La tasa de basura de Salamanca, en la media nacional

Tiene un valor variable de 87 euros de media, apenas tres euros por encima de la media. San Sebastián, Girona y Granada, las ciudades más caras

 Basura en los chiringuitos de La Aldehuela
Basura en los chiringuitos de La Aldehuela

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), ha realizado un análisis comparativo del coste de la tasa de basuras en 54 ciudades. La principal conclusión de este estudio es la gran diferencia entre lo que se paga en unas ciudades y otras por recogida y tratamiento de los residuos domésticos. OCU critica además la falta de transparencia que dificulta la comparación y no permite conocer a los ciudadanos a qué se destina el dinero pagado por la recogida de la basura.

Para la realización de este estudio OCU ha llevado a cabo un análisis de las tasas de basuras en 54 ciudades: todas las capitales de provincia, más Ceuta, Melilla, Vigo y Gijón. El análisis ha incluido las principales bonificaciones que se puede obtener en ellas.

La tasa de basuras es el instrumento con el que casi todos los ayuntamientos sufragan la recogida y tratamiento de los residuos que los consumidores generan en casa. La definición es lo único que tienen en común, OCU ha constatado que el importe cobrado, su periodicidad, los conceptos por los que se abona o las deducciones posibles son muy variables y en absoluto homogéneas.

Así, Salamanca, con 87 euros, está en una zona media en esta clasificación que lidera San Sebastián. La ciudad del norte, con 176 euros, es la ciudad que más cobra por la tasa de basuras, aunque al estar vinculada al consumo de agua, su importe se reducirá a medida que el consumo es menor. 

Le siguen Gerona (164 euros) y Granada (142 euros). La tasa más baja se paga en León, Alicante y Soria, entre los 36 y los 28 euros. Además, en seis ciudades como Madrid, Barcelona, Valladolid, Málaga, Las Palmas y Badajoz no se paga una tasa diferenciada por la recogida de residuos en las viviendas. 

Estas diferencias de precios tienen que ver con las diferentes formas de cálculo de la tasa. En veinte ciudades la tasa es idéntica para todos los domicilios del municipio, sin importar el tamaño de la vivienda o cualquier otra consideración. En otras quince es la calle en la que está la vivienda la que marca la tarifa. El valor catastral de la propiedad, en cambio, es el criterio al que se asocia la tasa en Toledo, Burgos, Castellón y, parcialmente, Pamplona, mientras que en Gijón y Vitoria se basan en las dimensiones de la vivienda. Por último, en Zaragoza, San Sebastián, Cáceres y Sevilla la tasa está vinculada al consumo de agua.

Tan dispares como los precios son las bonificaciones. El 70% de las ciudades cuenta con algún tipo de bonificación, casi siempre vinculadas a bajos ingresos, aunque las familias numerosas, pensionistas o hogares con algún discapacitado es habitual que tengan un tratamiento especial. Una mayor publicidad de estas bonificaciones es fundamental para que cumplan su función social. En bastantes ciudades hay descuentos por familia numerosa.

Sin embargo, son una excepción las ciudades que introducen bonificaciones medioambientales. Tan solo en Oviedo, San Sebastián, Lérida y Gerona vinculan su tasa a la participación en programas de reducción de residuos, ya sea facilitando su correcta separación o acudiendo a los puntos limpios. Para OCU sería deseable promover rebajas en la tasa de basuras para favorecer la reducción y el reciclaje adecuado de residuos en los hogares.

Tras las importantes subidas que tuvieron lugar de 2011 a 2014, el precio medio del impuesto (83,7?) lleva varios años estabilizado. Gerona, Ceuta y San Sebastián son los únicos tres municipios que incrementaron su tasa por encima del 5% durante el pasado ejercicio, mientras que Santa Cruz de Tenerife y Valencia la bajaron.

OCU denuncia la enorme variación, de hasta el 600 %, en las tarifas que cada ciudad aplica y que difícilmente se explican por las diferencias en la gestión llevada a cabo por cada ayuntamiento. Por eso considera importante la información y transparencia sobre el sistema de facturación empleado y, sobre todo, acerca de las bonificaciones de las que los vecinos pueden beneficiarse. Con ese ejercicio de transparencia, además, será más sencillo introducir en un futuro nuevas variables que incentiven políticas de reducción y reciclaje de residuos, tal y como ya han empezado a hacer algunas ciudades.

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