Ha quedado más que demostrado que la crisis del coronavirus ha sacado el lado más bueno de las personas. Durante la última semana hemos encontrado mil ejemplos de ciudadanos que le hacían la compra a sus vecinos mayores, que sacaban a pasear los perros de quienes no podían e incluso que tejían mascarillas par que los sanitarios puedan seguir luchando contra el virus.
El último gran gesto en Salamanca se ha podido ver en la mañana de este lunes, 23 de marzo, en la plaza de los Bandos. Allí se encontraba una patrulla de la Policía Nacional cerciorándose de que el estado de alarma se cumplía sin excepciones cuando, de repente, una mujer aparecía muy lentamente, como sin saber dónde se encontraba.
Por ello un agente, de nombre Ángel, se dirigió hacia ella, para preguntarle sobre qué estaba haciendo y recordarle que, dada la situación, no podía pasear. Sin embargo, al llegar se encontró a una mujer desorientada y desolada, además de con frío, pese al buen tiempo matutino.
Por eso, lo primero que hizo fue preguntarle si se encontraba bien y le ofreció un paquete de pañuelos. Después, tras comprobar que la mujer estaba perdida y un tanto aturdida, le dio el café que había comprado para desayunar y esperó hasta que, poco a poco, fue recuperándose, momento en el que le preguntó si recordaba dónde vivía y a qué se dirigía.
Un gesto que, no importa si se hace durante la cuarentena o fuera de ella, siempre es de buena persona. Porque la Policía Nacional, además de proteger a la ciudadanía, se convierte en muchas ocasiones en el 'ángel de la guarda' de los salmantinos.
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