Los Sucesos de Salamanca de 1937: Cuando Franco se apropió de Falange

Un sonado enfrentamiento entre dos facciones de falangistas, ocurrido hace 81 años en las calles de Salamanca, desencadenó que Franco creara el Movimiento Nacional

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 Guzman Gombau
Guzman Gombau

En la primavera de 1937, España llevaba nueve meses inmersa en una intensa contienda civil que había ocasionado ya varios miles de muertos. Al mismo tiempo que el bando sublevado bombardeaba Guernica, en las dos retaguardias tuvieron lugar acontecimientos de gran importancia que marcaron el devenir de la guerra.

En el bando republicano, el Gobierno se liberó de la presión que el anarquismo le ejercía, acabando con toda oposición a las doctrinas oficiales de la URSS. En el bando nacional, por su parte, Franco también aplacó la oposición de derecha e unificó bajo su mando a todas las fuer-zas políticas existentes en la zona sublevada.

Esto le fue posible gracias a los Sucesos de Salamanca de abril de 1937, un enfrentamiento entre dos facciones de Falange: La que estaba a favor de la fusión con otras fuerzas y a la dependencia de los militares; y la que se negaba a cualquier supeditación. La rivalidad —que tuvo lugar hace justo ochenta años— generó varios muertos en las calles de la ciudad, que en ese momento era la capital de la zona sublevada.

"Los Sucesos de Salamanca representan el segundo acto en la conformación institucional del régimen franquista, tras la elección de Franco como Generalísimo y Jefe del Estado. Con la creación de un partido único de tipo fascista, el régimen dio un paso adelante en su estructuración política, optando por uno parecido a la de los aliados nazis y fascistas italianos", explica Joan María Thomàs, historiador experto en falangismo, profesor de la Universidad Rovira i Virgili y académico correspondiente de la Real Academia de Historia.  

Cuando estalló la Guerra Civil, Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FE de las JONS), era un partido que se encontraba en horas bajas. Contaba con unos 6.000 afiliados, pero a la mitad de ellos le sorprendió el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 en zona republicana. El fundador y líder del partido, José Antonio Primo de Rivera, preso en la cárcel de Alicante, fue condenado a muerte y ejecutado en noviembre, mientras que otro destacado miembro, Raimundo Fernández Cuesta, permanecía recluido en la cárcel Modelo de Madrid.

Al mismo tiempo, Falange se había convertido en el emblema del denominado Alzamiento Nacional, debido a que su ideología fascista tenía muchos apoyos y simpatías dentro del Ejército y, además, había aportado un ingente número de combatientes en los primeros meses de la Guerra.

Con el discurrir de los meses, sin embargo, el partido volvió a aumentar considerablemente en número de afiliados y, a comienzos de 1937, la falta de un líder sólido propició una pugna entre dos tendencias.

La primera estaba formada por falangistas de orígenes proletarios del Norte de España que promulgaban un falangismo revolucionario basado en iconos, como era en aquel momento José Antonio. Estaba encabezada por un mecánico cántabro de nombre Manuel Hedilla.

Al comienzo de la Guerra Civil, Hedilla se había trasladado a Salamanca y mantenía una excelente relación con el general Mola, el cabecilla del Golpe de Estado, y tras la muerte de Primo de Rivera, fue aupado a la jefatura provisional de Falange. Entre los más estrechos colaboradores de Hedilla se encontraban el periodista Víctor de la Serna, segundo hijo de la escritora Concha Espina; el científico José Antonio Serrallach, inventor de la mercromina y agente nazi en España; o el farmacéutico José María Alonso Goya.

La otra facción era el denominado Grupo de Madrid, y estaba encabezada por Sancho Dávila y Fernández de Celis, la persona que había iniciado las conversaciones para fusionar Falange con el Movimiento Carlista; así como el médico Agustín Aznar, el abogado Rafael Garcerán o el por entonces desconocido José Antonio Girón de Velasco.

"FE de las JONS ya se había convertido en un partido de masas durante los nueve meses de guerra precedentes y precisamente ello inclinó a Franco y a sus consejeros políticos —destacadamente Ramón Serrano Suñer— por el bando falangista a la hora de conformar el partido único. De hecho, copiaron casi literalmente el nombre, la estructura interna y 26 de los 27 puntos de FE de las JONS en el posterior FET y de las JONS", afirma Joan María Thomás.

La conspiración

La discusión interna en Falange sobre el liderazgo de Manuel Hedilla llevó a éste a tratar de afianzar su posición. El día 12 de abril visitó el frente del norte y logró la autorización para el traslado a Salamanca de algunos de sus incondicionales entre los que se encontraba Alonso Goya, y el día 13 convocó en Burgos un congreso extraordinario con dos puntos a tratar: La disolución de la Junta de Mando y la elección del Jefe Nacional hasta la puesta en libertad de Raimundo Fernández Cuesta.

El día 15 comenzaron a llegar a Salamanca numerosos falangistas armados, de ambas facciones, a la vez que Hedilla, y el 16 sus principales opositores celebraron una reunión conspirativa para destituirle y nombrar un triunvirato. Los conjurados tomaron la sede de la Junta de Mando de Falange, situada en la calle Toro, y Hedilla se marchó para evitar un derramamiento de sangre y reunirse con Franco, que no le recibió.

En una reunión celebrada esa noche en casa de Hedilla, Alonso Goya le solicitó su autorización para tratar de arreglar las cosas con el otro bando a través de la amistad que le unía con Sancho Dávila, con quien había compartido celda en la cárcel Modelo durante los primeros meses del alzamiento. Sancho Dávila, en primer lugar, se desplazó a la finca Pedro Llen —situada en Las Veguillas y actualmente convertida en un espacio en el que se celebran bodas— y que albergaba una academia de Falange. Allí recogió a algunos refuerzos y regresó a la ciudad, concretamente a la antigua calle Eduardo Pérez Pujol (hoy Concejo), donde residía Sancho Dávila.

Armados con pistolas y granadas, el grupo de hedillistas accedió de madrugada a la vivienda del opositor y, en un confuso episodio en el que Sancho Dávila se negó a irse con ellos porque pensaba que le iban a asesinar durante el camino, uno de sus guardaespaldas, conocido como Peral, asestó un disparo a Alonso Goya en la cabeza e, inmediatamente, el hedillista López Puertas disparó a su vez a Peral.

"En el enfrentamiento murieron dos falangistas. Alonso Goya, un jefe de milicias de la Falange santanderina muy próximo a Hedilla y un escolta de Sancho Dávila, todo ello tras un enfrentamiento con pistolas y bombas de mano en la pensión en la que se alojaba Dávila. Franco apoyó a Hedilla, desplegó fuerzas de orden público y se congratuló de que recuperara el poder de Falange. Pero también se aprovechó de esta insólita lucha interna para decretar la unificación", cuenta Thomás.

El 18 de abril, Manuel Hedilla fue nombrado Jefe de Falange. Un día después, Franco le traicionó y unificó bajo su mando a todas las fuerzas políticas. Hedilla no aceptó el cargo de secretario general que le propusieron y fue acusado de traición y condenado a muerte. Indultado poco después, tras salir de la cárcel en 1941 nunca volvió a integrarse en Falange y pasó a ser un símbolo de la oposición falangista al dictador. Murió en 1970. 

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