Socorristas: La suerte de que Elena y José Manuel estuvieran vigilando en el momento preciso

El pasado miércoles, 1 de agosto, Elena Hernández y José Manuel Delgado, socorristas de las piscinas municipales de Garrido, llevaban a cabo como cualquier tarde su turno de trabajo. Sobre las 18:15 horas, comprobaron que una señora, de 64 años, se encontraba boca abajo en el agua, sin pulso. No les dio tiempo a pensar, había que salvarle la vida

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Agosto y ola de calor en Salamanca. Nada mejor que acudir a las piscinas municipales para combatir las altísimas temperaturas. Y como cada verano, allí están. Son los socorristas, los que se dedican a vigilar constantemente, a advertir, a decirte que no saltes al agua de esa manera porque está prohibido, a sacar de la piscina a imprudentes que se vienen arriba y dicen lo del "yo llevo viniendo aquí toda la vida". El socorrista forma parte del verano, su figura es familiar y, aunque lo normal es que su presencia pase inadvertida, la relación que mantiene con los bañistas no siempre es fácil. Sin embargo, pese a que su labor no es siempre reconocida, su presencia es clave para el buen funcionamiento de una piscina populosa en los meses del verano, porque salvan vidas.

El pasado miércoles, 1 de agosto, Elena Hernández y José Manuel Delgado, socorristas de las piscinas municipales de Garrido, llevaban a cabo como cualquier tarde su turno de trabajo. Sobre las 18:15 horas, Elena, que lleva doce años trabajando como socorrista en las instalaciones, fue alertada por una mujer que estaba nadando en el vaso grande, y comprobó que otra señora, de 64 años, se encontraba boca abajo en el agua, por lo que no lo pensó un momento y se lanzó a por ella. "Salí corriendo y mi compañero me vio, por lo que él se acercó del otro lado de la piscina. Fue todo rapidísimo", cuenta la joven.

Elena sacó a la mujer del agua y comprobó con José Manuel que no tenía consciencia ni tampoco pulso, por lo que ambos se pusieron manos a la obra. "Comencé la reanimación cardiopulmonar de inmediato para tratar de que no muriera, ya que había tragado agua y no sabíamos en ese momento qué le había podido ocurrir", explica el otro socorrista, que lleva trabajando tres años en la piscina de Garrido y ocho como socorrista. 

Fue necesaria la utilización de la cánula de Guede —un tubo curvo y semirrígido de plástico que introducido en la boca impide que la lengua y la musculatura de la faringe obstruyan el paso del aire— pero, tras unos quince minutos que "se hicieron eternos, los peores que hemos vivido como socorristas", según dicen ambos, la mujer reaccionó tras sufrir dos pérdidas seguidas de consciencia, comenzó a respirar de forma agónica y lograron estabilizarla hasta la llegada de los efectivos de Sacyl.

Los dos socorristas le salvaron la vida de la mujer, una vecina de Salamanca y habitual de las instalaciones que, en plena piscina y mientras nadaba, comenzó a encontrarse mal, sufrió un mareo y no pudo salir del agua antes de perder el sentido. Tras la intervención vital de los dos vigilantes, fue trasladada al Hospital, y ya al día siguiente pasó a planta.

Ambos han recibido numerosas felicitaciones tras lo ocurrido, pero sólo afirman que es parte de su trabajo. Eso sí, se muestran contentos por haber podido poner en práctica todo lo aprendido y entrenado. Humildes, llegan a afirmar qie tuvieron un poco de suerte. "Hace unas semanas realizamos el curso de reciclaje de salvamento, que es obligatorio en nuestro trabajo, por lo que teníamos muy reciente todo el protocolo en caso de incidente en el agua", explican.

Salió perfecto. 

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Fotografías: Toño González

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