Con 69 años, el nuevo sucesor de San Pedro asume el cargo tras una vida consagrada a la Iglesia en América y el Vaticano. Hasta ahora, Prevost se desempeñaba como prefecto del Dicasterio para los Obispos, cargo al que fue designado en 2023 por el Papa Francisco, con quien compartía una profunda visión pastoral centrada en la cercanía con los pobres, los migrantes y la defensa del medio ambiente.
Prevost nació en Chicago en 1955, hijo de madre de ascendencia española. Ingresó a la Orden de San Agustín en 1977 y fue ordenado sacerdote en 1982. Desde entonces, su trayectoria ha estado profundamente ligada a América Latina, especialmente al Perú, donde ejerció su misión durante décadas y adoptó también la nacionalidad peruana.
Fue obispo de Chiclayo y administrador apostólico del Callao, además de ocupar cargos relevantes en la Conferencia Episcopal Peruana. En el ámbito académico, posee una sólida formación con títulos en Ciencias Matemáticas, Divinidad y Derecho Canónico, habiendo defendido su tesis doctoral en Roma sobre la estructura de gobierno en la orden agustiniana.
A lo largo de su carrera, Prevost fue mencionado en una polémica relacionada con presuntos encubrimientos en la diócesis de Chiclayo, acusaciones que fueron desmentidas tanto por la diócesis como por el periodista Pedro Salinas, quien lideró investigaciones en casos de abusos en Perú. Las denuncias, según Salinas, carecían de fundamento y eran "absolutamente falsas".
Desde su llegada al Vaticano, Prevost acumuló una notable influencia. Miembro de varios dicasterios y de la Comisión para el Gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano, su elección es vista como una continuidad del enfoque pastoral y progresista impulsado por Francisco.
El nuevo Papa ha declarado en múltiples ocasiones su compromiso con una Iglesia "que camina con los pobres", alineado con la visión evangélica de una institución humilde y solidaria. También ha expresado preocupaciones por el cambio climático y la crisis migratoria global, aunque ha mantenido una postura conservadora respecto a temas como la ordenación femenina.
Con esta elección, el cónclave ha apostado por una figura de perfil internacional, misionero y con fuerte experiencia pastoral en el sur global, reflejo de una Iglesia cada vez más descentralizada y plural.
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