tourette afecta en menor o mayor medida a los pacientes en función de la gravedad de su caso. En los más leves, las personas que lo padecen pueden llevar una vida prácticamente normal e incluso prescindir de cualquier tipo de tratamiento. En los más severos, en cambio, "los tics pueden interferir con el aprendizaje, la socialización, el trabajo y la autoestima. Además, el estigma social y la incomprensión agravan el impacto emocional".
Cuando los síntomas afectan a la vida diaria de los pacientes, estos pueden usar medicamentos que reducen los tics, como los neurolépticos (risperidona, aripiprazol). "También son muy útiles las terapias conductuales, especialmente la terapia de inversión de hábitos", añade el neurólogo del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. Dicha técnica ayuda a reducir o eliminar conductas repetitivas y compulsivas.
Estos tratamientos, junto a los que se están desarrollando, contribuyen a minimizar el impacto de un trastorno que, a día de hoy, no tiene cura. "Hay líneas de investigación muy activas. Se están probando nuevas moléculas más selectivas para evitar los efectos secundarios de los fármacos actuales. Además, la estimulación cerebral profunda ha mostrado buenos resultados en casos muy graves. También se investiga el uso de inteligencia artificial y realidad virtual en terapias conductuales".
Concienciación de la sociedad
El 7 de junio se estableció el Día Mundial de Concienciación del Síndrome de Tourette para sensibilizar a la sociedad sobre un trastorno que continúa siendo desconocido para muchas personas. "El estigma y los estereotipos siguen siendo un problema", sostiene Guilherme Carvalho. Para aumentar su visibilización, "es importante promover la educación en escuelas, medios de comunicación y redes sociales. Documentales, testimonios reales y campañas informativas también pueden ayudar", concluye.
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