Amenazan de muerte a la jueza a quien golpeó Djokovic, por "exagerar"

La jueza de línea, Laura Clark, que perdió un hijo en un accidente de bicicleta hace 12 años, ya había sufrido un pelotazo en el labio hace años

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 DJOKOVIC
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Laura Clark, la jueza de línea convertida en ‘celebrity’ involuntaria por el pelotazo de Novak Djokovic este domingo en el US Open, no sólo sufrió daño físico por la acción del tenista serbio. Por si fuese poco el impacto en la garganta, algunos de sus seguidores en Twitter la han acusado de exagerar el dolor (provocando así la descalificación del número uno del mundo) e incluso amenazado de muerte de un modo execrable: a Clark, que perdió a un hijo de 25 años en un accidente de bicicleta en 2008, le aseguran algunos impresentables que “pronto” se unirá a él, según informa el diario digital El Confidencial.

El odio que define gran parte del tráfico actual en redes sociales presenta en este caso sus aristas habituales: “Dios lo ve todo”, señala un impresentable, aludiendo al karma como causante de sus desgracias. Otros individuos eligen unas fotografías en las que Clark promociona una bodega de vinos para calificarla de alcohólica o enferma: “¿Puedes beber litros de alcohol pero no puedes sobrevivir a una pelota de tenis? Mala actuación. Sinvergüenza”, dejaron para la posteridad algunos intelectuales.

Laura Clark es, además de juez de línea, practicante del deporte de la raqueta. No es su primer percance en una pista: hace cuatro años sufrió una profunda herida en el labio tras recibir el impacto de un primer saque, a más de 200 kilómetros por hora, durante un torneo en Louisville (Kentucky, Estados Unidos).

Novak Djokovic, que ha dejado el US Open huérfano de estrellas (no participan ni Roger Federer ni Rafa Nadal), ha afirmado que deja el torneo “triste y vacío” y se ha disculpado repetidamente con Clark (sin revelar su nombre, “para respetar su privacidad”). ‘Nole’ ha dicho lamentar “extremadamente” el daño “involuntario” que le causó y promete trabajar para convertir este grave incidente, un corte en una temporada extraña pero hasta ahora inmaculada (26 victorias en 26 partidos), en una “lección” para su crecimiento “como jugador y como ser humano”.

La descalificación de Djokovic en los octavos de final ha producido reacciones diversas, aunque nadie ha denunciado la injusticia de la medida tomada por los jueces. Quizá el más duro haya sido el siempre afilado John McEnroe, ídolo del siglo XX: “Esta es una mancha que no podrá borrar”. Otra leyenda, Martina Navratilova calificó la acción de “increíble” y “estúpida” la acción del balcánico: “Tenemos que ser mejores que esto”, dijo la ganadora de 18 ‘grandes’ (entre ellos, 5 US Open).

El tenista canadiense Dennis Shapovalov, que fue descalificado de un partido de Copa Davis en 2017 por darle con la pelota en el ojo al juez de silla sin querer, mostró empatía por su colega serbio: “Sé exactamente cómo se siente”, afirmó: “Tiene que crecer y aprender de esto. Pero fue muy, muy mala suerte. La bola podía haber dado en cualquier parte”.

En cambio, el extenista inglés Leon Smith recordó que Djokovic había hecho ya algo parecido durante su partido contra Carreño, cinco minutos antes del célebre pelotazo a Clark: “Tuvo suerte de que golpeara un cartel publicitario. Podría haberle dado a uno de los niños recogepelotas...”, afirmó Smith.

La vergonzosa metedura de pata de Djokovic le priva de su probable Grand Slam número 18 (Nadal tiene 19 y Federer 20) y redondea un torneo con numerosos sobresaltos: además de las críticas a la ‘burbuja’ de los tenistas, el serbio hizo oficial durante el campeonato la creación de una organización paralela a la ATP que consiga mejores condiciones y premios para los tenistas profesionales.

La rebeldía del serbio se ha agudizado durante la pandemia del coronavirus: en abril mostró su rechazo a la vacuna, en junio organizó un torneo de exhibición sin mascarillas obligatorias, después se contagió. Ahora es la cabeza visible de la Asociación de Jugadores Profesionales de Tenis (PTPA).

El US Open queda sin claro favorito y Laura Clark, mientras tanto, se ha acogido al silencio, esperando que esta tormenta de verano pase con la velocidad habitual de los incendios de Twitter.

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