Los casos en los que el ibuprofeno no debe usarse y puede llegar a ser muy peligroso

Aunque es un remedio efectivo del que solemos echar mano siempre que nos invade el dolor, hay que tener mucho cuidado en determinadas ocasiones

 Ibuprofeno
Ibuprofeno

Es una de las medicinas que siempre tenemos a mano en el botiquín casero cuando nos atrapa algún dolor. Los atletas dependen de ellos, las mujeres con calambres menstruales dan gracias de que existan, y en general si tenemos alguna molestia de cualquier tipo, es lo primero que viene a nuestra mente. Sin embargo, los científicos están comenzando a darse cuenta de que quizá el ibuprofeno no es tan benigno como pensábamos.

Para que no haya dudas: se trata de un antiinflamatorio no esteroide de acción rápida que ha demostrado ser muy eficaz a la hora de calmar numerosas molestias. Sin embargo, tomarlo de forma inadecuada puede acarrear problemas para nuestra salud, y es importante tener en cuenta que, en general, su consumo debe ser breve y la dosis la adecuada según las características de cada paciente.

Pero entonces, ¿cuándo son los momentos en los que podría ser contraproducente?

No mezclar con aspirina: Puedes pensar que son parecidos, puesto que ambos alivian el dolor y la hinchazón, pero ahí acaban sus similitudes. La aspirina suele usarse para bajar la fiebre y para aliviar el dolor leve o moderado causado por cefaleas, la artritis, los resfriados, dolores musculares o de dientes, y aunque es antiagregante plaquetario y antes la Asociación Americana del Corazón aseguraba que una dosis baja podía ayudar a prevenir ataques al corazón, recientemente se ha demostrado que administrarla en personas sanas aumenta el riesgo de ataque cardíaco o derrame cerebral.

Pensarás que el ibuprofeno sirve para síntomas similares, y es cierto, pues en general se utiliza para bajar la fiebre y aliviar dolores leves (dolores de cabeza, cólicos menstruales, artritis, dolores de dientes o de espalda), aunque sus pacientes suelen ser niños. La cuestión a la hora de combinarlos pensando que son similares es que pueden producir problemas o sangrado estomacal, así que no te la juegues.

Tienes problemas estomacales: Hablábamos del sangrado estomacal con la aspirina, y es que aunque no combines el ibuprofeno con ningún otro medicamento, si tienes problemas gastrointestinales también podría ser contraproducente. Esto se debe a que irritan el revestimiento del estómago y los intestinos, y además pueden reducir el flujo sanguíneo en el área y afectar a su capacidad para repararse, por lo que si tienes problemas digestivos, quizá no quieras tomarlo.

Si estás embarazada: Se ha descubierto que pueden dañar al feto, aumentar el riesgo de aborto espontáneo en los comienzos del embarazo y producir defectos cardíacos en el tercer trimestre. Además, un estudio reciente publicado en 'Reproducción Humana' sugiere una asociación entre el ibuprofeno que tomaron las mujeres durante su primer trimestre y una posterior reducción en el desarrollo de óvulos en los ovarios fetales, lo que podría comprometer la fertilidad futura de sus hijas.

Como tampoco es una buena idea durante el trabajo de parto porque podría provocar un sangrado prolongado, lo mejor es que si necesitas aliviar el dolor en algún momento durante el embarazo consultes a tu médico.

O tienes una infección urinaria: Hace unos años algunos investigadores aseguraron que el ibuprofeno podía ser útil para tratar infecciones del tracto urinario porque aliviaban el dolor y ayudaban a frenar el uso de antibióticos. ¿El problema? Que no es cierto, según un estudio de PLOS Medicine las mujeres que lo tomaron para tratar una infección urinaria tardaron una media de tres días más en curarse y además tuvieron un riesgo ligeramente mayor de complicaciones.

Si bebes alcohol: Lo entendemos, has quedado con un amigo para tomar un vino, un cóctel o una cerveza, y como te duele la cabeza te tomas antes un ibuprofeno. Deberías, no obstante, pensártelo dos veces, puesto que los dos juntos aumentan mucho las posibilidades de dañar tu estómago y producirte incluso úlceras estomacales o hasta daño hepático.

Tienes asma: El ibuprofeno podría exacerbarlo, de hecho, es probable que en el prospecto hayas leído alguna vez que los enfermos de asma deben tener cuidado en su consumo. "Tienen una sensibilidad demostrada", cuenta la profesora Marilyn E. Morris en 'Reader Digest', "podrían tener un ataque potencialmente mortal, por lo que lo mejor es que hablen con sus médicos sobre opciones alternativas para controlar los dolores".

En los entrenamientos: Algunos atletas suelen ser bastante fanáticos del ibuprofeno, por ejemplo, antes de una carrera larga. En el mejor de los casos es una pérdida de tiempo y potencialmente perjudicial en el peor. Hay que escuchar al cuerpo, y si el ibuprofeno silencia el dolor es posible que no sepas si te estás esforzando demasiado, lo que podría traducirse en que quizá no disminuyas la velocidad o busques ayuda si es necesario. Además, también puede exacerbar el daño real, así que di simplemente no.

Por supuesto, lo fundamental es que la cantidad sea la adecuada, pues en cantidades excesivas eleva el riesgo de sufrir ataques al corazón, derrame cerebral o daños en el intestino delgado, por lo que, como recomienda el Consejo de Investigación Médica del Reino Unido, lo mejor es reducir la prescripción de estos fármacos a casos en los que sean absolutamente necesarios.

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