El invierno es una estación implacable. El frío intenso, el aumento de la contaminación que oxida la piel, el ritmo de trabajo y el uso de agua caliente, hacen que la piel, que fabrica menos capa grasa durante estos meses, se vea sometida a una dura prueba. La clave para sentirnos a gusto está en la hidratación.
A lo largo del año, la piel va cambiando con la influencia de las estaciones, el clima, nuestras hormonas y hasta nuestro estrés o nuestro humor. Esto hace imprescindible tener siempre en cuenta el concepto de que, al igual que cambiamos nuestra dieta para adaptarla a nuestra salud, tenemos que cambiar el tipo de crema de acuerdo con las circunstancias, según informa el diario digital 20minutos.
Volvemos, por eso mismo, al invierno y sus consecuencias dermatológicas. Al igual que aumentamos la protección de nuestro cuerpo para impedir que pierda calor, hay que aplicar en la piel cremas más emolientes, más grasas, y que aporten más nutrición a la epidermis, compensando lo que esta no fabrica.
Todo esto, además, se intensifica cuando estamos hablando de personas de más de 50 años cuya piel tiene menos lípidos y es más fina. Por eso, las tradicionales hidratantes tienen que estar muy enriquecidas con aceites vegetales que incorporen ácidos grasos como el linoleico.
Es también muy importante que la limpieza sea más suave, hay que evitar el uso de geles o jabones porque, aunque tengan PH neutro, no es una garantía de que eliminen la poca grasa y protección que llegan a tener algunas pieles. Resulta utilísimo el uso de Agua de Manzanilla, Agua de Angélica, Agua de Avena o Agua de Rosas, esta última, especialmente, si se busca un efecto más estimulante.
Actualmente utilizamos en el tratamiento de las pieles extremadamente secas Insaponificables como el de Aguacate, Escualenos, y Ceramidas, todo ello extraído del reino vegetal. Además de aislar, crean una capa parecida a la que la piel fabrica y donde se anclan las defensas y se fijan las células.
En una piel seca, al igual que en un edificio antiguo, si el revoque que mantiene las piedras unidas se pierde, las hierbas y el agua se cuelan, y las grietas ocasionadas crean al fin un desdichado envejecimiento del edificio.Lo mismo ocurre en la piel si los lípidos que recubren nuestra epidermis y mantienen unidas las células se pierden.
La piel se seca, se descama y la agresión del medio ambiente se multiplica, haciendo que sintamos la piel tirante, incómoda y acelerando su envejecimiento. Todos estos factores hacen que sea imprescindible reforzar el tratamiento de nuestra piel en el invierno de forma general, y en particular, usando cremas hidratantes que aporten a la piel un plus.
Las modernas cremas hidratantes son una compleja mezcla que nutren nuestras células, necesitadas de más alimento durante estos meses. Aceites tan beneficiosos como la Rosa Mosqueta, el Argán o el Aceite de Espino Amarillo son ricos en moléculas muy nutritivas. Nuestra crema Nutradermis contiene todos esos aceites, aportando a las pieles secas y maduras la hidratación que tan necesaria es.
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