¿Son los anacardos venenosos? Todo lo que necesitas saber

Muy poca gente es consciente de que existe una molécula que los anacardos contienen llamada urushiol

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 Anacardos
Anacardos

Este fruto seco que procede del árbol del mismo nombre es uno de los más populares que podemos encontrar en los supermercados. Aunque su contenido calórico (al igual que en el resto de alimentos de esta categoría) es elevado, la composición nutricional, sobre todo la presencia de ácidos grasos saludables, lo sitúan en la lista de los 'alimentos sanos', como se ha detallado en multitud de estudios científicos, según informa el diario digital El Confidencial

Pero los anacardos también esconden un oscuro secreto. Muy pocos de nosotros somos conscientes de que existe una molécula (que los anacardos contienen) llamada urushiol. Esta es un aceite que se encuentra en la mayor parte de las plantas de la familia Anacardiaceae (a la que, como su propio nombre indica, pertenecen los anacardos). Por esto es necesario saber cuánto urushiol contiene este fruto seco, cuáles son los riesgos y la tolerancia que tiene nuestro cuerpo a este veneno.

El método de recolección es fundamental

En el momento en el que los anacardos caen del árbol son venenosos. Esto se debe a la alta concentración de urushiol que contienen, sobre todo en la cáscara. Esta es la razón principal de que se tuesten (ya sea al sol o con métodos industriales). Este proceso el que les elimina gran parte del urushiol (aunque no todo). Después es cuando se les quita la cáscara, se secan a conciencia y se pelan.

Pero eso no es todo, una vez el proceso de manufacturación está a punto de acabar, se vuelven a tostar una segunda vez con el objetivo de darles algo más de sabor y también para eliminar el urushiol que pueda quedar en los frutos (que es muy sensible al calor y se descompone).

¿Qué hace el urushiol?

Esta molécula es un irritante cutáneo muy peligroso dado que puede provocar una dermatitis alérgica grave denominada dermatitis por toxicodendron. Esto se debe a que la molécula tiene la capacidad de activar nuestras células T, provocando una respuesta inmunitaria desmedida que acaba atacando a nuestras propias células sanas. 

En un informe de 1982 elaborado por el Center for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos, se determinó que 7.500 bolsas de anacardos que contenían niveles peligrosos de urushiol habían sido distribuidas para el consumo humano en la Costa Este del país norteamericano. Se calcula que un 20% de los consumidores experimentaron la mencionada dermatitis producida por el aceite vegetal.

Y tuvieron suerte. En un estudio llevado a cabo con animales, se determinó que el consumo de urushiol presente en anacardos producía diversos síntomas como picor, hipersensibilidad al dolor, segregaciones mucosas e incluso, en casos extremos, la muerte. Se determinó que la gravedad de los síntomas dependía de la cantidad de anacardos (con urushiol) consumidos y si estos habían tocado en algún momento la piel.

¿Debemos preocuparnos?

Si compramos nuestros anacardos en los lineales de los supermercados, la respuesta a esta pregunta es muy sencilla: no, para nada. La industria alimentaria se ocupa de eliminar hasta las últimas trazas de este tóxico gracias a los múltiples tratamientos térmicos a los que se somete el fruto. 

Por otra parte, lo que sí debería preocuparnos es adquirir este alimento de proveedores de productos naturales y, sobre todo, sin tratar. Los anacardos crudos son un peligro para nuestra piel, para nuestro sistema inmune e, incluso, para nuestra propia vida. No disponemos de las herramientas para hacerlos aptos para el consumo humano en nuestra casa, por lo que deberemos asegurarnos que los anacardos que consumimos jamás estén crudos y hayan sido tratados por una empresa de confianza. Por otra parte, si nos encontramos en América con un anacardo (el árbol), más nos valdrá que ni se nos pase por la cabeza comérnoslo como quien se encuentra en el campo con un manzano.

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