En mayor o menor medida, todos conocemos la desagradable sensación que se siente cuando aparece el hipo. Este acto reflejo es una contracción involuntaria del diafragma espasmódica, y esto provoca que el cierre de la glotis genere el ruido característico del hipo, ya que se expulsa el aire de los pulmones. Y aunque, por lo general, suele durar pocos minutos, en ocasiones esta molestia llega a aparecer durante horas. «Si sobrepasa las 48h se considera un hipo persistente que puede impedir al paciente comer, descansar y conlleva un constante agotamiento», desvela Beatriz Cerdán, de Centro Aleris, según informa el diario ABC.
La experta aclara que, "a diferencia de los vómitos o la tos, el hipo no sirve como función protectora y no parece que desempeñe ninguna función fisiológica. Los espasmos pueden oscilar entre 4 y 60 contracciones por minuto". Pero es posible que se quede en un número bajo si se llevan a cabo los famosos mitos que interrumpen el hipo. "No hay un sistema contrastado que funcione, pero podrían parar esta molestia comer pan seco, hielo picado, presionar la lengua contra el paladar, tragar terrones de azúcar, pequeños sorbos de agua fría... Tienen una evidencia limitada pero sí que parece que genera cierto alivio", cuenta Beatriz Robles, experta en seguridad alimentaria.
Cómo cortar el hipo:
La nutricionista Beatriz Cerdán alerta de que los trucos para conseguir parar esta molestia no son aplicables ni para bebés ni para adultos con diagnóstico de enfermedad. "En caso de bebés no hay que aplicar ninguna de las opciones ya que puede ser contraproducente. Lo mejor es ser pacientes y que pase solo", aconseja. ¿Cuáles son las situaciones que acaban con el episodio del hipo? "No están demostradas científicamente, pero hiperventilar en una bolsa de papel puede cambiar el ritmo de la respiración", dice. Además, dar un susto, que genera la hormona de la adrenalina y actúa en contradicción del diafragma, por lo que podría ser muy útil.
¿Y aquellos que recurren a aguantar la respiración? Beatriz Cerdán aconseja «soltar el aire lentamente si finalmente se consigue parar. Explica Beatriz Robles que «hacer ciertas inspiraciones profundas, manteniendo el aire para reducir la actividad del diafragma, aumenta la presión de dióxido de carbono y se intenta inhibir la actividad del diafragma, por eso a veces recomiendan mantener la respiración.
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