Nos alarmamos siempre que en las noticias escuchamos hablar de catástrofes naturales, pero hay algo dentro de nosotros que de alguna provoca que nos atraigan. Sentimos una atracción irreverente que nos impide dejar de conocer las desgracias o miserias de los que son como nosotros, quizá porque en algún momento nos pueden tocar. Y es en torno a estas catástrofes donde surgen historias que a veces se convierten en leyendas urbanas, que se entremezclan con la noticia y actualidad. Rescatamos de la fonoteca de nuestro querido programa radiofónico Angulo 13, una interesante entrevista mantenida hace unos años con Santiago Camacho, para hablar sobre este asunto.

¿Qué tienen las catástrofes naturales, que a todos de alguna manera nos atraen?

- Creo que tienen como punto común el unirnos a todos en el recordatorio de lo pequeños que somos en comparación con la naturaleza. A fin de cuentas, generamos una enorme civilización tecnológica, llena de adelantos inverosímiles, de edificios impresionantes, de carreteras, de ferrocarriles, y sin embargo, basta con que la naturaleza se enfade un poquito con nosotros, se sacuda las pulgas, para que todo eso se caiga como un castillo de naipes. Esa sensación de indefensión, efectivamente nos atemoriza, y también nos fascina. Y en el fondo, de una forma terrible y siniestra, nos reconcilia con nuestra parte natural. Por un momento dejamos de ser los todopoderosos dioses que tienen mando y dominio sobre toda la creación, y volvemos a ser un ser más indefenso sobre la corteza de nuestro planeta.

¿Sirven estas tragedias para unirnos como seres humanos?

- Pues por un momento también nos hace retrotraernos a esa fase de volver a ser seres humanos, a considerarnos todos miembros de la misma tribu, y a fin de cuentas, pues unirnos aunque sea en la contemplación del desastre que nos afecta, o a veces, aunque solo lo estemos viendo por televisión, en un bar desayunando, acabas comentando con la persona que está al lado y a quien no conoces; por un momento aflora la solidaridad.


El Tsunami de Japón, terremoto en Lorca… ¿estos acontecimientos acaban siendo confundidos con algún tipo de conspiración?

-Si no siempre, al menos casi siempre. Yo soy una persona que ha seguido las teorías de la conspiración desde hace tiempo, y me puedo considerar un conspiranoico. Creo que la verdad oficial no ayuda para nada a satisfacer todas las incógnitas que suscitan determinados hechos históricos. Pero también hay un factor sociológico en las teorías de conspiración, no es oro todo lo que reluce. Muchas veces sirve para satisfacer necesidades muy básicas de la psicología humana. Precisamente por esa sensación de indefensión que te comentaba, a veces como colectivo nos es más tolerable, pensar que estamos siendo víctimas de algo planeado o programado, aunque sea en nuestro propio perjuicio por mentes maquiavélicas, que muchas veces admitir la simple verdad, que es que en muchos casos que la naturaleza es caprichosa, y somos víctimas de ella. Las teorías de conspiración surgen muchas veces por la necesidad psicológica, de darle orden a un mundo caótico. Nosotros si tenemos miedo de algo, y de los que somos menos conscientes, es que tenemos una necesidad de control absoluta. Una de las cosas más estresantes, son las situaciones en las cuales tenemos la sensación de que no controlamos la situación, sino que algo por encima de nosotros, la controla y no somos más que juguetes de ese asunto. Si pensamos que hay una teoría de conspiración detrás de determinada catástrofe de cualquier tipo, pues de alguna manera, es consolador.

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La posibilidad de que el proyecto HAARP pueda manipular el clima e incluso influir en el comportamiento de las personas, ¿es viable realmente?

- Pues fíjate que realmente de lo que podemos estar cien por cien seguros, es que el HAARP existe, se puede ver hasta por Google Earth, está en Alaska, cerca de una localidad que se llama Gakona. Es un complejo de antenas enormes, al cual no se deja pasar a la gente, ni se deja que haya tráfico aéreo, por encima ni por las proximidades. Depende de la Universidad de Alaska, pero todo el proyecto está financiado sobre todo por la Marina estadounidense. Eso es lo que sabemos. ¿Para qué se creó esto? No tenemos absolutamente ni idea. Sabemos que su propósito nominal es para estudiar las auroras boreales, está en un buen sitio para ello. Esas antenas tienen la capacidad de lanzar miles y miles de vatios a la ionosfera, provocar una carga en la atmósfera y reproducir de alguna forma esas auroras boreales. Hasta ahí lo oficial. Sin embargo ha habido patentes del propio HAARP que han sugerido la posibilidad de que pudiera servir para control climático e incluso mental en las personas. Esa es una teoría perfectamente posible. No creamos que es ciencia-ficción. Y finalmente se ha hablado desde los tiempos modernos, desde la época de Nikola Tesla, sobre la posibilidad de crear lo que podríamos llamar una máquina de terremotos, a través de un principio que se llama de ondas escalares, que el propio Nikola Tesla ya podría haberlo descubierto a principios del siglo XX. HAARP podría haber sido una de las formas de canalizar este invento. Esas son las tres grandes teorías heterodoxas sobre el HAARP.

Vamos a seguir con un término anglosajón. ¿Porque a los Chemtrails, también se les atribuye la facultad de manipular el clima o alejar las lluvias de un determinado lugar?

- Eso se ha escuchado, se escucha y se escuchará. El otro día estaba hablando con el meteorólogo de Madrid, Jacob Petrus, que viene de vez en cuando a Cuarto Milenio. Y me contaba que cada vez que sacan una estela de un avión, o un cirro con una pinta un poco rara, automáticamente al día siguiente llueven mensajes que les llaman conspiradores, ocultadores de la verdad, acusándoles de envenenar con información […] Es un tema muy extendido y va en alza. Honradamente no creo que nos estén fumigando sistemáticamente con ningún propósito absolutamente siniestro. Pienso que efectivamente muchas de las pruebas puntuales que se han mostrado son ciertas. […]Qué hay y las hay unidades de la Fuerza Aérea norteamericana especializadas en fumigación, sí, las hay. En la guerra de Vietnam fueron fundamentales en la difusión del siniestro agente naranja con el que pretendían terminar con la selva vietnamita para que no se ocultaran en ella, y a cambio consiguieron que sus propios soldados tuvieran una serie de enfermedades terribles. Todo eso existe, y muy probablemente se hayan hecho experimentos puntuales, insisto, puntuales, no diez todos los días, sino uno cada tres años. Pero que la alarma que se está generando por parte de movimientos de skywatches, me parece un poco desmedida en mi humilde opinión. Una opinión tan válida como el que opina lo contrario.

Santi, ¿estamos realmente cogidos por los hilos de 7 u 8 personas en el mundo?, ¿depende nuestro futuro de ellos?

- Yo no te diría que 7 u 8 personas, pero sí te diría de 500 ó 600, y siguen siendo muy pocas. El futuro de buena parte de la humanidad, depende de un montón de personas, como mucho 1.000, pero para una población de 7.500 millones de habitantes en el planeta, evidentemente son muy pocas, y están en grandes consejos de administración de empresas de las que ni siquiera sabemos el nombre. Porque nosotros retenemos el nombre de las grandes corporaciones de los productos que consumimos, o de las cosas audiovisuales que vemos, pero muchas veces lo que no sabemos es que esas empresas participan o son sociedad de otras empresas mayores, con nombres menos glamurosos y que determinan las cosas. Y que a lo mejor una de esas grandes casas de capital griego por ejemplo, controla buena parte de los estudios de TV de EEUU, a su vez de toda la industria agrícola, de campos tremendamente diversos. El problema es que de toda esa gente, casi ninguna de ellas procedente del ámbito de la política, y eso también asusta, porque estamos hablando de gente a la que nadie ha escogido, a la que nadie va a poder retirar su confianza, porque la confianza de los ciudadanos le importa poco. Pueden derribar gobiernos, cambiar el curso de países, pueden tener un poder ilimitado. Por lo tanto sí, es cierto que el poder en este planeta está en bastantes menos manos de las que querríamos.

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La superpoblación en la que estamos sumidos, ¿se podría considerar una catástrofe natural?

- Es una catástrofe imprevista. A día de hoy aún tenemos recursos suficientes para sujetar o mantener a esos 7.500 millones de personas de los que te hablaba antes sin mayores problemas. El problema es que esos recursos están muy mal repartidos. Hay capacidad para alimentar, dar agua potable a 7.500 millones de personas, para sujetar esa población en el planeta, y probablemente algo más. El problema es que si sales de Europa, la zona rica de Asia y América del Norte, la cosa empieza a ser más complicada. Y precisamente el gran reto de la humanidad va a ser cómo esos recursos suficientes, no especialmente sobrados, pero sí suficientes, para que todos podamos beber y comer y ducharnos, tener un estilo de vida relativamente cómodo, más o menos ricos, pero que al menos no te falte eso, el alimento y el agua. Si no queremos enfrentarnos a conflictos muy graves, a guerras inesperadas, a movimientos de población catastróficos, la comunidad internacional va a tener que ver cómo gestiona esos recursos, porque ya hay gente que le va haciendo mucha falta su parte de ese pastel. 

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