El sueño de ser músico de orquesta que llevó a Alberto hasta La Haya para aprender de uno de los mejores trompistas del mundo

Tras viajar por casi toda España y gran parte de Euorpa, decidió irse a la ciudad holandesa para recibir clases de José Luis Sogorb. Actualmente está de gira con la Orquesta Joven Nacional de Holanda, y pronto lo estará con la de Flandes. Un accidente hace unos meses pudo cambiar su vida, pero todo quedó en un susto

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Alberto Fernández siempre tuvo dos pasiones: la música y viajar. Durante toda su vida (24 años) estudió trompa en el Conservatorio Superior de Salamanca, y mientras viajaba tanto por toda España como por Europa (y el mundo, puesto que ha llegado a estar en el Líbano) participando en diferentes proyectos, todos relacionados con jóvenes músicos.

Sin embargo, a mediados del 2018 decidió que debía dar un paso más en su carrera artística, y se aventuró a estudiar en La Haya (sede del parlamento holandés) un Máster en Interpretación Orquestal. Eligió ese sitio porque entraba a dar clase como profesor de trompa José Luis Sogorb, “que es músico de la mejor orquesta del mundo, la Roya Concertgebow Orchesta, residente en Ámsterdam”.

Él conocía a José Luis Sogorb de realizar algún curso bajo su tutela, “y ambos coincidimos en que su manera de enseñar y educar la mente era la mejor para mí en ese momento”, por lo que no se lo pensó dos veces y se marchó a casi 1.800 kilómetros de su casa.

Dos meses durmiendo en sofás de compañeros hasta que encontró un hogar

Alberto no tenía conocimiento previo del holandés. Lo define como un idioma muy difícil, algo que los habitantes de los Países Bajos saben, por lo que el conservatorio en el que estudia tiene la programación en inglés, y no es requisito aprender el holandés “ya que, en el ámbito musical, el inglés es el idioma con el que se trabaja”, aunque no descarta aprender en el futuro la lengua local.

Sus primeros días los recuerda complicados. No tanto por el hecho de estar en el extranjero, algo a lo que ya estaba acostumbrado, sino por el tener que buscar piso. La Haya es una ciudad universitaria cuyo número de estudiantes no deja de aumentar año tras año, por lo que conseguir un piso “cada vez es más difícil”, y es muy común tener que vivir en las afueras o tener que pagar un precio muy alto, algo similar a lo que pasa en Madrid y Barcelona.

Además, como bien especifica Alberto, los holandeses “son gente muy consciente en la economía, y siempre priorizan a gente con trabajo y, de entre los estudiantes, a los que vienen de un país con economía alta, como Alemania, Inglaterra o Suiza”. Así, lamenta que los estudiantes españoles quedan en el último lugar para conseguir un alquiler.

Por ello, y hasta que encontró un hogar, estuvo dos meses viviendo en La Haya “sin casa, durmiendo en el sofá de compañeros músicos”, por lo que insiste en que “toda ayuda recibida o que se pueda ofrecer es poca, poniendo su caso como ejemplo.

Eso sí, su adaptación allí ya es total, puesto que la mayoría de la población de la ciudad es extranjera, y todo está ‘adaptado’, según comenta, para hacer más fácil la vida de todo el mundo. Por tanto, lo más difícil sigue siendo adaptarse socialmente con gente extranjera “criado cada uno en distintos lugares del mundo y en diferentes condiciones”, aunque siempre termina habiendo algún punto en común. 

De gira con la Orquesta Joven Nacional de Holanda, y pronto con la de Flandes

La mayoría del tiempo de Alberto se ocupa en estudiar el Máster de Interpretación Orquestal, aunque su día a día depende de los proyectos en los que esté inmerso. Por ejemplo, la madrugada de este sábado al domingo la pasó en un autobús de Viena a Utrech, ya que en ambos sitios ha actuado con la Orquesta Joven Nacional de Holanda.

Y esta semana que entra, además de estudiar y asistir a clases, tendrá que desplazarse al país vecino de Bélgica para realizar una gira con la Orquesta Joven de Flandes. Esto, aunque suene apasionante, hace de su vida un tanto complicada, ya que “es imposible tener rutinas”.

Sobre la diferencia con el nivel de vida, cree que si consigues un trabajo, “es mucho más alto porque los salarios son superiores”. La mayoría de los estudiantes holandeses tienen un empleo al finalizar sus carreras, “por eso nadie opta por estudiar música, porque es un mundo mucho más inseguro económicamente, así que los conservatorios están llenos de españoles y portugueses”.

También destaca las oportunidades y el aprecio a la cultura que hay en Holanda, mucho más que en España, aunque refleja que Salamanca y La Haya son “ciudades diferentes en países muy distintos”, y la considera más fría que su ciudad natal.

Así, no duda en que se vive mejor en Salamanca, sobre todo en lo que se refiere al ocio y en la cercanía de la gente, que nada tiene que ver con el carácter holandés, y cree que nadie viviría en La Haya “por amor a la ciudad, como muchos salmantinos sí haríamos”.

Sin embargo, y aunque echa de menos la ciudad, no tiene pensado volver para quedarse “porque no hay futuro para mí en lo que a la música se refiere”, aunque nunca se sabe, cree. De momento, tiene dos años más por delante con el máster, “y luego decidiré si establecerme aquí o si buscar aventuras en un nuevo lugar”. 

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“Ojalá poder cumplir mi sueño y poder vivir de la música en España”

De Holanda, Alberto ha podido conocer las principales ciudades, y cree que en general es un país muy similar “que contrasta con la diversidad que existe en España”. Allí son todo paisajes verdes y completamente llanos y todas las ciudades organizadas de la misma manera, como también lo están los supermercados o el transporte público.

Por eso, no duda en afirmar que la organización que existe es lo que más le llama la atención, así como la puntualidad o que el transporte principal sea la bicicleta “y que toda la ciudad esté adaptada para ello”. También el bajo índice de obesidad que hay entre los holandeses debido a la consciencia de la gente sobre la alimentación y el escaso número de fumadores que hay.

Pese a todo, echa de menos Salamanca “por razones simple como la familia y los amigos, así como los planes que surgen con estos”. También los precios, puesto que Salamanca es una ciudad muy barata y la considera la ciudad ideal para gastar tu tiempo en bares o espectáculos. Y también, como cree que le pasa a todos los salmantinos, añora el clima y, sobre todo, la comida.

Así, y pese a que no tiene intención de volver definitivamente, sí le gustaría estar cerca de su ciudad. Por ello, espera poder cumplir su sueño, que es ser feliz dedicándose a la música y poder vivir de ello “ojalá que en España”. 

El accidente en La Haya que le pudo cambiar la vida y que le hizo ver las diferencias sanitarias

La vida de Alberto pudo cambiar, por desgracia, el 9 de diciembre. Aquel día iba en bicicleta por La Haya cuando sufrió un accidente y se cayó. El golpe en la cabeza le provocó un traumatismo craneoencefálico y un hematoma interno, aunque por suerte no fue a más.

Así, puede hablar de las diferencias sanitarias que hay entre un país y otros. Cree que, en Holanda, la sanidad es mucho mejor en lo que a medios y organización se refiere, y le sorprendió que los hospitales estuviesen vacíos, puesto que “sólo están los enfermos y aquellos que los cuidan, y no hay familiares en los pasillos ni salas de espera llenas”. Además de restringir mucho el horario de visitas, las habitaciones son amplias y con vistas estupendas.

Cuando tuvo el alta coincidió con Navidad, por lo que regresó a España, donde tuvo que ir a revisión. En el hospital atisbó que en organización y medios, la sanidad española “es horrible”, pero “en cuando a nivel médico y trato personal, es inmejorable”, y asegura que los profesionales con los que contamos aquí son “los mejores del mundo”, por lo que le fastidia que no sean tratados como merecen ni acompañados de los medios que necesitan. 

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