El nerviosismo de las primeras veces, llegar antes de la hora prevista, un abrazo con un amigo que puede ser que haga tiempo que no ves, ir a comprar un regalo para una de las personas más importantes de tu vida, estas son, en definitiva, algunas de las pequeñas cosas que llenan el corazón y que hacen que la vida tenga más sentido. Los chicos de la Fundación Aviva, que tiene como finalidad defender los derechos y mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad y de sus familias, tienen cada día una actividad establecida junto a sus monitores. En este caso, Lindsay y Hugo son los encargados de este maravilloso grupo, donde la amistad entre los jóvenes se ha ido forjando con el paso del tiempo.
Son las 17:30 horas de un miércoles donde la primavera está casi llamando a la puerta. Una tarde, en la que los ocho jóvenes quedan en la plaza de Gabriel y Galán, desde donde emprenderán su tarde de compras para lograr encontrar el regalo perfecto para celebrar el Día del Padre. Algunos buscan ideas en sus móviles mientras esperan a que acaben de llegar los más rezagados del grupo. Cuando finalmente están todos, se toma una decisión, los que tienen claro lo que regalar son los primeros en realizar sus compras, por lo tanto, se emprende el camino hacia las tiendas donde ellos quieren comprar sus detalles. Esta actividad, en concreto, es conocida como ciempiés, ya que se trabajan las habilidades adaptativas al entorno.
Durante el camino hacia la tienda elegida por los jóvenes es notorio el 'feeling' que hay entre todos ellos. Un trayecto muy agradable y jovial, en definitiva, la ilusión que todos tenemos cuando vamos a comprar un regalo y deseamos acertar. Mientras tanto, la responsable del grupo, Lindsay, explica que lleva 12 años trabajando en Aviva: "Empecé como voluntaria, posteriormente realicé varios programas de prácticas, entre ellos, el de monitor de ocio y tiempo libre, junto al de animación sociocultural, y cuando terminé empecé a trabajar en la fundación. El estar con ellos me ha hecho sentir que me aportan mucho más de lo que yo les puedo dar, son pura felicidad, te llenan de energía”.
En Aviva, trabajan con todo tipo de discapacidades, tanto intelectuales como físicas y sensoriales. En total, hay 34 programas diferentes para los participantes donde el ocio, el deporte y el trabajo de la autonomía personal son algunos de ellos. “Cada uno va enfocado un poco a temas diferentes, pero nunca se nos olvida que todo a la larga es un medio socializador. Aviva llega a mucha gente que se siente sola y aquí encuentran un espacio en el que ser ellos mismos, donde respetan y son respetados, es un entorno seguro para ellos” declara Lindsay.
Comienza la hora de las compras, y al llegar a la tienda, los chicos entran con Hugo, que es el encargado, esta vez, de hacer de apoyo, ayudarles con cualquier duda que tengan, trabajando así, la independencia de los mismos a la hora de pagar, elegir lo que quieren y calcular si tienen dinero suficiente para comprar lo que les ha gustado. Los que tenían desde el primer momento las ideas claras sobre el regalo que habían pensado comprar para su padre salen ilusionados cargados con sus bolsas y felices con su decisión.
Alegre y muy sonriente, el primero en salir es Guillermo, tiene 20 años, y según especifica, es un apasionado del deporte desde que era pequeño, explicando que su actividad favorita en Aviva es el fútbol sala, sin olvidar que también le gusta mucho el rugby. Le encanta caminar y su día a día está plagado de actividades, además, explica, que tanto sus compañeros como él se sienten muy bien viniendo a Aviva "tenemos muchos amigos y hacemos actividades que nos llenan".
Todo esto no sería posible sin la labor que realizan ambos monitores; esta es primordial durante el paseo, ya que, se pueden dar situaciones incomodas para los jóvenes, aunque, según declara la responsable del grupo, no es lo habitual: "Es muy raro que se dé una situación en la que alguien se ría de ellos por la calle, pero ha pasado varias veces, que alguna persona se haya quedado mirando y posteriormente, les preguntamos si necesitan algo, por lo que se acaban interesando por quiénes somos y qué hacemos. Ellos cuando saben que alguien lo hace con maldad, saben retirarse, no les afecta”. Por otro lado, Lindsay, detalla que en la fundación hay actualmente participando 260 personas con discapacidad y 16 trabajadores y, destaca la importancia del voluntariado, además, incide en que las personas que les ayudan son de muy diferentes perfiles: estudiantes, personas jubiladas, trabajadores…
La tarde de compras continúa entre abrazos y bromas por una de las principales calles de la capital. La monitora explica que la mayoría de los jóvenes del grupo están en el instituto, otros en centros especiales de empleo e incluso, en programas de la universidad, como es el caso de María, una joven de 23 años muy alegre y, según relata, apasionada del teatro. Lleva 12 años en Aviva y recalca, que una de las cosas que más le gusta es hacer planes con sus compañeros, "esto me mantiene muy activa”.
En cuanto a cómo se sienten las familias, una vez descubren Aviva, Lindsay explica que "los padres están felices porque sus hijos quieren venir siempre, han encontrado a gente con la que poder hablar y compartir momentos y emociones, ya que, en otros ámbitos se pueden encontrar un poco más solos. Nosotros en en la fundación nos adaptamos a cada persona, cuando alguien llega por primera vez le hacemos una entrevista y valoramos en qué tipo de programas puede encajar, de manera que se sientan cómodos y satisfechos".
Ya con el objetivo de la tarde cumplido, y con todos los regalos comprados, la responsable del grupo esclarece, que la sociedad ha avanzado con la gente que tiene discapacidades "se trabaja de forma diferente, se ven a más personas con discapacidad en medios de prensa, en tiendas cara al público, puesto que se está fomentando mucho el empleo. Se ha evolucionado, pero queda mucho por trabajar todavía, hay que dar oportunidades y tener paciencia y a veces las personas no la tienen. Desde Aviva se trabaja cada día por defender los derechos de las personas con discapacidad y por mejorar su calidad de vida. Es un trabajo continuo, concluye.”
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