“Acabarán ardiendo pueblos”: la indignación del operativo de extinción de incendios forestales que se siente "abandonado"

La Culebra, Monsagro, Losacio, … tras un año nefasto en incendios las denuncias públicas sobre la situación de bomberos, vigilantes de torre e incluso equipamiento son constantes entre un personal desanimado e indignado. Incendios más virulentos, el clima actual, el estado de los bosques anuncian más desastres

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Imagen del Incendio forestal en el termino municipal de Monsagro y Serradilla del Arroyo. ICAL: JOSE VICENTE
Imagen del Incendio forestal en el termino municipal de Monsagro y Serradilla del Arroyo. ICAL: JOSE VICENTE

Castilla y León ha sido este verano duramente golpeada por los incendios, entre ellos el de Monsagro en Salamanca con una virulencia nunca vista antes en la provincia. El incendio forestal de la Sierra de la Culebra fue el primero que desató una oleada de críticas a la Junta de Castilla y León por no tener el operativo contra incendios forestales al cien por cien. Siguió el de Monsagro, que comenzó en julio y que no se ha dado por extinguido hasta hace unos días, y calcinó 8.600 hectáreas. Un infierno en un incendio con una dureza que nunca se había visto en la provincia y que puso en jaque a los servicios de extinción durante varios días. En ese momento se incrementaron las críticas: el mal avituallamiento, las comunicaciones obsoletas, los equipos de los bomberos, las jornadas de 14 e incluso 20 horas de los profesionales, … Twitter ardía a la vez que el monte.

Pero, ¿cómo fue realmente ese incendio? Para Ignacio Villaverde, bombero forestal que tuvo que ser atendido en el hospital durante este incendio y que en este momento está de baja, fue un incendio de sexta generación y “eso es una barbaridad”. Para Villaverde, que hace una importante labor de información sobre incendios en twitter (@WildlandFirefig­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­) este tipo de incendios se veían en California o Australia pero aquí no y “es un monstruo increíble”. Un incendio que fue “una suma de factores, cada factor influye como el combustible que se cuatriplica cada año en toda la Península porque se empieza a despoblar el monte, no hay gestión y el combustible forestal crece”. También influye el cambio climático. “Es un hecho, que suba medio grado al año la temperatura media del planeta hace que el monte lo note y también provoca tormentas muy potentes, con mucho aparato eléctrico”. El tercer factor es, según Villaverde que “si a esto le sumas que tienes un operativo de extinción anticuado, sin actualizarse pasa lo que pasa”.  Aunque Ignacio reconoce que “este tipo de incendios son imparables una vez que cogen fuerza, tengas el operativo que tengas y eso ya lo tenemos aquí. Al final acabarán ardiendo pueblos y, al menos, hay que estar preparado”.

Ignacio Villaverde trabajando en un incendio
Ignacio Villaverde trabajando en un incendio

Monsagro fue uno de esos incendios imposibles. “No puedes acercarte al frente y todo lo que te deja hacer son contrafuegos. Pero con esas condiciones de calor el comportamiento del fuego es muy fuerte y ni siquiera puedes hacer esos contrafuegos con seguridad”. Y ahí comienza el caos: calor ambiental de 47 grados, jornadas maratonianas, atrapamientos, … “Se dan situaciones caóticas. Íbamos por las pistas y veíamos retenes atendiendo a compañeros, a otros desorientados. Atrapamientos por fuego sufrimos todos los que estábamos allí, a nosotros casi nos arde dos veces el camión y salimos de milagro. Hubo un rato de miedo, incluso a perder la vida. Las condiciones son bestiales y te ves atrapado y no tienes donde ir”, añade Villaverde. Ellos mismos grabaron este vídeo de ese momento. 

 

Y así quedó su autobomba tras lograr salir de allí

 

En esas situaciones la experiencia es fundamental. “Si estas con un operativo bien formado, bien cuidado y con unas condiciones buenas en ese tipo de incendios el operativo no se trabaja igual que si estas estresado y en condiciones lamentables. Estás corriendo mucho riesgo y te traen un bocadillo malo, con pan duro que con el calor es una masa asquerosa y te hundes, porque ves que no le importas a nadie. Te mandan ahí con un sueldo de mil euros a pasarlas putas y suerte qué tienes”, concluye.

De todo el operativo, los vigilantes de torres, los conductores de autobombas y los mangueristas son personal directamente contratado por la Junta, el resto por empresas subcontratadas. Las condiciones del día a día tampoco son las mejores. Las autobombas se guardan en naves, en los pueblos, a veces sin luz ni agua, como asegura Villaverde, lo mismo que ocurre en las torres. Pero “los ‘romeos’ (cuadrillas de tierra) no tienen ni eso”, afirma. “Si están de guardia están el monte con el EPI trabajando y si hay un aviso tienen que bajar de dónde estén, cambiarse e irse al incendio. A veces trabajan 12 o 14 horas después de haber estado desbrozando en el monte y además, suelen tener una equipación malísima”, asegura.  

Quejas que se han repetido a través de las redes sociales de forma constante. Desde Bomberos Forestales en lucha CYL (@BBFFLuchaCyl) las denuncias son diarias. Por los malos avituallamientos, por la antigüedad de equipos e infraestructuras como las torres o por el próximo despido de todo el personal eventual. También porque los sindicatos están negociando con la Junta el convenio “sin tener en cuenta a los bomberos” como denuncian constantemente estos días. El 30 de septiembre se irán al paro el personal de extinción, vigilantes de torres, … buena parte del operativo. Ellos piden que esos contratos se amplíen todo el año y que sea este personal el que durante el invierno se ocupe de hacer labores de prevención en el monte.

Eso es exactamente lo que piden también los vigilantes de las torres salmantinos. Los ‘escuchas’ son fundamentales a la hora de detectar los incendios forestales. Son los que avisan cuando ven humo y facilitan una intervención rápida que pueda evitar que un incendio se propague. En Castilla y León los escuchas dependen directamente de la Junta. Son fijos discontinuos o interinos y para acceder al puesto hacen un examen y pasan un concurso oposición. Su categoría profesional es ‘peón de montes’ y, por tanto, tienen formación en prevención y extinción, sin embargo, tras la campaña de incendios van al paro.

Crescen lleva 26 años trabajando como vigilante de torre. Ahora está en Pasomalo, en Lagunilla y asegura indignado que todo el mundo debe saber que “lo que quiere hacer la Junta no está bien. Quieren contratar a 400 desempleados y ahora mismo tiene a 400 personas cualificadas en plantilla y los echa a la calle. Saca a unos y mete a otros, eso no es normal”. Crescen defiende que los escuchas de torres “somos personal cualificado, estamos acostumbrados a trabajar en el monte” y añade que “no queremos estar en la torre doce meses, queremos hacer la vigilancia los tres meses y el resto trabajar en lo que nos encomiende la Junta que hay miles de trabajos que podemos realizar. Toda la gente de las torres tiene formación y ¿ahora la despiden?”.

Evenlín, vigilante de torre contra incendios forestales en Agallas
Evenlín, vigilante de torre contra incendios forestales en Agallas
 

Igual piensa Evelin, desde su torre en Agallas. Una de las pocas mujeres del operativo. “Me examiné y aprobé, y llevo cuatro temporadas de interina. Ahora han dicho que quieren ampliar el operativo, pero a los escucha nos dejan fuera”, asegura y añade que “somos peón de monte, podemos hacer labores en el monte e incluso ir con las ‘charlies’ (vehículo autobomba) para hacer labores de extinción, forma parte de nuestro trabajo. Nos despiden estando formados para hacer prevención y quieren contratar gente sin ella. No tiene sentido”. 

Lo mismo sucede con Antonio, que lleva 22 años vigilando desde su torre de El Copero, junto a Monsagro. A su alrededor solo se ve terreno quemado, es lo que dejó el incendio. Antonio asegura que el trabajo de los vigilantes “es fundamental, porque al primer humo ya se da la alarma y eso permite actuar con rapidez”. Antonio denuncia además que “los equipos están desfasados, las torres están de pena, no hay luz para cargar los walkies, las emisoras no van, …” Algo que también ratifica Crescen. Él afirma que “los equipos están desfasados, yo uso mis propios prismáticos. Ahora mismo tenemos un walkie desfasado. Nos ponen las torres de Extremadura al lado que tienen ya los canales digitales y nosotros andamos aquí con esto, que ahora no te escucho o que no te recibo. Así no se puede trabajar”.

Antonio García, Vigilante torre contra incendios
Antonio García, Vigilante torre contra incendios

 

Manifestación el 8 de octubre en Madrid 

Todos ellos irán el próximo 8 de octubre a Madrid, porque necesitan “urgentemente” que el Congreso apruebe el Estatuto Básico de Bomberos Forestales que ya fue aprobado en 2019 en el Senado. Un estatuto que marcará unas pautas mínimas estatales que tendrán que aplicar todas las comunidades autónomas. Es un comienzo, aunque parece que todavía queda mucho por andar. De momento, los profesionales están a la espera de ver cómo queda el operativo en Castilla y León este invierno, si se prolongarán los contratos o se contratarán parados como anunció el viceconsejero de la Junta. Esperan, sobre todo, ver si hay voluntad de mejora y se comienza a trabajar en prevención de cara a la próxima campaña. Y eso, cuando todavía no ha acabado la actual y siguen las alertas por posibilidad de incendios. Ellos seguirán vigilando el horizonte y estarán listos para enfrentarse al fuego pese a todo y a todos. Son bomberos forestales, quemados, pero profesionales en lo suyo.

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