Un voluntariado pijo convertido en estafa: Las peripecias de un joven salmantino en Ghana con la ONG que anunciaban 'influencers'

Alberto ha sido el único salmantino que ha viajado a Ghana con Yes We Help, una empresa con apariencia de ONG que, presuntamente, ha estafado a más de 300 jóvenes, muchos de ellos menores, ofreciéndoles una experiencia de voluntariado en el Tercer Mundo que ha sido un caos organizativo. Entre los afectados se encuentran numerosos chicos de familias muy pudientes de toda España y el caso, en el que ha tenido que interceder el Ministerio de Exteriores, ha saltado a las primeras páginas de los medios de comunicación nacionales

 Yes We Help 2
Yes We Help 2

El salmantino Alberto, de 30 años, quería vivir en el mes de julio una experiencia distinta a sus habituales meses de verano, por lo que se puso en contacto con una joven, "pija" y muy publicitada ONG para realizar una estancia de voluntariado en África. Ghana era el país de destino. Pero lo que no esperaba era vivir quizá la mayor aventura de su vida. Eso sí, con una estafa de por medio en la que se han visto afectados 300 jóvenes —muchos de ellos menores de edad— de toda España y de familias muy pudientes, entre los que se encuentran los hijos de varios famosos habituales de la prensa del corazón, que han sufrido situaciones deplorables.

Se trata del conocido ya como Caso Yes We Help, una presunta estafa realizada a través de una organización que en Instagram se definía como ONG, de nombre Yes We Help, que a través de esta red social y gracias a la colaboración de gran cantidad de influencers, se ha aprovechado del boom de las nuevas estancias de voluntariado entre los jóvenes. Los participantes, que han pagado cantidades cercanas —y que en muchos casos sobrepasan— los 1.000 euros, billes de avión aparte, se han visto prácticamente abandonados a su suerte en Ghana y Sri Lanka, a miles de kilómetros de casa, encontrando a su llegada unas condiciones desastrosas e incluso peligrosas, en las que ha tenido que intervenir incluso la Embajada de España en estos dos países, ya que los afectados han llegado a sufrir el acoso de paramilitares de dudosa procedencia.

La organización de los proyectos de voluntariado ha sido un completo desastre desde el minuto uno de estancia de los asistentes en África y Asia, y han sido los helpers, —como se han querido denominar estos voluntarios— los que se han tenido que buscar la vida y las tareas para realizar allí. La plataforma de afectados ya se ha creado a través de los jóvenes que aún se encuentran en Ghana y Sri Lanka y el caso ha saltado a los medios de comunicación nacionales, ya que, en muchos casos, los jóvenes afectados proceden de familias muy pudientes de Madrid, Barcelona y el País Vasco.

Ya a salvo en su ciudad, el único salmantino de la expedición cuenta a SALAMANCA24HORAS su experiencia. “Quería hacer un voluntariado y conocí a Yes We Help a través de Instagram. Su campaña de marketing era brutal y tenía miles de seguidores e influencers que les hacían publicidad. Era una ONG bastante pija, la verdad, pero me parecía interesante su propuesta y tenía muy buena pinta, por lo que me puse en contacto con ellos”, explica Alberto.

“Me hicieron una entrevista y me dijeron que daba el perfil, por lo que me cogieron y pagué más de 800 euros que aboné a la organización en dos pagos. En el contrato, en teoría, te entraba el alojamiento, comidas y, los fines de semana, excursiones. Había tres lugares de destino: Ghana, Sri Lanka y Tailandia; con varios proyectos en cada uno: orfanato, deportes, educación y sanidad. Yo soy ingeniero informático, pero elegí realizar el proyecto de deportes. A priori era perfecto, pero la cosa se puso muy fea desde el principio”, afirma el joven.

Toca buscarse la vida

“Llegué a Ghana a las tres de la mañana del 9 de julio, junto a una compañera a la que había conocido en el aeropuerto de Barajas, tras salir en un vuelo desde Madrid y hacer escala en Casablanca. Allí nos recibió un ciudadano ghanés que nos llevó en un taxi al que le faltaba el velocímetro a otra ciudad, a 90 kilómetros de distancia. Winneba se llama, un poblado de chabolas en el que residen 50.000 personas. Al llegar a la residencia pudimos ser testigos del caos que había instaurado entre los voluntarios”, afirma.

Allí Alberto y su amiga no tenían habitación y descubrieron que los cuatro proyectos prometidos “básicamente no existían”. El orfanato no era tal, en las escuelas no les dejaban dar clase por ser extranjeros, en los hospitales tan sólo eran observadores en prácticas y nadie había preparado las actividades deportivas. Así que tocó echarle ingenio. “Yo me uní nada más llegar a un grupo de voluntarios de mi edad, ya más mayores, porque la gran mayoría de participantes eran chicos y chicas de 17 años hasta veintipocos, gente que nunca habían viajado sin sus padres y ahora estaban completamente solos”, explica Alberto.

Porque nadie se ha hecho cargo de los jóvenes en este tiempo. Y claro, muchos helpers empezaron a preguntarse a dónde había ido a parar su dinero si no existían los proyectos. "De hecho, la gran mayoría del dinero iba destinado a pagar su manutención, pero hemos comido básicamente un poco de arroz mañana, tarde y noche. Soy de los pocos voluntarios que no se ha puesto enfermo. He tenido esa suerte, y bueno, iba a hacer voluntariado, viajaba mentalizado a no disfrutar de las comunidades que tengo en casa, pero muchos chavales más jóvenes han sufrido mucho y han acabado siendo repatriados”, cuenta el salmantino.

Otro grupo de 130 jóvenes, que llegó el viernes 20 de julio, se encontró con que no podrían dormir en la residencia hasta el domingo 22, y que tampoco la organización les proporcionaría comida ni bebida hasta esos dos días después. La presión ejercida por el grupo anterior logró que los nuevos, finalmente, recibieran la mautención. “Al menos ese segundo turno lo están pasando mejor, porque cuentan con los proyectos que hemos puesto en marcha nosotros”, afirma Alberto. Y es que el salmantino y sus compañeros, pese a los contratiempos, decidieron no quedarse parados y consiguieron ser útiles para un colegio privado de Winneba. “Claro, para una institución privada sin apenas recursos hemos sido como ángeles caídos del cielo. Llevo más de 24 horas en Salamanca y el director del colegio ya me ha llamado para ver cómo estoy y volverme a agradecer lo que hemos hecho, porque les hemos adecentado el patio, arreglado completamente el maltrecho tejado, pintado las paredes y reparado las goteras. La verdad es que ha sido emocionante, porque nos plantamos y le exigimos a la organización de la ONG el dinero para arreglar el colegio, y como le estaban viendo las orejas al lobo, ya que la estafa estaba saliendo en los medios de comunicación españoles, nos lo dieron”, rememora.

La embajada intercede

Debido a la indefensión denunciada desde Ghana por los voluntarios, la embajada de España en el país africano ha mostrado su preocupación y se ha puesto a su entera disposición. El Ministerio de Exteriores decidió el miércoles ponerse en contacto con los jóvenes y montar un operativo de escolta para trasladar a todos los voluntarios que quisieran marcharse de las residencias de Yes We Help y volver a España, después de que el martes por la tarde —el último día de estancia para el grupo del salmantino Alberto— hombres armados irrumpieran en la residencia donde se alojaban amenazando a los jóvenes y adolescentes que allí se encontraban. Al parecer se trataba de funcionarios de la cárcel local enviados por la organización, que provocaron, según recoge La Vanguardia, “escenas de pánico entre los jóvenes”.

En el caso de Alberto, el mal trago pasado con la presunta estafa de Yes We Help no ha oscurecido su experiencia de trabajo ayudando a los desfavorecidos de Ghana. "Me quedo, pese a todo, con la sonrisa y el agradecimiento que he recibido de los niños a los que ayudábamos", finaliza el joven salmantino.

Embajada

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