Si bien Salamanca es conocida como la cuna del embutido, de los hornazos y de las perrunillas, hace menos de un siglo acogía numerosas fábricas dedicadas a la producción de chocolate artesano. En 1936 existían hasta 18 fábricas repartidas en diversos pueblos de la provincia, entre los que se encuentran Cantalapiedra, Candelario, Ciudad Rodrigo, Guijuelo, La Maya, Lumbrales, Miranda del Castañar, Vitigudino, Anaya de Alba, Babilafuente, La Vellés y la propia capital charra. Siendo en su mayoría empresas familiares, abastecían de este chocolate a pequeños y mayores.
Actualmente, lo único que quedan son algunos moldes de las fábricas, piezas de la maquinaria empleada o algunas instalaciones dedicadas a otros fines. La explicación a esta desaparición la tienen clara el escritor de la publicación ‘El chocolate en Castilla y León’, Benjamín Redondo y el presidente de la Asociación de Artesanos Alimentarios de Castilla y León, Evergislo Macías: El avance de las multinacionales.
“Donde esté un chocolate artesano, le pasa igual que a la repostería, la rentabilidad es más baja. Las empresas grandes se comieron por esto a los chicos”, apunta Macías. Él mismo conoce de primera mano este problema ya que, además de su puesto como presidente de Asociación de Artesanos, conforma la quinta generación de un obrador destinado a la producción de pan y repostería en La Vellés. El artesano no teme por el futuro de la repostería ya que “le gusta a todo el mundo y la gente valora que sean productos artesanos y de primera orden con etiquetas que garantizan que la producción es de calidad”.
El propio Macías cuenta en su obrador con varios moldes de “libra” de chocolate de la fábrica de La Vellés, llamada ‘Chocolates Nuestra Señora de la Antigua’. La empresa cerró en los años 50 y actualmente el edificio, según comenta Macías, acoge una panera. El artesano comenta con añoranza cómo, tras la desaparición de las fábricas de la provincia, fueron dos hermanos zamoranos de Vezdemarbán los encargados de repartir tabletas y “alegría” por la comarca de La Armuña.
En la capital del Tormes, la última fábrica dedicada a esta producción se mantuvo en pie hasta hace apenas tres años, cuando se procedió a su derribo. Se trataba de la fábrica ‘Santa Juliana’, ubicada en la calle Torres Quevedo y que, según comenta Macías como privilegiado que pudo observar su interior, “todavía conservaba maquinaria”.
Tras esta desaparición productiva, la presencia de chocolate artesano en Salamanca se reduce a varios pequeños negocios dedicados tan solo a la comercialización de estas chocolatinas. A pesar de que estos negocios se mantienen activos y conservan y atraen a suficientes clientes para permanecer abiertos, no se plantea la reapertura de alguna fábrica. De este modo lo reconoce uno de los propietarios de una tiendecita dedicada a esto. "Es complicado, existe mucha competencia para abrir una fábrica artesanal", concluye.
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